Antonio José Chinchetru (ALN).- Las consecuencias del desafío independentista catalán pueden ser profundas a medio plazo en el seno de los grandes partidos políticos españoles. El hundimiento electoral que auguran las encuestas para PP y Podemos terminará por hacer mella en el liderazgo de Mariano Rajoy y Pablo Iglesias en sus respectivas formaciones. En el caso de Pedro Sánchez, lo que ocurra dependerá de cómo gestione la actuación del PSOE en Cataluña. Tan sólo Albert Rivera, al frente de un Ciudadanos que cotiza al alza, puede mirar al futuro sin miedo alguno.
El desafío independentista catalán puede tener a medio plazo importantes consecuencias para las cuatro grandes fuerzas políticas españolas, así como para sus líderes. Cuando apenas ha pasado un año y cinco meses desde las últimas elecciones generales, todas las encuestas apuntan a un brusco cambio en la intención de voto de los españoles. Las elecciones autonómicas de Cataluña serán clave en este sentido. Influirá la campaña electoral que desarrollen, los propios resultados de los comicios y, sobre todo, cómo se comporten en las posteriores negociaciones para formar gobierno.
Los sondeos a nivel nacional marcan varias tendencias muy fuertes. Tanto el Partido Popular (PP) como Podemos enfrentan serios problemas ante una acelerada pérdida de apoyo. Ciudadanos se encuentra en la situación contraria, hasta el punto de que podría superar tanto a la formación morada como a los socialistas y situarse como segunda fuerza parlamentaria. El PSOE es la mayor incógnita, y su evolución está sujeta a la cambiante actitud que muestra su dirección ante el desafío independentista catalán.
Mariano Rajoy y el Partido Popular
El desgaste del Partido Popular resulta evidente, debido a que buena parte de su electorado considera que el Gobierno de Mariano Rajoy está actuando de forma timorata ante el independentismo. No faltan votantes que creen que se está haciendo una aplicación light del artículo 155 de la Constitución Española. Las encuestas auguran que el PP ganará las próximas elecciones, pero con una caída de entre cinco y siete puntos.
Por el momento, esto no está haciendo correr peligro al liderazgo de Rajoy en el partido. Sin embargo, si el desgaste que reflejan los sondeos se prolonga y se acrecienta con el paso del tiempo, las cosas pueden cambiar. El ‘número uno’ del Partido Popular dijo a mediados de este mes, en una entrevista concedida a la cadena radiofónica COPE, que se encuentra “en un buen momento” para presentarse a la reelección como presidente del Gobierno. Mostró así su voluntad de romper la tradición instaurada por José María Aznar (PP), y mantenida por José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), de renunciar a intentar una tercera legislatura como jefe del Ejecutivo.
Juega a su favor que no hay claros favoritos en la carrera sucesoria, pero quedan dos años y medio de legislatura (a no ser que se convoquen elecciones anticipadas). Es un periodo de tiempo suficientemente largo como para que salgan a la superficie candidatos dispuestos a competir por el trono del número 13 de la madrileña Calle Génova (donde tiene su sede central el PP). Aunque esto no ocurriera, un resultado electoral que pudiera considerarse ‘desastroso’ podría poner en marcha la carrera sucesoria.
Pablo Iglesias y Podemos
Para Podemos, la situación no es mucho mejor que para el PP. Una actitud de complicidad más o menos velada con el independentismo está hundiendo sus expectativas electorales. Los sondeos reflejan una caída de entre 3,6 y 6,4 puntos en intención de voto. De confirmarse estas tendencias, perdería su lugar como tercer mayor grupo en el Congreso de los Diputados. Hasta ahora nadie se ha atrevido a disputar de forma abierta el liderazgo de Pablo Iglesias, y quienes han osado hacerle frente en cierta medida dentro del partido han sido relegados a un segundo plano. Es lo que le ocurrió a su antaño ‘mano derecha’, Íñigo Errejón, que cayó en desgracia tras liderar un sector crítico en el segundo congreso del partido en febrero de este año.
En las últimas semanas, sin embargo, ha comenzado un fenómeno antes impensable en Podemos. Algunos destacados miembros de la formación, si bien se trata de personas que habían perdido poder dentro de ella debido a sus desavenencias con Iglesias, han comenzado a expresar ante los medios críticas abiertas a la estrategia de este en la crisis catalana.
Carolina Bescansa, fundadora de Podemos y otra ‘caída en desgracia’, llegó a decir ante los periodistas: “A mí me gustaría que Podemos hablase más de España y a los españoles, y no sólo a los independentistas”. Dos semanas después, en una entrevista publicada en el diario El Mundo, Errejón se expresaba en similares términos. En este caso es un cambio significativo, puesto que en el pasado también él había defendido la alianza con los independentistas para “romper el candado del 78” (en referencia a la Constitución Española vigente y el actual sistema parlamentario español).
Las encuestas auguran que la clave para formar gobierno en Cataluña tras el 21 de diciembre estará en la postura que tome Catalunya en Comú-Podem (la coalición de izquierdas auspiciada por Podemos). Si apoya la formación de un Ejecutivo formado por partidos independentistas, el hundimiento del partido morado será aún mayor y el liderazgo de Iglesias quedará aún más tocado. Y no faltan ‘depurados’ que están esperando el momento de tomarse la revancha.
Pedro Sánchez y el PSOE
Tras conducir al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) dos veces consecutivas (diciembre de 2015 y junio de 2016) a los peores resultados electorales de la actual etapa democrática, el liderazgo de Pedro Sánchez quedó muy tocado. A finales de septiembre del año pasado el partido vivió una crisis en la cual la mayor parte de la Ejecutiva Federal de la formación logró forzar su dimisión como secretario general el 1 de octubre. Consiguió, sin embargo, dar la vuelta a la situación y recuperó su cargo tras vencer en las elecciones primarias celebradas en mayo de 2017.
Su liderazgo parecía indiscutible, arropado además por una tendencia en los sondeos que reflejaba una constante subida en intención de voto. Sin embargo, el desafío independentista se cruzó en su camino. Su posición ante la crisis catalana ha sufrido constantes cambios de actitud. Cuando ha jugado a la equidistancia entre el Gobierno y los separatistas, las encuestas le han castigado, mientras que le han premiado cuando ha actuado junto con el Ejecutivo. Las elecciones del 21 de diciembre son su prueba de fuego, y ahí juega un papel fundamental el primer secretario del PSC (formación ‘hermana’ del PSOE en Cataluña), Miquel Iceta.
Tanto Iceta como Sánchez ya han mandado mensajes donde insinuaban la posibilidad de formar coalición con Podemos y los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Pronto han rectificado, tal vez conscientes de que esa vía les hundiría en el resto de España. A pesar de eso, se muestran reacios a apoyar un posible gobierno formado por partidos constitucionalistas, a no ser que lo lidere el propio Iceta. Esto supondría nombrar presidente al candidato del partido que las encuestas auguran que quedará en tercer o cuarto lugar, en vez de la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas. Todos los sondeos apuntan que esta será la formación no independentista más votada, y que incluso puede quedar en primer lugar.
Si Iceta y Sánchez no desisten de esta actitud y no se logra formar un gobierno constitucionalista, si es que los resultados electorales permiten esta opción, el separatismo volvería al poder. Esto supondría un nuevo desgaste del PSOE a nivel nacional, y el liderazgo de Pedro Sánchez volvería a quedar en entredicho. Si, por el contrario, la jugada le sale bien y Ciudadanos y PP se pliegan a sus condiciones, se vería reforzado a nivel interno. Cómo afectará esto a la evolución del voto en el conjunto del país dependería de la manera en que ejerciera el poder Iceta.
Albert Rivera y Ciudadanos
Ciudadanos es el único de los cuatro grandes partidos españoles que puede mirar al futuro sin miedo. Una actitud que ha sido entendida por el conjunto de los electores como de firmeza ante el separatismo le ha disparado en las encuestas. La formación naranja ya no sólo aspira a superar a Podemos como tercera fuerza parlamentaria española, sino que incluso hay sondeos que apuntan a que le disputa el segundo puesto al PSOE. En estas circunstancias, el liderazgo de Albert Rivera es algo que queda fuera de toda duda a nivel interno.
Si los resultados electorales del 21 de diciembre confirman lo que apuntan las encuestas, la situación mejorará aún más para Ciudadanos y su líder. Incluso aunque Inés Arrimadas no lograra ser investida presidenta de la Generalitat de Cataluña, que Ciudadanos lograra ser el partido más votado de Cataluña (o el segundo, pero cerca de ERC) supondría una victoria moral y un impulso a su intención de voto en el resto de España. Si además consigue la jefatura del Gobierno autonómico, el reforzamiento tanto de Ciudadanos como de Albert Rivera sería absoluto.