María Rodríguez (ALN).- El proyecto Abanca ReSuena, con el patrocinio de la entidad que preside Juan Carlos Escotet, surgió en 2014 en A Coruña (Galicia). Está inspirado en el Sistema de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, fundado por el fallecido director musical José Antonio Abreu e impulsado también por el director de orquesta Gustavo Dudamel. Hoy casi 250 alumnos gallegos aprenden música y valores mediante esta iniciativa, dejando a un lado la clase social a la que pertenecen. El apoyo de Abanca se concreta, entre otros aportes, con la entrega de 150 instrumentos musicales. “Lo bueno que tiene este proyecto es que todo lo que hacemos es inolvidable para los niños”, destaca en esta entrevista al diario ALnavío Diego Zecharies, director artístico de Abanca ReSuena.
“Esto no es un conservatorio más o una orquesta joven más, esto es algo diferente. Llevar a la ciudad de A Coruña (Galicia) tal cual es arriba del escenario”. Lo dice en esta entrevista al diario ALnavío Diego Zecharies, director artístico de Abanca ReSuena, un proyecto musical que surgió en 2014 inspirado en el Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, fundado por el fallecido director musical venezolano José Antonio Abreu (Leer más: Así despide el mundo al maestro Abreu).
Bajo el mecenazgo de Abanca, presidida por el también venezolano Juan Carlos Escotet, el proyecto Resuena ha ido creciendo en alumnos, iniciativas y repercusión en la ciudad. El afamado director de orquesta Gustavo Dudamel también es conocedor del proyecto, incluso compartió con los alumnos uno de los ensayos semanales el año pasado (Leer más: Galería | La democracia en armonía del maestro Gustavo Dudamel).
En el último curso participaron casi 250 alumnos de cuatro a 18 años. ¿Y la lista de espera? “No te lo puedo decir claramente porque son muchísimos, y eso que aquí lo que es la publicidad va de boca en oído”, apunta Zecharies, de origen uruguayo, que además de director artístico de Resuena es contrabajo principal en la Orquesta Sinfónica de Galicia desde 2002 (organización que también colabora en este programa), profesor, solista y productor musical.
“En el último curso participaron más de 200 alumnos de cuatro a 18 años”
El apoyo de Abanca se concreta, entre otras aportaciones, en la entrega de 150 instrumentos musicales, que son los que utilizan los alumnos año a año en los ensayos y conciertos, el último el pasado 17 de junio en el escenario principal del Palacio de la Ópera de A Coruña. Además de la orquesta, el programa Resuena cuenta con dos coros, uno de Manos Blancas, integrados por niños con síndrome de Down, sordera y otras patologías. Los ensayos se realizan en el Centro Cívico Monte Alto y en el colegio Alborada, ambos en la ciudad coruñesa.
– ¿Qué significa para usted ser el director artístico de este proyecto?
– Por un lado, es una consecuencia de haber concebido el proyecto desde el principio. Comenzamos a trazar un mapa de problemáticas de la ciudad y ver cómo podríamos usar lo que nosotros sabemos, que es la música y la orquesta sinfónica, en un proyecto social que revierta a la ciudad de A Coruña parte de lo que A Coruña nos viene dando a la Orquesta Sinfónica de Galicia en los últimos 25 años. Para mí significa muchas cosas: el poder lograr en un futuro, espero no tan lejano, tener en todos los barrios de Coruña una orquesta sinfónica infantil, juvenil y un coro. Lograr así el día de mañana quizá una ciudad mucho más tolerante, mucho más abierta y que sepa escuchar.
– Este proyecto de orquestas está inspirado en el Sistema venezolano.
– Efectivamente. Cuando vivía en Uruguay eso no existía todavía [El Sistema también se extendió por Uruguay]. Ahora yo doy clase de contrabajo en el Sistema de Uruguay todas las semanas por Skype y voy varias veces al año a hacer seminarios y a tomar exámenes. Estoy conectado al Sistema, pero en calidad de profesor. Eso sí, cuando tocaba en la orquesta de Claudio Abbado (italiano), fuimos a Venezuela y a Cuba y ahí conocí el Sistema de primera mano y eso fue lo que me cambió la vida.
– ¿Qué hay de diferente entre el Sistema venezolano y ReSuena?
– No se trata de importar soluciones foráneas, se trata de importar la idea y ajustarla a nuestras necesidades y posibilidades. Nosotros adoptamos la idea de Abreu y del Sistema venezolano y lo aplicamos a la medida de A Coruña, que es una ciudad mucho más pequeña que Caracas. Era tomar la idea y procesarla mucho para poder adaptarla y hacer de verdad algo nuevo, innovador y atractivo para el medio en el que estamos.
– ¿Cómo ayuda la enseñanza y práctica colectiva de la música a la reinserción social?
– En ReSuena es evidente después de cuatro años de trabajo juntos. Hay más de 200 integrantes en la orquesta y muchas familias están involucradas. Tratamos de inculcar valores a los niños, no es solamente tocar un instrumento. Con los años uno ve que los niños son más abiertos, no sé si más inteligentes, pero tienen otro tipo de inteligencia emotiva y son más responsables. Y cada vez tocan mejor. También se nota en el rendimiento escolar. A través de la música los niños aprenden a no temer a ningún desafío, porque arriba del escenario estamos todos un poco desnudos. Y eso hace que crezcamos en momentos de necesidad. Además, se crean vínculos entre los propios compañeros, la música y la vida. Son más abiertos y tolerantes, y eso es gracias a ReSuena. La deserción de los alumnos es prácticamente nada, 0,5% de los que empiezan, cuando generalmente en este tipo de proyectos suele ser al revés.
“Nosotros adoptamos la idea de Abreu y del Sistema venezolano y lo aplicamos a medida de A Coruña”
– ¿Algunos de los alumnos ya dicen que quieren ser músicos profesionales?
– Muchos de ellos, y muchos ya muestran maneras, a pesar de que ese no es el objetivo principal. Por supuesto que los profesores tienen un muy buen nivel y hacen que los niños tengan desde el primer momento una guía fantástica.
– ¿Qué supone para los alumnos compartir ensayos con figuras tan destacadas como Gustavo Dudamel? ¿Es inolvidable?
– Por supuesto. Además, lo bueno que tiene este proyecto es que todo lo que hacemos es inolvidable para ellos. Tocamos en la sala de conciertos más grande de la ciudad, y llenamos el aforo de 1.700 localidades. Pero no sólo eso, las familias ven a sus hijos en el escenario siendo reconocidos por lo que son. Y los niños tocan y se divierten. Y en ese sentido la orquesta tiene algo que las demás no tienen: la energía, las ganas. No tenemos ningún tipo de complejos a la hora de ejecutar. Estamos para divertirnos y pasárnoslo bien. Y eso hace que la ejecución también mejore.