Antonio José Chinchetru (ALN).- Tras años defendiendo que la ruptura con España significaría una mayor prosperidad económica y que el reto contra la unidad de España no contaría con el rechazo del mundo empresarial, el independentismo ha chocado con la dura realidad de la fuga de empresas. Esta estampida ha roto gran parte del discurso de los separatistas y ha dañado su imagen internacional. El miedo a las rupturas internas puede empujarlos a un mayor radicalismo.
Al Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) de Carles Puigdemont le gusta presentarse como la formación política de ‘la burguesía catalana’. Convergència Democràtica de Catalunya, del que el PDeCAT es una refundación, fue considerado como tal durante décadas. Y, sin embargo, es el ámbito empresarial el que más daño ha hecho a la imagen interna y, sobre todo, externa del independentismo.
La marcha de 1.501 empresas a otras partes de España en tan sólo una semana y la posibilidad cada vez más real de que se produzca una situación como la de Quebec (Canadá), donde muchas de ellas no vuelvan una vez pasado el temporal, han destruido el discurso triunfalista en materia económica que había mantenido el independentismo durante los últimos años. La reacción ante una posible pérdida de apoyos es radicalización y asunción de un discurso eurófobo.
Desde que, a partir de 2012, el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, planteara ya de forma abierta el desafío independentista, han sido muchos los estudios e informes que avisaban sobre las repercusiones negativas para la economía catalana. Desde las filas secesionistas se respondía con desdén a esos mensajes y se replicaba dibujando un escenario en el que la ruptura con España significaría de forma automática un incremento de la prosperidad. Mas llegó a plantear que su región sería “como la Dinamarca del Mediterráneo”.
La realidad rompe el discurso económico del independentismo
Ese discurso se ha mantenido hasta el último momento. El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), presumía el día 5 de octubre en una entrevista en el canal de televisión La Sexta de que se estaban batiendo récords de inversión extranjera en la comunidad autónoma. La realidad era muy diferente. En el segundo trimestre de este año se había hundido un 10,19% con respecto al mismo periodo de 2016, mientras que en el conjunto de España había crecido un 12,69% y en la Comunidad de Madrid se había disparado un 92,86%.
En ese mismo diálogo televisivo, Junqueras defendió que el traslado de las sedes de grandes empresas y bancos a otras regiones españolas eran meros rumores y puso en duda que se fueran a producir. Horas después el Banco Sabadell anunciaba su mudanza a Alicante, dando inicio a una estampida a la que se han sumado la mayor parte de las grandes cotizadas catalanas, cuyo valor bursátil conjunto equivale al 40% del PIB de la región, y una gran cantidad de compañías de todos los tamaños. Desde que comenzara este mes y hasta este martes, según los datos del Colegio de Registradores de España, ya han ‘hecho las maletas’ 1.501 empresas. Muchas de ellas han trasladado también su sede fiscal, lo que implica que deben hacer lo mismo con la gestión administrativa y de dirección de sus negocios, así como con una parte de su personal.
CaixaBank, todo un símbolo durante décadas de la formaleza financiera y empresarial de Cataluña, ha anunciado que no piensa volver
Esto ha dado al traste con los mensajes enviados durante años por el independentismo. Desde el secesionismo se han ignorado también aquellas voces que recordaban el ejemplo de Quebec. La región francófona era la zona más próspera de Canadá, pero sufrió su propia fuga de empresas, incluyendo grandes bancos, cuando se convocaron los referendos independentistas (aunque se hiciera de forma legal) de 1980 y 1995. La mayor parte de esas compañías no han vuelto, y la provincia ha pasado de tener la sede de cinco de las ocho mayores entidades bancarias del país a sólo mantener una de ellas. El resto se fueron para no volver. Ahora comienza a perfilarse una situación estilo Quebec en Cataluña, puesto que CaixaBank, todo un símbolo durante décadas de la fortaleza financiera y empresarial de la región ha anunciado que no piensa volver a ella.
Bajo apoyo a la DUI
Esta situación ha roto el discurso del nacionalismo en uno de sus pilares básicos, el que sostenía la idea de que la permanencia en España perjudica a la economía catalana. Sin embargo, tal y como ha señalado a ALnavío el presidente de la asociación Empresaris de Catalunya, Josep Bou: “La salida de empresas sólo parece hacer mella en una pequeña parte de la población que apoya el separatismo. Incluso organizaciones como la Cambra (Cámara de Comercio de Cataluña) se muestran equidistantes y PIMEC (patronal de PYMES cercana al PDeCAT) está más cerca de las tesis independentistas que de la normalidad cotidiana”.
Las últimas encuestas electorales muestran que apenas ha variado la intención de voto entre los llamados bloques independentista y constitucionalista. Aunque sí fluctúa dentro de cada uno de ellos, augurando un traslado de sufragios entre las diferentes formaciones que se inscriben en cada sector, los sondeos muestran una sociedad fracturada sin apenas variaciones entre los partidarios de la independencia y los contrarios a ella. Sin embargo, lo que no existe es un apoyo fuerte a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).
Un sondeo publicado por El Periódico de Catalunya este sábado reflejaba que apenas un 29,3% de la población apoya esta vía. Quienes más apuestan por ella son los votantes de la ultraizquierdista de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), con 79,2%, seguidos por los de ERC, con 61,6%. Entre quienes votan a PDeCAT, la DUI sólo es defendida por el 52,1%, lo que demuestra que la considerada ‘burguesía catalana’ ya no apoya este camino. De hecho, según filtraciones a medios, el propio partido de Puigdemont está dividido en esta materia. El poco apoyo popular a la declaración unilateral de independencia puede, sin embargo, propiciar que los partidos independentistas pisen el acelerador para evitar una mayor pérdida de apoyos imponiendo hechos consumados. Según Bou, “todo apunta a que consumarán la DUI este jueves y viernes”.
Donde más daño le ha hecho la fuga de empresas al independentismo es en el combate por la opinión pública internacional
Donde más daño le ha hecho la fuga de empresas al independentismo es en el combate por la opinión pública internacional. El primer round, en las horas siguientes al referéndum ilegal del 1 de octubre, lo ganaron los independentistas, al difundirse por todo el mundo unas imágenes que alimentaban su discurso. Sin embargo, aunque con excepciones, el escenario ha cambiado y ahora la mayor parte de los medios de referencia toman partido contra el independentismo. Es el caso, entre otros, de Le Monde, The Washington Post, Financial Times y The Wall Street Journal.
Bou ha dicho a ALnavío: “Los últimos posicionamientos en los grandes medios económicos contra el independentismo son muy claros”. Pero advierte que ha habido también un cambio en el discurso nacionalista: “El independentismo ha entrado en una nueva fase, han pasado de decir que la Unión Europea no les dejaría marchar a ser antieuropeos. Pone un ejemplo: “El diputado autonómico Lluís Llach llamó ‘cerdos’ a los presidentes del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y del Consejo Europeo, Donald Tusk, por acudir a la entrega de los Premios Princesa de Asturias”.