Antonio José Chinchetru (ALN).- El eurodiputado de Ciudadanos Javier Nart es una de las voces más conocidas contra el separatismo catalán. Ha conversado con ALnavío sobre las consecuencias del desafío independentista y sobre las consecuencias que ha tenido para la sociedad de Cataluña.
El abogado y periodista Javier Nart tiene una dilatada experiencia en política. Durante los años de la Transición, militó en las filas del socialismo. Sin embargo, abandonó el Partido de los Socialistas de Catalunya (PSC-PSOE) a principios de los 90 tanto por los escándalos de corrupción que salpicaron a esta formación como por su cercanía con el nacionalismo. Ya en la segunda década de este siglo se comprometió con Ciudadanos, una formación que nació en Cataluña con el objetivo de hacer frente a los nacionalistas. En 2014 concurrió a las Elecciones Europeas como cabeza de lista de la formación de Albert Rivera.
Este europarlamentario ha conversado con ALnavío sobre el desafío independentista. Ha reflexionado sobre la estrategia de los separatistas, su mentalidad y las consecuencias que está teniendo el llamado procés sobre la vida de los ciudadanos catalanes.
Las “mentiras obscenas” del separatismo
– Tras el 1 de Octubre y la Declaración Unilateral de Independencia, muchas empresas se han ido a otras partes de España y ningún país ha reconocido la república catalana. ¿Cómo se explica que el separatismo siga teniendo mucho apoyo a pesar de que la realidad contradice el discurso independentista?
“O son unos ignorantes o son unos malvados a los que no les importa la vida de sus propios ciudadanos”
– El separatismo ha conseguido algo muy importante, que es eliminar el pensamiento y movilizar el sentimiento. Y tienen unos sentimientos que no son críticos, porque no resisten lo que es la realidad ante los ojos. Son todas las mentiras obscenas que han dicho todos estos personajes, que no tienen más que una doble alternativa. O son sencillamente unos ignorantes, que no merecen ser líderes políticos, o son unos malvados a los que no les importa la vida de sus propios ciudadanos.
Ellos han dicho que no se iría ningún banco. Recuerdo cuando Artur Mas dijo “vendrán los bancos a Cataluña”. Pues se han ido. “La economía será magnífica”, pues se han ido las grandes empresas. “Nos reconocerán 12 países, que ya los tenemos en lista, en los próximos diez días”, no les reconoce nadie. “La Unión Europea dice que…”. La Unión Europea dice que no. “Estaremos en la UE porque no podemos salir”, pues evidentemente saldrían.
Y últimamente han llegado a decir cosas absolutamente escandalosas, como que los payeses, los campesinos catalanes, no tendrán ningún problema porque las ayudas agrarias que se reciben son irrelevantes. Eso que se lo cuenten a quienes están en el campo.
“No hay nada más fácil que mover las tripas en lugar de razonar”
Es tremendo. En Cataluña se ha perdido el espíritu crítico. No verás ninguna discusión seria y profunda de aspectos importantes para la vida de los ciudadanos, como la sanidad, la educación o la economía. Pero se sigue hablando todavía de los viejos agravios, en general, porque no hay nada más fácil que mover las tripas en lugar de razonar.
El problema es que estamos instalados en las tripas por absoluta ausencia del Partido Popular por una parte y por el Partido Socialista, al que se le siguen haciendo los dedos huéspedes. Por hacernos una idea el PSC votó en Gerona, hace muy pocos días, a favor de cambiar el nombre de la Plaza de la Constitución por Plaza del 1 de Octubre. Eso sí, como son unos grandes antifranquistas, sobre todo los que no han vivido el franquismo, han dicho que están a favor de que se llame del 1 de Octubre, pero que se den cuenta de que es el 1 de octubre de 2017. Porque como Franco fue proclamado jefe de Estado un 1 de octubre, que no se den cuenta. Es el fondo de la miseria intelectual y del rebuzno histórico. Esto es todavía el PSC.
Unidad de los constitucionalistas
– Parecía que a partir del referéndum ilegal del 1 de octubre y de la Declaración Unilateral de Independencia había una unidad de acción constitucionalista…
– La sigue habiendo, pero siguen todavía instalados en algunas ambigüedades. Se debe a que desde su fundación el Partido de los Socialistas de Cataluña, en el que yo milité, tenía el problema de que todas las mañanas se levantaban preguntándose si eran lo suficientemente nacionalistas y si pasaban el examen que les hacía Convergència Democràtica de Catalunya –actual Partido Demócrata Europeo Catalán–. Y todavía siguen con algunas hipotecas, aunque afortunadamente cada vez menos.
– Y si se hubiese alcanzado antes esta unidad de acción, aunque esté hipotecada, ¿se podría haber evitado llegar hasta este punto en Cataluña?
– Claro. Si hubiera habido una determinación para decir que no hay que hacer ‘construcción nacional’ de nada, sino construcción social en libertad, se hubiera producido el cambio dialéctico y la adaptación dialéctica de la cultura y las relaciones. Pero hay unos señores que tienen la Historia inscrita en el Registro de la Propiedad. Y con esa Historia que es su versión, y que en realidad es la histeria o la historia histérica, dicen de paso qué tiene que ser lo que ellos llaman sociedad o nación catalana.
“En esa historia primero estuvo ausente el Partido Popular y después coparticipó el Partido Socialista”
Y en esa historia primero estuvo ausente el Partido Popular y después coparticipó el Partido Socialista. Uno y otro tuvieron como principal determinación mantener el poder o contar con los votos que les daba Convergència, en lugar de llegar a un acuerdo estratégico entre los dos de que en cuestiones de identidad y de cohesión nacional no se iba a jugar con lo común, que es la sociedad española. Y eso lo estamos pagando ahora.
Consecuencias del desafío independentista
– ¿Cómo valora la gestión del Gobierno de España a partir de la convocatoria del referéndum del 1 de octubre?
– Todo se puede mejorar, pero hay que reconocer que tuvo el coraje de ir a por el artículo 155. Nosotros veníamos diciendo desde Ciudadanos que era, lamentablemente porque siempre es traumático, que era la solución. De la misma manera que ocurrió en el País Vasco cuando se ilegalizó Herri Batasuna –rama política de ETA– y no pasó nada, el Partido Popular tomó la resolución del 155 con el apoyo consensuado del PSOE y de Ciudadanos, y la sociedad catalana se ha convertido en una sociedad en normalidad. Ya iba siendo hora de esto último.
“Yo fui ‘antiespañol’ con Franco por demócrata, he sido ‘antivasco’ por oponerme al separatismo, y ahora soy ‘anticatalán”
– Las económicas, ¿son las consecuencias más graves del desafío independentista?
– Tenemos un problema económico muy serio. El turismo, que representa un 15% del PIB de Cataluña, ha bajado un 30%. No hay consumo, la gente tiene temor. Y se ha producido una fractura social pareja a la que se dio en el País Vasco. Anteriormente en Cataluña las divergencias ideológicas eran normales, no pasaba nada. Ahora hay cosas de las que no se puede hablar con amigos porque inmediatamente te sale una reacción tan visceral que en lugar de ser el que opina distinto eres ‘el otro’, ‘el ajeno’, ‘el anticatalán’. Yo fui ‘antiespañol’ con (Francisco) Franco por demócrata, he sido ‘antivasco’ por oponerme al separatismo, y ahora soy ‘anticatalán’. Al final estos tipos son franquistas sociológicos y participan de lo común, que la patria es de ellos. Ellos determinan qué ha de ser la patria y no hay cociudadanía, simplemente valores anacrónicos, reaccionarios. Es una especie de carlismo ultramontano.