Daniel Gómez (ALN).- Un detonante único, un icono de modernidad… Eso es para el magnate Carlos Slim el Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. Eso, siempre y cuando logre convencer a Andrés Manuel López Obrador, el favorito para ganar las elecciones presidenciales, de que no frene la construcción. El AeroSlim será la nave que conduzca a México hacia la modernidad.
Carlos Slim, dueño del Grupo Carso y el hombre más rico de México, tiene 78 años. Casi ocho décadas de vida en las que ha visto construir rascacielos de casi 900 metros, puentes de cuatro kilómetros, islas artificiales y hasta una vivienda para humanos en el espacio exterior.
El Burj Khalifa y las Islas Palm en Dubai, el Puente de Akashi Kaikyo en Japón y la Estación Espacial Internacional son algunos de los proyectos más emblemáticos del último siglo. Obras que han marcado una época, simbolizando un antes y un después en la historia de la humanidad.
Slim, que ha vivido la construcción de todas y cada una de ellas, jura y perjura que el Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México es único e incomparable. “En mi vida he visto un proyecto que pueda tener tanto impacto sobre un área. El único que yo podría comparar es el Canal de Panamá”, dijo este lunes en una rueda de prensa.
Esta defensa del aeropuerto se produce a falta de dos meses y medio para las elecciones a la Presidencia (1 de julio de 2018). Unos comicios en los que el favorito, Andrés Manuel López Obrador, asegura que si es electo cancelará la construcción del nuevo aeropuerto porque lo ve innecesario, excesivo, además de “un nido de corrupción”.
Carlos Slim es totalmente opuesto a esta decisión. Y no por una cuestión de dinero, sino por una cuestión de futuro. En la mente del magnate ya se dibuja el México del mañana. Y en él, este aeropuerto es el símbolo de un país en desarrollo que aspira a ser uno de los más pujantes de este siglo.
“Es muy importante que los turistas vean un aeropuerto de clase mundial, que vean que México es un país en desarrollo”
Un icono que también representará al ingeniero Slim, el empresario latinoamericano más importante de todos los tiempos, el líder de las telecomunicaciones en México y el primero en subir al puesto más alto de la lista Forbes.
El nuevo aeropuerto, deseado desde tiempos del expresidente Vicente Fox, se construye a 15 kilómetros del centro de la capital, sobre el antiguo lago de Texcoco. Allí, desde 2014, decenas de miles de trabajadores trabajan para tener lista la obra, cuya inauguración está prevista para 2021.
Desde 2014 también trabaja López Obrador, pero para detener el proyecto. Hasta se tomó la molestia de construir un proyecto alternativo que Slim desmontó en su comparecencia porque estaría lejos, porque sería pequeño y porque no tendría lo que merece México, según el magnate.
“El primer impacto de un turista es el aeropuerto. Es la tarjeta de presentación de un país. Es muy importante que vean un aeropuerto de clase mundial, que vean que México es un país en desarrollo y crecimiento, con intenciones de entrar ya al desarrollo”, apuntó Slim.
De hecho, en una entrevista concedida al periódico El País de Madrid, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial de México, Juan Pablo Castañón, explicó la decisión de suspender el diálogo técnico sobre el nuevo aeropuerto con López Obrador. “Desafortunadamente, el candidato de Morena no ha querido escuchar”, dijo, para añadir: “No quiere el aeropuerto y él es quien no está abierto al diálogo. El aeropuerto es importante, pero también lo es el Estado de derecho, el combate a la corrupción, las pequeñas y medianas empresas, las acciones para la competitividad o la administración de los recursos públicos”.
Ya toma forma el sueño de Slim
Desde el aire ya se avista la equis que da forma al aeropuerto. Una sola terminal con 95 puertas de embarque a la que acompañan tres pistas de aterrizaje preparadas para 850.000 operaciones al año.
El nuevo aeropuerto fue diseñado por el arquitecto británico Norman Foster, con el apoyo del mexicano Fernando Romero(yerno de Slim). En el proyecto se aprecian tiendas, restaurantes y auditorios sin apenas cambios de nivel, además de una estructura transparente que recubre todo el edificio para que los pasajeros no pierdan de vista el cielo.
“El aeropuerto del futuro”, lo bautizaron Foster y Romero. Tan futurista que hasta tiene forma de nave intergaláctica.
Con capacidad para recibir 70 millones de personas al año, puede ampliarse para que arriben más de 120 millones. Eso no sólo lo convierte en el aeropuerto más grande de América Latina, sino también en uno de los más grandes del mundo, sólo comparable a los de Singapur, Londres, Atlanta y Doha.
En lo que será incomparable es en su capacidad de ahorro. Está diseñado y construido para que pueda funcionar a temperatura ambiente, limitando el consumo energético de los equipos de frío y calor.
Aquí no terminan las ventajas de la nueva terminal. De hecho, sólo son el comienzo, o como dijo Slim, “la carta de presentación”. México es un país grande y lleno de recursos. Una economía que necesita de inversión para alcanzar el ansiado desarrollo.
De 2014 hasta hoy, el nuevo aeropuerto ha suscrito 321 contratos, que suman 7.800 millones de dólares. De ese dinero, 3.900 millones corresponden al consorcio más importante del aeropuerto, el que lidera el Grupo Carso del magnate.
Según Carlos Slim, el aeropuerto será un detonador. Lo será por su propio magnetismo y por la ubicación de la terminal, la cual conecta a Canadá y Estados Unidos con América Latina. En lo que va de construcción, ya ha generado más de 45.000 empleos directos e indirectos. Pero esto no es nada si se compara con lo que lo rodea.
“En mi vida he visto un proyecto que pueda tener tanto impacto sobre un área”
El aeropuerto se ubica al noroeste de la Ciudad de México, cerca de una zona rural donde los robos y la violencia son el pan de cada día. Un espacio marginal en el que habitan más de cinco millones de personas, muchas de ellas a disgusto con este aeropuerto porque el Gobierno les arrebató sus tierras. Otra baza en la campaña de AMLO.
Para Slim, lejos de ser un problema, semejante cantidad de gente es la clave de todo. De ahí emanan las clases medias del futuro y un núcleo urbano que podría ser el segundo más grande de México.
El magnate ya imaginó cómo será ese lugar. En él habrá hoteles, oficinas, una ciudad universitaria, un centro tecnológico comparable a Silicon Valley y hasta un nuevo Paseo de la Reforma que conecte el viejo aeropuerto con el nuevo. Un bulevar para coches, bicicletas y peatones con árboles, parques y edificios.
Un proyecto faraónico para un faraón, para Carlos Slim y su aeropuerto, el AeroSlim.