Juan Carlos Zapata (ALN).- Le recordó a Trump que “las sociedades están cambiando”. Que los cambios se remontan a medio siglo pero que se han acelerado en los últimos 25 años, lo cual fue previsto por “futurólogos” como Alvin Toffler y es como el propio Slim observa el entorno presente y futuro. A Carlos Slim le han bastado unas cuantas frases para desmontar el discurso del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. En la rueda de prensa ofrecida el pasado viernes en Ciudad de México, el magnate no parecía hablar desde la posición de la 4ª mayor fortuna del mundo, sino como líder nacional, líder con visión global, y además en calidad de “futurólogo” de la economía y el cambio. Tanta fue la contundencia de sus declaraciones que Slim fue Trending Topic el viernes y el sábado con más de 93 mil tuits.
En medio de la tormenta que la política de Trump ha desatado en México, la intervención de Slim abre otro capítulo de un desafío que comenzó en la campaña electoral cuando el entonces candidato republicano señaló que Slim -accionista de The New York Times– usaba el medio para ayudar a Hillary Clinton. Slim no respondió al señalamiento pero en cambio sí criticó, a horas de los comicios, la propuesta de Trump de aplicar a las importaciones un arancel del 35%, puntualizando que la medida iba a destrozar la economía de los Estados Unidos, a lo que Trump ha replicado, ahora desde la Presidencia, con la amenaza de aranceles del 20% para las importaciones mexicanas.
Slim y Trump –éste era presidente electo- habían sostenido una reunión en Florida. Solo ellos saben el clima de ese encuentro. Sin embargo, dice mucho el tono de la siguiente frase de Slim: “No ha habido más comunicación con él. Ni yo lo he buscado, ni él a nosotros”. Lo que ha habido son órdenes ejecutivas en la Casa Blanca contra el Nafta y por la construcción del muro en la frontera que, dice Trump, debe pagar México.
La crisis del cambio civilizatorio no se enfrenta con políticas que conduzcan hacia atrás sino hacia adelante
De tal manera que ante los últimos hechos, Slim no podía callar. Es el primer empresario de México y su voz tiene la fuerza suficiente para hacer lo que hizo, convocar a la unidad nacional y, de paso, enviarle unos cuantos mensajes al nuevo inquilino de la Casa Blanca. “Esta unidad nacional para mí es sorprendente y el mayor gusto de mi vida, que no la había visto ni en el sismo de 1985. Esta actitud del pueblo mexicano, anteponiendo la unión, es sorprendente ante este desafío”, señaló el magnate, y al hablar de unidad nacional era como si hiciera el contraste con Trump, quien con las medidas, el discurso, los tuits, las órdenes ejecutivas, ha profundizado aún más la división en el pueblo de los Estados Unidos y generado rechazo en Europa, América Latina y Asia.
Cero enojo y cero entrega
Slim ofreció la rueda de prensa con una puesta en escena más que austera. Una lapicera y un vaso de agua eran los únicos “adornos” en la mesa. La pared completamente desnuda. Como material de apoyo, el libro de campaña de Trump, Great Again, y cuatro folios manuscritos constataban que eran sus ideas y no las de otros las que exponía ante una nutrida concurrencia de periodistas. De hecho, la expresión más usada fue “Yo creo”. Al magnate no le faltaron la sobriedad, la serenidad y una buena dosis de realismo mezclado con humor cuando señaló que el plan de infraestructura de Trump va requerir de los mexicanos emigrantes. “El mejor socio de los Estados Unidos es México”, apuntó. Así, recomendó mantener ante la Casa Blanca “una posición de fuerza sin enojarnos pero sin entregarnos”. Y esa fue la actitud de Slim en la conferencia: cero enojo y cero entrega.
De modo que le recordó a Trump que “las sociedades están cambiando”. Que los cambios se remontan a medio siglo pero que se han acelerado en los últimos 25 años, lo cual fue previsto por “futurólogos” como Alvin Toffler y es como el propio Slim observa el entorno presente y futuro. Países como Singapur, Corea y China son baluartes de los cambios, aunque esta última, dijo, sería la nación más “consciente” del paradigma de la nueva civilización. De hecho, China ha saltado de ser una sociedad agrícola, dijo Slim, a una sociedad tecnológica que saca cada año a 30 millones de personas de la pobreza.
No ha habido más comunicación con él. Ni yo lo he buscado, ni él a nosotros
El relato le permitió afirmar que hay algunos que se mantienen en la posición de no hacer cambios, de donde se infiere que es un señalamiento hacia Trump, aunque reconoció que el Presidente es un “negociador”, condición que debe ser tomada en cuenta para “que no nos espantemos y creamos que todo vaya a ser para mal”. O sea, Slim le brinda el beneficio de la duda reivindicando en Trump lo que en esencia es como empresario, magnate y hombre de negocios: un negociador. Lo cual supone condiciones y elementos que van desde el diálogo hasta el transigir, de lo que Trump hasta ahora no ha dado muestras. No obstante, Slim reconoce en Trump algunas propuestas que juegan al cambio: inversión en infraestructura, tecnología, educación moderna –China lo ha hecho-, capital privado.
Hiperactividad
Pero, insistió, le preocupan las propuestas que asoman un “regreso al pasado”. En tal sentido, Slim se hizo eco de la frase de otros analistas: “utopías regresivas”. Y aquí es cuando limita el foco y señala que el regreso al pasado es poner la mirada en la exitosa sociedad industrial del “pasado” americano. Es volver a la manufactura, y a la manufactura en general, sin ser racional, sin ser selectivo. Entonces, Slim lanzó la advertencia, conjeturando que el negociador sea “inteligente” y se dé cuenta de que la ruta “no es por ahí”.
Porque si bien es cierto que lo planteado por Trump va a generar empleos, Slim se preguntó a qué costo. A un costo que tendrán que pagar 325 millones de estadounidenses. “Eso ya no funciona”, sentenció Slim, quien sabe de empleos, porque en México, donde es el más grande empleador, el número pasa de los 200 mil. De modo que, reafirmó, no funciona la propuesta de “regresar al pasado de la gran industria americana”. Propuesta que considera “precipitada”, lo que va en línea con lo que es Trump, ya que Slim deslizó la palabra “hiperactividad”, una forma de definir la personalidad del mandatario. Y aunque el mexicano no lo dijo, hay que agregarlo: La hiperactividad es peligrosa en tiempos de Twitter.
Para Slim, la crisis del cambio civilizatorio no se enfrenta con políticas que conduzcan hacia atrás sino hacia adelante. “Trump está choqueando al mundo”, afirmó.
Slim argumentó el retroceso de esta forma. Hay “huecos” en la propuesta de Trump, ya que en el radar no aparecen la pluralidad, la globalización, la diversidad, la productividad, el medio ambiente, los derechos humanos, la libertad y la competencia. Todos aspectos fundamentales en la nueva civilización, que es todo lo contrario a la sociedad agrícola en la que el poder –léase bien, lo dijo Slim- era monolítico y excluyente. En contraste, la nueva civilización exige más y mejor educación, apuntó. Y agregó que las nuevas sociedades se fundamentan “en el bienestar de todos”, y ello implica más ingresos, más empleo. Y como experto en empleo que es, dijo que éste “no es una responsabilidad social sino una necesidad emocional”.
Hay una última advertencia de parte de Slim para Trump. Que cerrar la economía entraña un alto riesgo para los Estados Unidos. Porque no solo va a encarecer los productos sino que frenará el desarrollo de las empresas restándoles competitividad a nivel planetario. Pero Trump cree –lo dejó sentado en el discurso de investidura- que “durante muchas décadas, hemos enriquecido a la industria extranjera a costa de la estadounidense”. De allí el proteccionismo con los aranceles punitivos y la resuelta política en contra de los tratados de libre comercio.
¿Entenderá Trump el mensaje del colega magnate de México? Lo entenderá, parafraseando a Slim, si es inteligente, o solo porque antes que el “terminator” se imponga el negociador probado, con éxito. Claro, despachar desde la Casa Blanca es otra cosa. De hecho, el historiador Richard Pipes le declaró a El País este sábado que “ser presidente de los EE UU requiere ciertas cualidades de las que Trump carece”.