Antonio José Chinchetru (ALN).- El independentismo catalán afronta el camino hacia las elecciones autonómicas del 21 de diciembre sin un liderazgo claro y con importantes enfrentamientos internos. La aceptación del artículo 155 de la Constitución por la presidenta del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, ha agudizado estos problemas para el separatismo, ya erosionado por la fuga de Carles Puigdemont a Bruselas.
Poco queda de la aparente unidad de acción que presentaron los independentistas catalanes entre el 6 de septiembre, cuando el Parlamento autonómico aprobó -violando toda la legislación vigente- la convocatoria del referéndum ilegal del 1 de octubre, y el 27 del mes pasado, cuando la Cámara regional proclamó la independencia de Cataluña. Tres rostros, los de las entonces principales autoridades políticas oficiales de Cataluña, personificaban el desafío separatista y la voluntad de actuar de forma conjunta.
Eran los del expresidente y el exvicepresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, y el de la expresidenta del Legislativo autonómico, Carme Forcadell. La reacción de cada uno de ellos ante la actuación de la Justicia ha sido muy diferente y ha fracturado la unidad del bloque independentista. Junqueras es el único que, junto con siete exconsejeros (ministros regionales), no ha logrado evitar la prisión incondicional en el marco de la investigación por los delitos de sedición, rebelión y malversación de fondos públicos.
Oriol Junqueras es el único de los tres grandes dirigentes independentistas que no ha logrado evitar la prisión incondicional
La huida de Puigdemont junto con parte del destituido gobierno autonómico a Bruselas, donde se ha autootorgado un título de ‘presidente en el exilio’ no reconocido por ningún gobierno ni organización internacional, fue la primera señal evidente de la ruptura. Al contrario de Junqueras, quien no renegó de los actos realizados ante la magistrada que instruye su caso, Forcadell ha acatado la Constitución y ha marcado distancias con el procés independentista en el que jugó un papel fundamental.
Eso le ha valido que el magistrado encargado de su causa (y de los otros miembros de la Mesa del Parlamento autonómico que han optado por la misma defensa) le haya permitido evitar la prisión preventiva tras pagar una fianza de 150.000 euros.
Estas tres actitudes tan diferentes han dejado al independentismo sin un líder claro y han terminado por fracturar a un bloque independentista en el que la unidad era de por sí cada vez menos real. La ruptura es tanto entre los diferentes partidos, el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) de Puigdemont y la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) de Junqueras y Forcadell -incapaces de registrar una coalición para presentarse a las elecciones del 21 de diciembre-, como en el seno de cada uno de ellos. El expresidente catalán se postuló a sí mismo para liderar la lista de su formación. Sin embargo, tal como ha informado El Confidencial, tras una aceptación inicial por la dirección del partido aumentan las reticencias para que lo haga.
Junqueras en la encrucijada
ERC había salvado hasta ahora la cara ante los independentistas. La prisión incondicional de Junqueras le permitía presentarse ante su potencial electorado como un partido que mantiene una coherencia y cuyos líderes están dispuestos a asumir las consecuencias de sus actos. Sin embargo, el hecho de que Forcadell reniegue ahora de estos, llegando a decir ante el juez que la proclamación de independencia era “declarativa” y meramente “simbólica”, ha destruido también esa imagen.
Junqueras queda ahora ante la disyuntiva de ser un candidato que haga campaña desde prisión, siendo el único de los tres grandes líderes dispuesto a pagar un precio personal por mantener la coherencia, o seguir los pasos de su compañera de partido. Según diversos medios, podría estar planteándose esto último, y su defensa estaría preparando un recurso al auto de encarcelamiento en el que acataría el artículo 155 de la Constitución.
La tabla de salvación de la unidad independentista sería presentar una candidatura conjunta en forma de ‘agrupación de electores’
La ultraizquierdista Candidatura de Unidad Popular (CUP) es la única formación separatista que no tiene entre sus líderes a alguien que haya evitado las consecuencias en primera persona de la declaración de independencia. Esto se debe a que ningún miembro de la CUP formaba parte del ya destituido gobierno autonómico ni de la Mesa del Parlamento regional. De esta forma, tampoco puede presumir de tener representantes que asumen un costo personal por el desafío independentista.
La tabla de salvación de la unidad independentista sería presentar una candidatura conjunta en forma de ‘agrupación de electores’ en la que estuvieran presentes las tres formaciones. Esta fórmula cuenta con apoyos en el seno de ERC y PDeCAT, aunque también con dirigentes de estas formaciones que la rechazan. La CUP se muestra reacia debido a que supondría compartir una lista electoral con el partido de Puigdemont, algo que no quiere hacer. Además, faltaría por definir quién la encabezaría.