Antonio José Chinchetru (ALN).- El sector más radical del independentismo catalán no renuncia a sus planes para activar la revolución tras la declaración unilateral de independencia. Sin embargo, cambia la estrategia para llevar a cabo sus planes.
La ultraizquierdista Candidatura de Unidad Popular (CUP) no renuncia a sus planes de aprovechar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) para poner en marcha un movimiento revolucionario contra la democracia liberal y el sistema de libre mercado en Cataluña. Se enfrenta, sin embargo, a la constante pérdida de apoyos entre la población. Por este motivo podría retrasar la estrategia de tomar físicamente infraestructuras de comunicaciones para hacerse con el ‘control efectivo’ del territorio. Utilizaría su menguante capacidad de movilización para tratar de evitar que las Fuerzas de Seguridad pudieran detener a los miembros del Gobierno de la Generalitat y otros dirigentes independentistas si lo ordenan los jueces.
En las semanas previas a la DUI aprobada este viernes en el Parlamento de Cataluña, desde la CUP se han hecho llamamientos a forzar la independencia mediante la toma física de infraestructuras de transportes como puertos, aeropuertos y estaciones de ferrocarriles. La diputada autonómica Eulàlia Reguant decía la semana pasada, en una entrevista publicada por el diario independentista NacióDigital: “El control efectivo del territorio es clave en este proceso y es el punto en el que hemos de trabajar”. La parlamentaria hablaba en esa ocasión de una toma paulatina de los “sectores estratégicos en manos del Estado”.
La CUP ha perdido capacidad de movilización, pero los seguidores que le quedan se están radicalizando de forma creciente
Los objetivos iniciales de la CUP no serían el Aeropuerto de Barcelona-El Prat (el más importante de Cataluña) ni el Aeropuerto de Girona-Costa Brava, con un gran tráfico debido a que es una de las grandes bases de la irlandesa Ryanair en la Península Ibérica. Fuentes políticas catalanas consultadas hace unas tres semanas por ALnavío descartaban además que trataran de actuar contra las grandes estaciones de ferrocarriles de largo recorrido, como las de Barcelona, o el puerto de la capital catalana. Todas esas instalaciones están fuertemente protegidas y en ellas la posibilidad de éxito es inexistente.
‘Guardia pretoriana’ de los dirigentes independentistas
En este tiempo la CUP ha perdido capacidad de movilización, como demuestra que cada vez menos personas acuden a las manifestaciones que esta organización convoca o apoya. Sin embargo, los seguidores que le quedan se están radicalizando de forma creciente. Es así el sector del independentismo más dispuesto a llevar a cabo acciones de corte revolucionario.
Fuentes políticas catalanas han dicho a este periódico que el nuevo planteamiento de este grupo antisistema puede pasar por convertirse en una especie de guardia pretoriana de los dirigentes independentistas. La estrategia, explican, pasaría por protegerles mediante la interposición entre ellos y la Policía Nacional o la Guardia Civil de masas humanas destinadas a impedir su detención. Para que los cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado fueran a arrestar al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, u otros altos cargos secesionistas es necesario que primero lo ordene un juez.
Ideológicamente la CUP es totalmente incompatible con el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) de Puigdemont (de derechas) y la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) del vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras. Este partido ha aceptado durante las últimas décadas la acción institucional como vía para lograr sus objetivos independentistas. Sin embargo, todos ellos están aliados con el objetivo de conseguir la ruptura con España. La CUP es consciente de que en los procesos revolucionarios suele terminar imponiéndose el sector más radical frente a los moderados.
La CUP es consciente de que en los procesos revolucionarios suele terminar imponiéndose el sector más radical frente a los moderados
Es lo que ocurrió en la Revolución Rusa, donde los bolcheviques eran una fuerza numéricamente muy menor pero extremadamente organizada. Pasó también en el proceso que logró derrocar al Sha de Persia. El ‘bazar’, la burguesía moderada, actuó junto con los islamistas de Ruhollah Jomeini y el Partido Comunista. Fueron los ayatolás quienes se hicieron con el control absoluto de Irán. Lo mismo pasó con el chavismo en Venezuela. Hugo Chávez llegó al poder en 1998 apoyado por la coalición Polo Patriótico, que incluía formaciones radicales (como la suya, el Movimiento Quinta República) junto a otras de corte moderado. Tras asumir la presidencia, fue eliminando de su entorno tanto a los partidos socialdemócratas como a militares no radicalizados y respetuosos de la institucionalidad.
Anticapitalismo y expansionismo catalán
La CUP aglutina en su seno diferentes organizaciones anarquistas y comunistas. Una de ellas es Poble Lliure (Pueblo Libre), considerara heredera del brazo político del grupo terrorista Terra Lliure. Esta banda criminal cometió en los años 80 de la década pasada cerca de 200 atentados, dejando un saldo de cinco víctimas mortales y decenas de heridos. Profundamente anticapitalista, la Candidatura de Unidad Popular defiende la nacionalización de la banca, junto a la “colectivización de la propiedad privada” y “el cooperativismo como forma de economía social al servicio de los intereses populares”. Es contraria a la Unión Europea y propugna el impago de la deuda pública.
Sus miembros son partidarios de una república socialista que incluya la totalidad de lo que llaman los ‘Países Catalanes’. En su página web dicen que el partido “trabaja por un país independiente, socialista, ecológicamente sostenible, territorialmente equilibrado y desligado de las formas de dominación patriarcal”. En ese mismo sitio de internet definen como parte de los “derechos políticos del pueblo catalán” el “acceso a la independencia” y “la defensa de la unidad y la territorialidad del conjunto de los Países Catalanes”. Dentro de estos incluyen la totalidad de la Comunidad de Valencia y Baleares, junto a la zona oriental de Aragón y una pequeña porción de la Región de Murcia (todo ello en España), el Principado de Andorra, el Rosellón (departamento francés de los Pirineos Orientales) y la ciudad de Alguer (en el norte de la isla italiana de Cerdeña).