Antonio José Chinchetru (ALN).- La imagen de Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, como representante de la firmeza ante el independentismo catalán se ha visto reforzada durante los últimos meses. Su postura se ha mantenido inalterada desde las semanas previas a la celebración ilegal del referéndum del 1 de octubre, cuando ya comenzó a reclamar elecciones autonómicas en Cataluña. Ha mostrado un apoyo firme al Gobierno, si bien no ahorraba reproches a Mariano Rajoy por una respuesta que consideraba demasiado lenta. Las encuestas vaticinan que los electores premiarán su actitud y la de su partido.
El desafío independentista catalán ha supuesto la consolidación de Albert Rivera como uno de los principales líderes políticos españoles. El partido que preside, Ciudadanos, nació precisamente en Cataluña para hacer frente al nacionalismo. La defensa de la unidad de España, junto con un discurso de regeneración democrática y lucha contra la corrupción, son las claves que explican que en las elecciones generales de 2015 pasara de no tener representación en el Congreso de los Diputados a convertirse en la cuarta fuerza política, con 40 escaños (que se verían reducidos a 32 en los comicios de seis meses después). Durante los últimos meses, Rivera ha representado la postura de mayor firmeza pública ante el independentismo entre los líderes políticos españoles.
La oposición al independentismo es la principal bandera del ‘más catalán’ entre los grandes partidos españoles. La actual estructura de la dirección nacional de Ciudadanos es un buen reflejo de ello. Además del presidente, son oriundos o residentes en Cataluña el secretario general, José Manuel Villegas; la portavoz de la Ejecutiva, Inés Arrimadas (que además es la líder del partido en esa comunidad autónoma); el portavoz del Grupo Parlamentario en el Congreso de los Diputados, Juan Carlos Girauta; los secretarios de Organización, Fran Hervías, de Comunicación, Fernando del Páramo, y de Programas y Áreas Sociales, Toni Roldán, entre otros.
Líneas estratégicas fijadas antes del 1 de octubre
Desde las semanas previas a la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre (en el que se pudieron ver imágenes de personas que votaban en varias ocasiones) las líneas estratégicas fijadas por Albert Rivera han sido siempre las mismas. La formación naranja ha apoyado en todo momento al Gobierno de Mariano Rajoy en su negativa a negociar con los separatistas la ruptura de la unidad de España, ha llamado a la unidad de los denominados ‘partidos constitucionalistas’ (Partido Popular, PSOE y Ciudadanos) y ha reclamado la convocatoria de elecciones autonómicas en Cataluña.
La formación naranja ha apoyado en todo momento al Gobierno de Mariano Rajoy en su negativa a negociar con los separatistas la ruptura de la unidad de España
El 28 de septiembre, dos días antes de la consulta ilegal, decía: “En Ciudadanos no regateamos para apoyar sin fisuras al Gobierno de la nación ante este golpe a la democracia. En estos momentos ya hay partidos buscando dónde situarse después del 1-O”. Esta postura, que se ha mantenido inalterada en el tiempo, ha conseguido impulsar a su formación en todos los sondeos electorales, tanto nacionales (algunos de los cuales predicen que superará a Podemos tanto en número de votos como de escaños) como catalanes. En el mismo acto, Rivera concluía su intervención diciendo: “Cataluña es mi tierra, España es mi país, y Europa es mi futuro. Y lo seguirán siendo”.
Esta última idea es uno de los ejes centrales del discurso de Rivera y sus compañeros. Lo es incluso desde un punto de vista de la iconografía. Uno de los símbolos que más han usado ha sido un corazón formado por las banderas de Cataluña y España en su parte superior y la de la Unión Europea en la inferior. El propio Rivera ha lucido en algunos actos una pegatina de gran tamaño con ese dibujo sobre la camisa o el jersey en la parte izquierda de su pecho.
Este símbolo estuvo muy presente en las dos manifestaciones multitudinarias, con alrededor de un millón de asistentes cada una, celebradas en Barcelona a favor de la unidad de España el 8 y el 29 de octubre. De esta manera, Ciudadanos consiguió en ellas un protagonismo muy superior al del PP y del PSOE (que tan sólo participó en la segunda).
Tras la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, Rivera insistió en su discurso firme contra el independentismo y, a diferencia de Podemos y PSOE, no criticó al Ejecutivo porque las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado intentaran cerrar algunos centros de votación (por orden judicial, no gubernamental). La crítica al Ejecutivo de Rajoy se centró en ese momento en lo que consideraba una falta de firmeza ante el independentismo. En una reunión mantenida con Rajoy en la sede de la presidencia del Gobierno, el Palacio de La Moncloa, el 2 de octubre le reclamó la activación del artículo 155 de la Constitución para intervenir la autonomía catalana.
Desde entonces, ese fue el eje central de su discurso frente al independentismo. Reclamó la puesta en marcha del artículo 155 y la convocatoria de elecciones autonómicas de forma constante. Lograba su objetivo el 20 de octubre, cuando el Gobierno y el PSOE pactaron estas medidas, que fueron aprobadas por el Senado seis días después. Rivera salía reforzado en su imagen pública tras semanas defendiendo la que se convertiría en la postura común de los partidos constitucionalistas.
Riesgo de diluir su imagen en la del PP
Con su apuesta de firme apoyo al Ejecutivo de Rajoy, Albert Rivera ha asumido algunos riesgos para su partido. Días después de que el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, proclamara el 10 de octubre la independencia de su región para dejarla en suspenso cuando apenas habían pasado 20 segundos, fuentes de Ciudadanos hablaron sobre ello con ALnavío. Dijeron: “Apoyamos al Gobierno en este asunto porque es nuestra obligación, pero si Rajoy tarda mucho más en reaccionar y la situación se prolonga en el tiempo va a suponer un desgaste electoral para nosotros”.
Con su apuesta de firme apoyo al Ejecutivo de Rajoy, Albert Rivera ha asumido algunos riesgos para su partido
Una vez pasada esta etapa, Rivera tiene que hacer frente al reto de seguir apoyando al Ejecutivo frente al independentismo, pero sin diluir la imagen de Ciudadanos en la del Partido Popular. Para ello, ha rechazado las propuestas realizadas desde el PP a través de medios de comunicación de presentar una candidatura unida de los tres partidos constitucionalistas a las elecciones autonómicas del 21 de diciembre en Cataluña. Su objetivo es que Ciudadanos, PSOE y Partido Popular sumen entre los tres más diputados que el bloque independentista. Todos los sondeos apuntan a la formación naranja como la más votada entre los no separatistas, lo que podría llevar a su líder autonómica, Inés Arrimadas, a la Presidencia de la Generalitat si se logra un acuerdo de legislatura entre las tres fuerzas luego de los comicios.