Antonio José Chinchetru (ALN).- Cuando ha fallado el resto de las estrategias de la propaganda independentista, el victimismo se convierte en el pilar central del discurso secesionista catalán. El nacionalismo lo ha usado durante décadas, pero en las últimas semanas lo ha actualizado y trata de difundirlo por todo el mundo para intentar detener la activación del artículo 155 por parte del Gobierno español.
La batalla propagandística es un frente muy importante en la confrontación política entre el independentismo catalán y quienes se le oponen. La estrategia de los secesionistas ha sido múltiple. Ha buscado el apoyo de dirigentes internacionales, ha sostenido que una ruptura con España sería buena para la economía de Cataluña y que esta región seguiría formando parte de la Unión Europea (algo que todas las autoridades comunitarias han negado en reiteradas ocasiones) en caso de proclamar la independencia. Otra parte fundamental de su discurso, que el nacionalismo ha cultivado desde hace décadas, es el victimismo. Este último ha cobrado especial importancia en las últimas semanas. Es su última arma cuando la maquinaria del Estado se pone en marcha para activar el artículo 155 de la Constitución e intervenir la autonomía por su actuación contraria a la ley.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, y su predecesor, Artur Mas, viajaron por todo el mundo buscando el apoyo de gobernantes internacionales. El fracaso fue absoluto, ningún líder les atendía y se tenían que conformar con reuniones de segundo y tercer nivel. Le pasó, por ejemplo, a Mas en Moscú en 2012 y a Puigdemont en Bruselas este año. Ofreció una conferencia en la capital de la Unión Europea donde acudió un público muy reducido. El actual consejero (ministro regional) de Relaciones Exteriores catalán, Raül Romeva, ha visitado cerca de un centenar de países en los dos últimos años. Con idéntico resultado. Nicolás Maduro es el único, e incómodo, presidente que toma partido por la secesión.
Hasta horas antes de que comenzara la avalancha de grandes empresas que trasladan sus sedes fuera de Cataluña, el independentismo había asegurado que su desafío no tendría efectos nocivos sobre la economía de la región. Más aún, presumían de que si lograban la ruptura con España, a Cataluña le iría mejor. Mas, por ejemplo, llegó a alardear en diferentes actos públicos de que los “bancos se pegarán por estar en Cataluña”. Gran parte del discurso del secesionismo se basaba en el eslogan miles de veces repetido de que “Espanya ens roba” (“España nos roba”). La realidad se ha impuesto con la salida de cerca de un millar de compañías de todos los tamaños en apenas tres semanas.
Del “Espanya ens roba” a “presos políticos”
El “Espanya ens roba” es sólo una muestra del discurso victimista del independentismo catalán. El profesor de Filosofía de la Universidad de Barcelona y presidente de la organización Convivencia Cívica Catalana, Francisco Caja, ha explicado a ALnavío: “Su propaganda consiste en presentarse como víctimas, como un pueblo que ha sido oprimido durante 500 años por un Estado absolutamente feroz, que es España”. Caja ha añadido: “Falsifican continuamente la historia para que la realidad coincida con su fantasía”.
Francisco Caja: “Su propaganda consiste en presentarse como un pueblo que ha sido oprimido durante 500 años por un Estado absolutamente feroz”
En las últimas semanas el discurso victimista ha aumentado, incorporando su versión de parte de lo ocurrido desde la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre. El propio Puigdemont lo ha hecho en las dos cartas enviadas al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con las que ha contestado a los requerimientos del Ejecutivo para que aclarara si había proclamado la independencia y si estaba dispuesto a volver a la legalidad constitucional.
En sus misivas, en las que no responde a las preguntas de La Moncloa, Puigdemont hablaba de “represión” al pueblo catalán y de “violación de los derechos fundamentales”. En la última, dice que la supuesta “represión” ha aumentado con el procesamiento y la orden de prisión provisional de los líderes de las organizaciones independentistas Asamblea Nacional Catalana, Jordi Sànchez, y Òmnium Cultural, Jordi Cuixart.
‘Los Jordis’, como han sido bautizados popularmente, son presentados por el independentismo como “presos políticos” que tan sólo habían tenido protagonismo en “protestas pacíficas”. Hasta Nicolás Maduro se ha referido así a ellos, al igual que el partido Podemos, que mantiene posturas de afinidad con el secesionismo. Sin embargo, eso no se corresponde con los hechos por los que están siendo juzgados. Son acusados de promover el asedio durante 23 horas a los agentes de la Guardia Civil y una secretaria judicial que estaban registrando la Consejería de Economía de la Generalitat en busca de pruebas del uso de fondos públicos para organizar el referéndum ilegal.
Durante esos hechos fueron destrozados tres vehículos de la Guardia Civil, de cuyo interior hasta se robaron armas de fuego que luego fueron devueltas, causando daños por valor de unos 135.000 euros (160.000 dólares). Según el auto judicial, las acciones de Sànchez y Cuixart se ajustan al delito de sedición, protagonizado por quienes “se alcen pública y tumultuariamente” con el fin de “impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes” o de “impedir a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales”.
El 16 de octubre, antes de estas detenciones, Òmnium Cultural subía a YouTube un vídeo titulado Help Catalonia. Save Europe, copiado de la pieza audiovisual I am Ukranian difundida en las protestas del Euromaidán. La pieza de la organización presidida por Cuixart contiene el argumentario más reciente del victimismo independentista.
El vídeo sostiene: “En Cataluña, están siendo atacados los valores de libertad, democracia, Derechos Humanos, derechos sociales”. Frente a este argumento, España es un país donde se respeta la división de poderes, es signataria de todos los acuerdos y convenciones de Derechos Humanos tanto de la ONU como de la UE y el Consejo de Europa. Según el Democracy Index de The Economist, forma parte del selecto grupo de 16 países que pueden ser considerados “democracias plenas”. Obtiene una puntuación superior, por ejemplo, a las de Italia, Estados Unidos, Francia y cualquier nación latinoamericana. El índice de la ONG Freedom House le otorga 94 sobre 100 puntos en respeto de libertades.
La pieza audiovisual proclama que “el Gobierno español declaró ilegal el voto”. Esto no es cierto. Fue el Tribunal Constitucional el que suspendió el referéndum. La Policía Nacional y la Guardia Civil no actuaron siguiendo órdenes del Ejecutivo, sino instrucciones de los tribunales. También habla de censura, al afirmar que “miles de policías asaltaron las oficinas de medios independientes y cerraron cientos de páginas web”. Tampoco esto se corresponde con la realidad. Se registró un solo medio de comunicación, pero no sólo por su actividad periodística, sino porque en la imprenta del semanario El Vallenc se estaban imprimiendo papeletas del referéndum.
El vídeo de Òmnium Cultural se ha vuelto en contra de la propaganda independentista
Las páginas web fueron bloqueadas por orden judicial, y en todos los casos eran sitios de internet que el Gobierno de la Generalitat quería usar para voto telemático y para realizar el recuento del referéndum ilegal.
El vídeo, cuya protagonista habla en todo momento en nombre de “los catalanes” a pesar de que el voto a los partidos independentistas no alcanza el 50% de la población, afirma sin tapujos que se detuvo a “14 funcionarios del Gobierno de Cataluña sin orden judicial”. Los arrestos, que se produjeron el 20 de septiembre, fueron todos ordenados por un tribunal. Once de los detenidos eran altos cargos de la Generalitat, pero los otros tres no. Se les arrestó por presuntamente colaborar con la organización del referéndum ilegal y después fueron liberados.
El vídeo de Òmnium se ha vuelto en contra de la propaganda independentista. Sus autores tuvieron que bloquear los comentarios, debido a que la mayor parte de ellos eran críticas. Además, pronto fueron respondidos con otros que rebatían las afirmaciones en él volcadas y han tenido un gran éxito en las redes sociales. Primero fue uno titulado Desmontando las mentiras de “Help Catalonia”, subido a YouTube por un perfil llamado “Save Catalonia”.
También ha tenido un gran éxito el llamado Mi reacción a “Help Catalonia, Save Europe”. Su autor es el estadounidense Tyler Preston, quien dice que “A pesar de ser un ‘estúpido yanqui’ que no sabe nada de ningún otro país que no sea América, creo que mi conocimiento sobre Cataluña es suficiente como para comentar este vídeo”. Con un tono poco formal, en el que no falta el uso de tacos, Preston desmonta los argumentos de la pieza de Òmnium Cultural.
El mito del “pueblo oprimido”
En su conversación con ALnavío, Francisco Caja ha explicado las claves tradicionales del victimismo independentista catalán: “Se presentan como un pueblo oprimido, y en una democracia europea hablar de pueblos oprimidos es identificarse con el tercer mundo. Lo han incorporado de la izquierda tercermundista”. Añade: “Se consideran, en la propaganda y en su fantasía, un pueblo colonizado. Hablan de fuerzas de ocupación y ejército de ocupación. Incluso Jordi Pujol escribía a finales de los años 60 artículos en los que hablaba de ejército de ocupación”.
Para Caja: “En este movimiento hay ingenuos y canallas. Fabrican las imágenes que han difundido por toda Europa. La última manifestación para que lo que ellos llaman presos políticos salieran a la calle imitaba las protestas cívicas contra el racismo en EEUU, al desfilar con velas”. Según explica: “Cuando en 1978 llega la democracia se acaba la posibilidad de que haya regiones o pueblo oprimidos en España, pero a ellos les da igual. Continúan con su fantasía original, la que determina y cohesiona como discurso y práctica política al nacionalismo catalán”.
“Los medios de comunicación públicos y los privados subvencionados han jugado un papel fundamental. Basta con encender estos días TV3 o Catalunya Ràdio para verlo, es propaganda continua”, dice Caja. Pone un ejemplo: “Hay un programa en Catalunya Ràdio dedicado a salud, incluida la mental. Los días siguientes al 1 de octubre se dedicaba a atender llamadas de oyentes para tratar de paliar los efectos psicológicos que había tenido la actuación de la policía. Hasta ese extremo llegan”.