Leticia Núñez (ALN).- El cantante más popular de Nicaragua tuvo que dejar su país en agosto por temor a represalias del régimen de Daniel Ortega. Su vida estaba en peligro. Apoyó las manifestaciones en contra del gobierno con nuevas canciones de protesta. Pero Mejía Godoy también escribió una carta abierta al mandatario en la que le pidió “detener ya el genocidio”. En esta entrevista con ALnavío, el autor de ‘Son tus perjúmenes mujer’ admite que por el momento no regresará a Nicaragua: “No voy a llegar allí para meterme en una finca. Si entro es para continuar esta beligerancia”. También habla de prudencia: “La vida de mis hijos está amenazada”. Ahora se encuentra de gira en España. Celebra 50 años de carrera profesional. Es un momento triste para Nicaragua, donde las protestas han dejado más de 500 muertos, pero Mejía Godoy se siente con más fuerza que nunca para “aislar a la dictadura de Ortega y Rosario Murillo”.
Carlos Mejía Godoy se define como una persona apasionada. Pero ahora esa pasión está cediendo algo de terreno a la prudencia. El cantante más popular de Nicaragua tuvo que dejar su país el pasado agosto por temor a represalias del régimen de Daniel Ortega, de quien es crítico. “Mi vida estaba en peligro”, dijo al poner rumbo a Costa Rica.
Desde entonces asegura que ha tomado medidas de seguridad. “Tengo que cuidarme. Varias organizaciones de derechos humanos me recomendaron dos opciones: o me escondía y llevaba una vida clandestina, para lo cual no estoy preparado, o salía del país”. Optó por la segunda. “Lo hice legalmente”, puntualiza en esta entrevista con ALnavío, tras señalar que ha recibido “muchas amenazas” por apoyar con su música las manifestaciones en contra de la dictadura orteguista y también por la carta abierta que escribió en julio al mandatario pidiéndole que detuviera “ya el genocidio”.
Es consciente de que volver a Nicaragua será complicado. Nada factible en el corto plazo. La prudencia vuelve a relucir. “En estos momentos no me parece prudente porque eso equivaldría a quedarme callado y yo no voy a estar callado. Yo voy a estar activo. No voy a llegar allí para meterme en una finca. Si voy a entrar en Nicaragua va a ser para continuar esta beligerancia”.
“No me parece prudente [volver a Nicaragua] porque eso equivaldría a quedarme callado y yo no voy a estar callado”
Pero no sólo eso. Mejía Godoy manifiesta que la vida de sus hijos (algunos viven en Nicaragua) “está amenazada también”. Por ello, dice, “tal vez me toque pasar la Navidad desgraciadamente fuera de mi país”.
Aún así, Mejía Godoy no se esconde. Se expresa con la misma contundencia de siempre. Tanto en sus melodías como fuera de ellas. Tiene claro lo que les diría a Daniel Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, si los tuviera delante.
“Daniel, no multipliques este genocidio. Basta ya. En nombre de Dios, deja de matar a nuestro pueblo. Esa sangre te va a perseguir hasta el último día de tu vida”. Este es el mensaje que el cantautor le espetaría al mandatario. En el caso de Murillo, ni siquiera habría palabras. “Preferiría no decirle nada. Las miradas a veces son más elocuentes que las palabras. Sólo me le quedaría viendo para decirle: no te conozco, no te reconozco”.
Desde que estallaron las protestas contra el régimen de Ortega y Murillo, Mejía Godoy ha compuesto al menos 11 canciones de protesta. La primera se titula Los jóvenes de abril. El abril de la represión, de la violencia que ya ha dejado 512 muertos y 1.500 heridos, según datos de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos.
La situación es dramática, pero el cantante nicaragüense no pierde el ánimo. Se encuentra de gira en España, celebrando sus 50 años de carrera profesional. Y lo hace con “el optimismo que nos han inyectado los jóvenes heroicos de abril”.
Mejía Godoy atesora una gran experiencia en la canción de protesta. Junto con su hermano Luis Enrique son autores de más de 200 canciones cada uno, la mayoría de ellas testimoniales sobre la insurrección que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza Debayle el 19 de julio de 1979. Ahora ha vuelto a la carga. Aunque en realidad, como él mismo matiza, nunca dejó de hacerlo.
“Cuando surge la revolución de abril, mi canto retoma aquella composición más frontal y beligerante para acompañar a todo nuestro pueblo en esta unidad cívica para tratar de aislar a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo”.
– Celebra 50 años de carrera profesional, ¿se siente con fuerza para seguir otros 50?
– Por supuesto que sí, más con este ánimo que nos han inyectado los jóvenes heroicos de abril, como llamamos a los muchachos que iniciaron esta revolución en Nicaragua con ese entusiasmo y esa vehemencia. Con ese optimismo estamos celebrando los 50 años, que son importantes en nuestra vida como un camino recorrido, pero al mismo tiempo también son la oportunidad de renacer a los años que el Creador nos regale para seguir dedicándolos a la lucha por nuestro pueblo.
– ¿Imaginó que esta celebración llegaría en un momento tan triste para Nicaragua?
– No, no, nunca lo imaginé. Es más, teníamos previsto hacer una gira por España para celebrar mis 50 años con un grupo que se llama ‘La Cuneta Son Machín’, donde militan dos hijos conmigo, Augusto César Mejía y Carlos Mejía. Ese era el plan trazado por la casa de discos y por nosotros, pero desgraciadamente vinieron estos sucesos a quebrar nuestra agenda. Al mismo tiempo, me dio el privilegio de sumarme con mi modesto canto, siempre comprometido, a este hito histórico que vive nuestra Nicaragua.
– Los seis meses de protestas contra el gobierno de Daniel Ortega han dejado 512 asesinados, más de 4.000 heridos y 1.303 desaparecidos, según datos de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos. ¿Cómo está viviendo todo este drama? Máxime teniendo en cuenta que en agosto tuvo que abandonar Nicaragua.
– No me he declarado asilado político, no he tomado aún esa decisión. No sé si lo haré, a lo mejor sí, todo depende de lo que pase en los próximos días. Yo estoy un poco al tanto de lo que está pasando en Nicaragua. No perdemos ese cordón umbilical. He venido recorriendo diversos países. A partir de mi salida de Nicaragua en agosto me dirigí a Costa Rica e hice tres conciertos, grabé un par de temas nuevos, salió mi disco Nicaragua abril con 13 temas que combinan cuatro temas antiguos y nueve nuevos. Después salté a Estados Unidos: Miami, Nueva York, San Francisco y Los Ángeles. Ya en septiembre en España. He visitado Madrid, he cantado en Zaragoza, Irún, San Sebastián, Bilbao… y ahora estoy en Sevilla, donde daré dos conciertos, uno en Sevilla capital y otro en Lebrija.
– ¿Qué significa España para usted?
– No olviden que desde España fue el lanzamiento internacional de aquel disco llamado El son nuestro de cada día, encabezado por una canción anónima nicaragüense que yo rescaté. Al grueso de la letra y la música le agregué lo que se llama aquí en España una morcilla, es decir, palabras entre estrofa y estrofa que no dañan la integridad del canto, creando cierta picardía en la comunicación. Es una melodía muy simple que se repite. Afortunadamente ese formato caló hondamente en España y tuvo repercusión en muchas partes del mundo, especialmente en América Latina. España no sólo fue el país que me acogió en el exilio contra Somoza, sino que también me dio la oportunidad de desarrollar una carrera intensa que me llevó a cantar en lugares tan lejanos como Japón.
– Hablando de Somoza, hace años a usted lo inspiró la ética de la revolución sandinista. ¿Qué siente ahora al ver que se repiten muchos patrones de violencia de la dictadura somocista?
– Fue como sacar del baúl de los recuerdos, dolorosos y entrañables a la vez, todas aquellas canciones que cantamos para animar a nuestro pueblo en la lucha contra la dictadura sin imaginarnos que esas canciones volverían a sonar con mucha fuerza y la posibilidad de crear nuevos temas. Precisamente este disco Nicaragua abril está repleto de música nueva que ha nacido en este nuevo contexto.
– ¿Alguna vez pensó que volvería a escribir canciones de protesta?
– No, no, nunca he dejado de componer. No es que tuviera guardados mis materiales de composición. He seguido componiendo en los últimos años, musicalizando poemas de grandes escritores como Rubén Darío, Federico García Lorca, Rafael Alberti… He estado en esa tarea y creando nuevas canciones al calor de los acontecimientos en Nicaragua. Cuando surge la revolución de abril, mi canto retoma aquella composición más frontal y beligerante para acompañar a todo nuestro pueblo en esta unidad cívica para tratar de aislar a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
– ¿Con cuál de sus últimas canciones de protesta se siente más identificado?
– Hay una canción que para mí tiene un significado muy especial porque he rescatado un tema musical que fue determinante en la batalla de Monimbó en el 78. Los indígenas de Monimbó se enfrentaron a los tanques de Somoza no sólo con sus bombas de contacto y sus fusiles de menor cuantía, también con las máscaras ancestrales y los tambores con los que acompañan sus fiestas. Con todos esos elementos de su cultura y acompañados por una canción que se llama La danza negra. Yo tomé esa música, hermosísima, con la que ellos enterraban a sus mártires, para ponerle una letra contextualizada, de cara a lo que estamos viviendo y así surgió la nueva canción que se llama Monimbó siempre con vos, que ha sido muy bien recibida. Han hecho un vídeo maravilloso dentro de Monimbó, no hubo que fingir ningún escenario. Lograron romper el cerco de la policía y los paramilitares y adentrarse en el corazón de Monimbó y con su propia gente crear este vídeo.
– ¿Qué cree que le ha pasado al Daniel Ortega revolucionario para ahora causarle tanto daño al pueblo?
– Yo creo que realmente esta no fue una transición de la noche a la mañana. El poder corrompe. El poder es como un caballo furioso que si no le ponen las bridas y las espuelas como debe ser, te puede botar. Y ellos perdieron esa perspectiva, se fueron alejando del pueblo, se fueron enriqueciendo, empezaron a caer en los mismos vicios de Somoza, porque es una dictadura dinástica. Su sueño es traspasar el poder a la señora y posiblemente después a los hijos. A todos los hijos los tienen en una especie de escuela determinante en el campo económico, social y cultural. Tienen copados los medios de comunicación, son dueños de los principales canales, compran o intentan comprar periodistas y a quien no lo logran comprar lo amenazan. Ya mataron al primero en Bluefields. Se libra una situación de terror, que no deja de ser una simple dictadura, sino una dictadura dinástica donde la esposa y los hijos están participando.
– Hace unos meses usted escribió una carta abierta a Daniel Ortega y dijo que uno de sus vasallos le contestó ‘dejá ya de cantar, estás quemado’. ¿Ha recibido muchas amenazas?
– Sí, he recibido muchas amenazas, pero no les he dado mucha importancia porque siempre digo que lo que me pueda pasar a mí siempre va a ser mínimamente vinculado con el dolor de las madres, de los héroes y mártires que han desaparecido o están sufriendo cárceles y tortura en alguna parte. Por el hecho de ser una persona conocida, no es que sea invulnerable, pero es mucho más notorio si me pasa algo. Es cierto que me he cuidado, he tomado mis medidas de seguridad, recibí el apoyo de diferentes organizaciones de derechos humanos y ellos me recomendaron dos opciones: o me escondía y llevaba una vida clandestina, para lo cual no estoy preparado, o salía del país. Lo hice legalmente. No me pusieron ningún obstáculo. Debo decir que no tuve ningún problema ni amenaza en el momento de salir. Si bien es cierto que en el exterior te puede pasar algo, uno siempre tiene que tomar sus medidas de seguridad. Y aquí estamos ahorita en Sevilla. Terminamos nuestros compromisos aquí y saldremos rumbo a Costa Rica y a Estados Unidos, donde también vamos a cantar.
– ¿Confía en poder regresar a Nicaragua?
– En estos momentos no me parece prudente porque eso equivaldría a quedarme callado y yo no voy a estar callado. Yo voy a estar activo. No voy a llegar allí para meterme en una finca o alejarme en un pueblito. Si voy a entrar en Nicaragua va a ser para continuar esta beligerancia. La vida de mis hijos, algunos de los cuales están en Nicaragua, está amenazada también. Entonces tengo que ser prudente. Por el momento no pienso regresar a Nicaragua. Tal vez me toque pasar la Navidad desgraciadamente fuera de mi país.
– Precisamente en otra carta pidió que no toquen a sus hijos. ¿Tiene miedo de que el Gobierno pueda hacerlo?
– Cuando uno dice no toquen a mis hijos, no solamente nos referimos a la integridad física, también a la integridad moral. Ellos son capaces de poner droga en los vehículos donde van para hacer creer que están metidos en el narcotráfico. Ellos tienen todas las triquiñuelas y todas las formas de opresión contra el pueblo. Tenemos que tener mucho cuidado.
– ¿Ha muerto o ha resultado herido algún amigo suyo?
– Muchos amigos. No son amigos de la familia, no son amigos cercanos, pero son personas a quienes yo he tenido como compañeros de lucha tanto en el campo como en la ciudad. Tengo un enorme respeto por ellos.
“Cuando surge la revolución de abril, mi canto retoma aquella composición más frontal y beligerante para acompañar a todo nuestro pueblo”
– Y en su caso, ¿llegó a temer por su vida?
– Hay una frase de un famoso periodista nicaragüense, Pedro Luis Chamorro, que dice que cada uno es dueño de su propio miedo. Entonces, el miedo también es una cosa que uno tiene que controlar porque te vuelve incapaz y entonces caes en la inmovilidad. Prefiero la palabra temor y el temor te obliga a ser prudente. Soy una persona apasionada y tengo que cuidarme, no todo lo que se piensa se puede decir porque pones la vida en peligro. Hay que saber utilizar el lenguaje. Siempre mi esposa y mis hijos me dan codazos y me dicen que sea prudente, que no me desate. Lo de la carta abierta correspondió a un momento doloroso cuando él [Daniel Ortega] estaba hablando en el monumento de Hugo Chávez de la paz y el amor mientras estaba matando a los jóvenes. Eso fue lo que me llevó a mí a no poderme contener. Perdí los estribos y no me arrepiento de lo que dije porque lo sostengo. Si le volviera a ver le diría: Daniel, cada día te vas pareciendo más a Hitler, baja el tono, baja el gas, no sigas matando a tu pueblo.
– Fue una expresión de sinceridad 100%.
– Absolutamente. Era lo que sentía en ese momento y lo que sigo sintiendo.
– Si justo en este momento tuviera la oportunidad de estar frente a Daniel Ortega, ¿qué le diría?
– Le diría lo mismo, con la misma fuerza y la misma intensidad. Daniel, no multipliques este genocidio. Basta ya. En nombre de Dios, deja de matar a nuestro pueblo. Esa sangre te va a perseguir hasta el último día de tu vida.
– ¿Y si quien estuviese delante fuera Rosario Murillo?
– Preferiría no decirle nada. Sólo me le quedaría viendo y con la mirada le diría lo que muchas veces le dije cuando tuvimos que conversar. Las miradas a veces son más elocuentes que las palabras. Solamente me le quedaría viendo para decirle: no te conozco, no te reconozco, no puedes ser aquella misma persona con la que compartí tan hermosas vivencias en el campo de la cultura. Solamente eso.
– ¿Fueron amigos?
– No, solamente compañeros de lucha. No hubo nunca una relación que fuese más allá del compromiso con el pueblo.