Antonio José Chinchetru (ALN).- El candidato a presidir Cataluña tras encabezar la lista de la organización que presume de ser el ‘partido de la burguesía catalana’ no cuenta apenas con apoyos entre la misma. Los propietarios de grandes compañías de esa región que respaldaron en el pasado a Carles Puigdemont dejaron de hacerlo en cuanto su desafío independentista comenzó a dar señales de estar derrotado. Cuenta, eso sí, con el firme apoyo de unos pocos empresarios unidos a él por una fuerte amistad.
El Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) de Carles Puigdemont tiene la imagen de ser la formación de “la burguesía catalana”. Es un supuesto signo de identidad que heredó de su antecesora, la extinta Convergència Democràtica de Catalunya. La realidad, sin embargo, es que el gran empresariado de Cataluña ha abandonado al expresidente autonómico fugado en Bélgica. Tan sólo unos pocos medianos empresarios siguen apoyándole. El rey Felipe VI jugó un papel fundamental para que el resto rompiera con el proyecto separatista y su líder.
Fuentes políticas catalanas dicen a ALnavío que el momento clave fue el discurso de Felipe VI el pasado 3 de octubre, dos días después de la celebración del referéndum ilegal de independencia. “Muchos empresarios que habían acompañado la deriva separatista se dieron cuenta en ese momento que estaba todo perdido y decidieron apartarse de Puigdemont para proteger sus negocios”, aseguran las fuentes. Estas añaden que al expresidente le quedan algunos fieles, pero que son aquellos con los que mantiene una relación de amistad.
Un caso destacado entre quienes han abandonado el barco independentista es el de la familia Tous
Un caso destacado entre quienes han abandonado el barco independentista es el de la familia Tous, propietaria de la empresa de joyería con el mismo nombre. Esta compañía y el ‘clan’ propietario de la misma estuvieron en el centro de la polémica cuando se difundieron las imágenes de una fiesta campestre en la que participó la presidenta de la firma, Alba Tous, junto con el propio Puigdemont y varios destacados personajes del independentismo como la periodista Pilar Rahola y el expresidente del Fútbol Club Barcelona Joan Laporta, entre otros.
Además, la familia tenía entre los miembros del patronato de la Fundación Rosa Oriol (conocida popularmente como ‘Fundación Tous’) a Rahola y a la mujer del expresidente catalán Artur Mas, Helena Rakosnik. Ambas fueron expulsadas de esa institución en noviembre y los Tous han enviado mensajes de apoyo a la unidad de España. Eso no ha impedido que sus ventas hayan caído en picado en la campaña de Navidad.
Los ‘últimos fieles’
Quien sí mantiene su lealtad tanto al proyecto independentista como a Puigdemont, explican las fuentes, es la familia Carulla. Se trata de uno de los clanes más importantes en el sector agroalimentario catalán, y es propietario del holding Agrolimen, matriz del grupo Gallina Blanca, una de las marcas de alimentación más conocidas de España. Entre los negocios de esta familia se incluye en sector de los medios de comunicación. En concreto, son los copropietarios del diario Ara, uno de los más destacados periódicos independentistas, receptor además de jugosas subvenciones de la Generalitat bajo los mandatos de Puigdemont y Mas.
La lealtad al expresidente prófugo de la Justicia y al proyecto independentista no impide, sin embargo, que pongan a buen resguardo su patrimonio en Madrid. Controlan dos sociedades de inversión de capital variable (SICAV, un tipo de vehículo usado de forma habitual por las grandes fortunas europeas para gestionar su patrimonio personal o familiar) con sede social en la capital de España.
Una es Marilin Inversiones, con un patrimonio de 7,26 millones de euros (8,77 millones de dólares) al cierre del tercer trimestre de 2017, según la información remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La otra es Cartera Bintitres, con un patrimonio de 2,88 millones de euros (3,48 millones de dólares) en las mismas fechas, también según los datos entregados a la CNMV.
Medianos empresarios ‘íntimos’ de Puigdemont
A pesar de que mantengan su lealtad a Puigdemont y el proyecto independentista, los Carulla no forman parte del núcleo de los empresarios más cercanos al expresidente autonómico. Este está formado por un pequeño grupo de propietarios de compañías de menor tamaño, que no forman parte de lo que se considera el gran capital catalán. Son más bien representantes de la mediana empresa de esa comunidad autónoma.
Dentro de este núcleo duro destacan dos nombres, que según han publicado diversos medios españoles, están apoyando económicamente a Puigdemont en su estancia en Bélgica. Ambos son amigos personales del político huido. Uno de ellos es Juan Oliveras Bagués, quien concurrió a las elecciones en el puesto número 65 en la lista de Junts per Catalunya (la marca con la que concurrió el PDeCAT a los comicios del pasado del 21 de diciembre).
Los empresarios más leales a Puigdemont no forman parte de lo que se considera el gran capital catalán
Oliveras Bagués comparte con sus dos hermanos la propiedad de la firma de joyería de lujo Bagués Masriera, cuyo establecimiento en Barcelona presume de ser el más antiguo de Europa en su sector. La veterana joyería fue fundada en 1839. Según los datos del Registro Mercantil, la empresa facturó 3,2 millones de euros (3,8 millones de dólares) en 2016. Al cierre de ese ejercicio la firma tenía un patrimonio neto de 10,9 millones de euros (13,1 millones de dólares) y activos por valor de 15,8 millones de euros (19 millones de dóalres).
El otro empresario que destaca por su cercanía a Puigdemont, y que de hecho es visto de forma habitual con él en Bélgica, es Josep Maria Matamala, más conocido por su apodo de “Jami”. Es propietario de una compañía mucho más modesta que la joyería de Olivera Bagués. Se trata de la firma de organización de eventos Incatis. Esta compañía organiza, entre otros, eventos gastronómicos con el apoyo del Ayuntamiento de Girona, ciudad de la que fue alcalde Puigdemont y en la que él mismo fue concejal por Convergència Democràtica de Catalunya.
La amistad entre ambos procede de principios de los años 90 de la década pasada, cuando Puigdemont era periodista y Matamala concejal. De hecho, el expresidente catalán saltó a la política del que después se convertiría en empresario organizador de eventos.