Antonio José Chinchetru (ALN).- El secesionismo acude con ‘cartas marcadas’ a las elecciones catalanas del 21 de diciembre. El sistema de cálculo usado para la asignación de escaños, que es el mismo que se utiliza en las elecciones generales españolas, y el reparto de diputados establecido por provincias juegan a favor de los separatistas.
Los partidos independentistas catalanes cuentan con dos poderosos aliados para las elecciones del 21 de diciembre: el reparto provincial de escaños y el sistema de cálculo utilizado para asignar asientos en el Parlamento de Cataluña. La combinación de ambos elementos explica que haya sondeos electorales que prevén un empate a votos entre los dos bloques enfrentados, separatistas y constitucionalistas, acompañado de una mayoría absoluta en la Cámara formada por los partidarios de la separación de España.
El diario Abc publicó este fin de semana una encuesta que vaticina que el bloque formado por el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT, que concurre a los comicios con la marca Junts Per Catalunya), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Candidatura de Unidad Popular (CUP) sume el 45,5% de los votos, frente al 42,2% que lograría el acumulado de Ciudadanos, Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) y Partido Popular (PP). La candidatura de Podemos, Catalunya en Comú, obtendría el 7,6% de los escrutinios.
Barcelona representa el 74,22% del censo electoral catalán pero elige sólo al 62,96% de los diputados
El sondeo, sin embargo, prevé una distribución de escaños lejana a ese empate técnico entre independentistas y constitucionalistas. Los separatistas obtendrían entre 66 y 69 escaños, lo que supone rozar o superar una mayoría absoluta que se sitúa en 68 asientos. Los constitucionalistas lograrían entre 58 y 68 escaños.
Reparto provincial creado para favorecer al nacionalismo
Uno de los motivos de este desequilibrio es el reparto de escaños entre provincias. Este fue decidido por el primer presidente de la Generalitat de Cataluña, Josep Tarradellas, una vez restaurada la democracia, cuando convocó las primeras elecciones al Parlamento autonómico. En el decreto de convocatoria de aquellos comicios, firmado el 17 de enero de 1980, Tarradellas estableció que a Barcelona le corresponderían 85 asientos; a Girona, 17; a Lérida, 15, y a Tarragona, 18. Aunque esta distribución aparente estar muy descompensada a favor de la provincia donde está la capital catalana, en realidad por número de habitantes ocurre lo contrario. En aquel entonces, y también en la actualidad (aunque en menor medida que en 1980), supone una parte mayor de la población de la región que la que refleja su cifra de representantes.
Barcelona representa el 74,22% del censo electoral catalán (3.982.000 electores de un total de algo más de 5.329.000), pero elige sólo al 62,96% de los diputados. Si el 21 de diciembre votaran todos los barceloneses que pueden hacerlo, el ratio de la provincia sería de un escaño por cada 46.847 votantes. En el extremo opuesto se sitúa Lleida, donde pueden acudir a las urnas casi 298.000 personas. Representa apenas el 5,59% de los sufragios posibles, pero tiene asignado el 11,11% de los parlamentarios autonómicos. Su ratio es de un asiento en la Cámara por cada 19.862 votantes (mucho menos de la mitad que en Barcelona).
Las otras dos provincias catalanas también están sobrerrepresentadas, pero en menor medida. Girona aporta el 9,38% del censo y el 12,59 de los escaños, mientras que Tarragona supone el 10,31% de los votantes y el 13,3% de los asientos en la Cámara. Cuando Tarradellas estableció el reparto, la descompensación era todavía mayor. El objetivo del entonces presidente de la Generalitat era favorecer la representación nacionalista, puesto que la población de las tres circunscripciones electorales con menos habitantes era (y sigue siendo) mayoritariamente nacionalista.
Ley d’Hondt, un sistema contra la proporcionalidad
Otro factor que juega a favor de los independentistas es la asignación de escaños dentro de cada circunscripción electoral. Hasta ahora, los partidos catalanes han sido incapaces de ponerse de acuerdo para aprobar una ley electoral autonómica, por lo que sus comicios se rigen con la normativa general española (algo que no ocurre en el resto de las comunidades autónomas del país). El mecanismo que establece para repartir los escaños no es de proporcionalidad pura, sino que utiliza la conocida Ley d’Hondt.
Se trata de un sistema relativamente complejo de cálculo. Primero se eliminan todas aquellas candidaturas que obtengan menos del 3% de votos en la circunscripción (por debajo de esa cifra no se tiene derecho a representante). A continuación, se ordenan en una columna las candidaturas que sí han pasado ese corte. Se hace de mayor a menor. Después se va dividiendo el número de apoyos electorales logrados primero entre uno, después entre dos, a continuación entre tres; y así hasta el número total de escaños en juego en esa provincia.
A modo de ejemplo, si se disputaran cuatro escaños y un partido A obtuviera 1.000 votos, los cálculos para asignarle representantes serían: 1.000, 500, 333,33 y 250. Para otro partido B que obtuviera 500 sufragios sería: 500, 250, 166,66, 100 y 50. Un tercero y cuarto denominados C y D que empataran a 300 quedarían cada uno: 300, 150, 100 y 75. La formación A, con algo menos del 50% de las papeletas lograría tres diputados, el 75% de los asientos, correspondientes a los índices 1.000, 500 y 333,33. B obtendría uno, gracias a su índice 500. Tanto C como D, a pesar de haber sido apoyados cada uno por más de un 25% de los electores, no conseguirían representante alguno.
En 2015 Junts Pel Sí (formada por PDeCAT, ERC y otros partidos independentistas) logró el 39,54% de los votos y el 45,93% de los escaños
Esta combinación de reparto provincial de escaños con Ley d’Hondt no sólo explica la proyección de escaños que hace la citada encuesta. También permite comprender los resultados de las anteriores elecciones autonómicas, celebradas en 2015. En aquella ocasión, la candidatura Junts Pel Sí (formada por PDeCAT, ERC y otros partidos independentistas menores) logró el 39,54% de los votos y el 45,93% de los escaños.
La circunscripción donde se produjo una menor desproporción entre la cantidad de votos de esta candidatura y su asignación de escaños fue Barcelona (36,03% de los votos y 37,64% de los representantes en juego). En el resto fue muy superior, y siempre a su favor. En Lleida fue del 55,16% de los sufragios frente a un 66,66% de los asientos; en Girona, de un 56,05% de las papeletas y un 64,71% de los asientos y en Tarragona el 41,6% de los apoyos supuso el 50% de los parlamentarios.