Daniel Gómez (ALN).- Carlos Raúl Hernández, analista político, profesor en la Universidad Central de Venezuela y jefe de la cátedra de América Latina, se ha pasado la vida estudiando fenómenos políticos en la región. Y resulta que nunca antes había visto una oposición como la de Venezuela, tan desconectada de la realidad. La oposición extremista, aclara.¿Por qué? Eso y mucho más lo aborda el profesor en una entrevista con el diario ALnavío.
El analista político venezolano Carlos Raúl Hernández fue uno de los mayores sorprendidos cuando la Unión Europea publicó su último listado de sanciones. No entendió por qué Bruselas arremetió contra aquellos que trabajaron por una solución electoral contra la crisis. Contra demócratas, dijo. No entendió que la UE, que venía adoptando una línea moderada en el tema de Venezuela, premiara a la línea más extrema de la oposición, como si del gobierno de Donald Trump se tratase. Y tampoco entendió por qué a nivel interno la oposición que representa el llamado G4 [Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo] sigue apostando por el cese de la usurpación, un mantra que, asegura, fracasó. Todos estos temas los aborda Carlos Raúl Hernández, profesor en la Universidad Central de Venezuela y jefe de la cátedra de América Latina, en entrevista con el diario ALnavío.
– ¿Por qué fue tan crítico con las últimas sanciones de la UE?
– Son sanciones contra unos señores por ser diputados. Contra otros por ser miembros del Consejo Nacional Electoral [CNE] a nombre de la oposición. Esto es una especie de ridiculización de la sanción misma. Si lo revisa, verá cómo para la Unión Europea no hay nadie sancionado por narcotráfico, por delitos de guerra, por genocidios… Luego se puede ver que no hay sanciones en el resto del continente, como si no hubiera habido desmadres, ni actos de corrupción. No hay sancionados personales en Brasil nada menos que después de lo que significó el caso Odebrecht. Da la sensación de que la gente que en Europa realiza esas investigaciones no tiene muchas competencias y que se mueve por modas políticas. Sancionan por ejemplo al rector Leonardo Morales, que es un hombre que ha estado toda la vida en la oposición. Desde el primer día de la revolución. Un hombre con una vida académica y personal absolutamente recta. Lo que sí es verdad es que esto ayuda a desbaratar la idea de que las sanciones tienen algún piso. De hecho, la respuesta era perfectamente predecible. Estaba claro que iban a expulsar a la embajadora. Pero la Unión Europea hizo el tercer acto de esta comedia que fue pedir al gobierno que modifique la decisión sobre la embajadora. Todo esto es una broma de mal gusto, pero también una oportunidad para que la Unión Europea logre una especie de restructuración de las relaciones con Venezuela para establecer un compromiso que contribuya a abrir las posibilidades de un cambo en el país. Ahora hay una cantidad de gente celebrando la marcha de la embajadora [Isabel Brilhante], otra cantidad celebrando las sanciones de la UE, y en la medida que se siga alimentando a los radicales de ambos lados nos alejamos del centro. En todos los procesos políticos donde han operado criterios racionales para resolver conflictos a quienes hay que fortalecer es a los centristas, a los moderados, mientras se aísla a los radicales. Me asombra que en la Unión Europea prime un criterio como este, tan alocado y adolescente.
– Se supone que la Unión Europea era la voz de la moderación.
– Pues esto que han hecho es como levantar las banderas del trumpismo. Se suponía que esto no iba a volver a suceder con la marcha de Trump, que habría una posición internacional más política, como la que hubo cuando los sandinistas estaban haciendo la revolución en Nicaragua. Entonces la Unión Europea, Estados Unidos y el llamado Grupo de Contadora hicieron un esfuerzo para lograr un entendimiento en torno a una opción democrática. Estos no llegaron a parcializarse, sino a ganarse la confianza de los dos para establecer un piso que permitió que Violeta Chamorro ganara a Daniel Ortega. En Venezuela tenemos el 80% de la ciudadanía en contra del gobierno. Pienso que una política inteligente es favorecer un proceso electoral justo y abierto, justo lo contrario de lo que está haciendo la comunidad internacional, favoreciendo las opiniones que abonan al boicot, a la abstención. Esto es un sinsentido, política de caverna que polariza y va en el sentido contrario de la vía.
– El académico chileno Fernando Mires dijo lo siguiente a propósito de las sanciones europeas: “Las declaraciones de la UE son de comisiones que sólo repiten lo que dicen los que tienen el timbre de la oposición oficial. Mientras la oposición democrática no se organice en Venezuela, las declaraciones de diferentes organismos internacionales van a ser siempre las que les dictan Ledezma, Borges y los López”. ¿Qué ha hecho mal la llamada oposición no extremista para ser invisible?
– El último grupo que menciona Mires ha dispuesto de una cantidad considerable de miles de millones de dólares. Estados Unidos paralizó cuentas y activos en el exterior por más de 40.000 millones. Gran parte de ello lo manejan grupos en el exilio. Tienen una inmensa capacidad para hacer lobby. El Departamento de Estado ordenó una investigación sobre el uso de los fondos que se habían destinado a la oposición venezolana. Estos 40.000 millones de los que hablo son activos venezolanos que pasaron a control de Estados Unidos y de estos grupos de oposición. Para el gasto menudo, Trump dijo varias veces que a Venezuela le habían dado 1.000 millones de dólares del presupuesto de Estados Unidos. Una inmensa cantidad de dinero para hacer la idea en el exterior de que la única oposición que existe es la de ellos. Y en realidad, lo que dice Mires es cierto: aquí han fracasado ambas oposiciones. La oposición radical, que tuvo el control de la Asamblea Nacional por cinco años, y fracasó por así decirlo la oposición de centro, que no pudo convencer a la gente de que votaran por ellos.
– ¿Cuál es el estado de la oposición de Venezuela en este momento?
– Lo que más me preocupa es que en este momento la oposición prácticamente no existe. Los 30 diputados que hay en la Asamblea Nacional no tienen ninguna repercusión. El país no quiere nada con ningún político ni con ningún partido. Hay un rechazo natural al gobierno por el desastre que estamos viviendo. Pero a la hora de optar por alguna fuerza política la gente dice que no le interesa.
– ¿A qué se debe que a los venezolanos no les interese la política?
– Veamos lo que ha ocurrido en Colombia. Allí hubo una reunión del G4 que lo único que se les ocurre es seguir con el cese de la usurpación. Por otro lado, ves las declaraciones de Juan Guaidó y Leopoldo López en el mismo sentido de confrontación, sin ningún asidero. Tal vez uno podía entenderlos el año pasado, el año antepasado, cuando había multitudes en la calle siguiéndolos. No hay capacidad mental ni intelectual para dirigir la situación en la que se está y para pensar que hay que hacer un cambio. Vienen unas elecciones locales, regionales y municipales. En vez de estar haciendo reuniones en Bogotá, deberían estar organizando una fuerza electoral, los partidos políticos y todo aquello que conforma la maquinaria electoral. Ha resultado asombroso el grado de desconexión de la oposición venezolana con la realidad. En todos mis años estudiando fenómenos políticos en América Latina y el mundo, jamás había visto una oposición con mayor incapacidad, con mayor incomprensión de la realidad, más perdida y más delirante que la de Venezuela.
– Pero esta oposición ha tenido un éxito indudable. En torno a la figura de Juan Guaidó, Venezuela logró la mayor coalición internacional desde la Segunda Guerra Mundial.
– Sí. ¿Y de qué sirvió? Ciertamente hay una gran coalición internacional, pero es lo mismo que si no existiera ya que no se pudo conquistar el poder. Poder que se tenía muy cerca, por cierto. Tuvimos una mayoría en la Asamblea Nacional en 2015. Venían dos procesos electorales inmediatos en los que se esperaba ganar abrumadoramente: las elecciones de gobernadores y las de alcaldes. Pero en vez de eso salieron a la calle a tumbar a Maduro. En vez de ganar en las urnas salieron a la calle a derrocar al gobierno. Y ahí están los resultados: la desaparición del escenario político.
– El argumento de la oposición es que no hay condiciones para unas elecciones libres y justas.
– Pero, ¿cómo llegaron ellos al poder? ¿No se ganó la Asamblea Nacional contra todo tipo de abusos y con un CNE con un solo representante de la oposición? Hoy tenemos dos, por cierto. En 2015, luego de una cantidad de aberraciones electorales la oposición ganó el 74% de la Asamblea Nacional.
– Juan González, responsable para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de Joe Biden, abrió la puerta a una negociación con Maduro, siempre que este diera señales de apertura: liberación de presos políticos, disolución de las FAES, entrada de ayuda humanitaria… Pero, ¿acaso tiene Maduro incentivos para negociar en este momento?
– Lo importante es que me gusta el ánimo de Juan González. El punto es que cuando quieres negociar de verdad, tú no puedes poner precondiciones para empezar. Realmente hoy el gobierno poco tiene que negociar con la oposición interna y mucho con Estados Unidos. Lo que al gobierno le interesa es el problema de las sanciones y eso es cosa de Estados Unidos. Obviamente aquí debería estar presente la oposición interna, en parte por cuestiones de buena educación. El punto es que tienen que sentarse las partes a discutir abiertamente y sin precondiciones. Abordar una gran cantidad de problemas, discutirlos, negociarlos y alcanzar soluciones parciales.
– Me gustaría conocer su opinión sobre las últimas declaraciones del expresidente español Felipe González: Dijo que las sanciones sectoriales son de “dudosa eficacia” y que sirven de “coartada al régimen”.
– Yo lo que diré es que estoy sorprendido con el mundo intelectual y técnico en el tema de las sanciones. Tenemos la experiencia histórica de que las sanciones no sirven para nada. Hay quienes defienden que las sanciones económicas forzarían la caída de Maduro como consecuencia de la miseria y de las condiciones de la sociedad. Pero resulta que la experiencia que tenemos con Corea del Norte, que recibió las primeras sanciones del siglo XX en 1951, con Cuba en 1962, con las de Irán en 1979, es que ahí están las tres generaciones de líderes norcoreanos, ahí están los cubanos y ahí están los ayatolás. Las sanciones económicas no sirven sino para torturar a los pueblos. Los grupos de poder siempre tendrán recursos para vivir bien. Y si nos referimos a las sanciones personales, en Irán hay 132.000 ciudadanos sancionados por Europa y Estados Unidos, y eso no le da ni coquito al régimen de los ayatolá. Bueno, es cierto que no pueden ir a Estados Unidos, no pueden ir a Europa, pero eso no conmueve la base de ningún régimen. No hay ningún país donde un cambio de régimen haya ocurrido por las sanciones.
– ¿Cómo imagina el futuro de Venezuela: con una democracia, o con un modelo al estilo chino, autoritario a nivel interno y liberal en lo económico?
– La democracia hay que construirla. Y esa la construyen las fuerzas democráticas. En este momento no respondo por las fuerzas democráticas porque ellas mismas han demostrado que no tienen lo que hay que tener, como diría Tom Wolf en su libro sobre los astronautas, Lo que hay que tener. Por desgracia ahora estamos en manos del gobierno, entonces este empieza a evolucionar de forma endógena a algo que llaman el modelo chino. Quisiera ver cómo harán eso. Lo de China, todo un milagro, requirió talento económico, una gran ruptura con las ideologías de Mao y una ruptura práctica con el comunismo. Hoy China es la economía líder del mundo capitalista siendo un país comunista. Veremos si el gobierno es capaz de hacer eso y pasa por encima de esa ideología de retraso, esa antigualla cultural que sembró en el país, el populismo.