Patricia J. Garcinuño (ALN).- Aunque el liderazgo brasileño en el sector es indiscutible, en los últimos años países como México, Chile y Uruguay han aumentado significativamente lo destinado a fuentes limpias. En 2015, la inversión total en la región latinoamericana ascendió a más de 15.100 millones de euros. América Latina encabeza el giro hacia las energías renovables. En 2015, la inversión en fuentes limpias ascendió a 16.400 millones de dólares (aproximadamente 15.193 millones de euros), una cifra que supone el 6% del total mundial. Esto hace que la región sea en la actualidad una de las zonas donde más uso se hace de las renovables, que ya representan un 30% de la energía primaria total.
Dentro de Latinoamérica, Brasil es el que concentra la mayor inversión. Entre 2005 y 2009 acaparó el 70%. Desde 2010, sin embargo, la brecha con el resto de la región se ha ido cerrando. En 2015, la cifra bajó hasta el 40% del total, equivalente a 7.100 millones de dólares (6.576 millones de euros), según el estudio New Energy Finance 2016 de la agencia Bloomberg.
Según los datos de la Agencia Internacional de la Energía, el 40% de la energía primaria consumida en Brasil en 2013 provino de fuentes renovables. De ese porcentaje, un 28% corresponde a bioenergía y utilización de residuos, un 11% a hidroeléctrica y el otro 1% a energías renovables no convencionales como la solar o la eólica.
En 2015, México y Chile se sumaron por primera vez a Brasil en la lista de los 10 principales mercados de energías renovables
La energía eólica, a pesar de ser incipiente en el país, ha ganado importancia en los últimos años. Pasó de generar 237 GWh en 2006 a 5.050 GWh en 2012. En la actualidad, hay 6,47 GW instalados y otros 2,80 GWh están en construcción. Para el 2022, la Agência Nacional de Energia Elétrica brasileña espera una gran evolución de la capacidad instalada de generación eólica y solar.
Además, en los últimos cinco años se ha producido un fuerte aumento de la inversión en proyectos de energía renovable de pequeña y mediana escala en Brasil gracias, sobre todo, a la acción de los bancos nacionales de desarrollo. Sin embargo, las características de operación del Sistema Nacional Interconectado brasileño, que está basado en grandes fuentes de potencia localizadas a grandes distancias de los centros consumidores, favorecen los grandes proyectos.
Brasil ha obtenido cierto éxito en la expansión de la generación eléctrica de pequeña escala basada en fuentes alternativas de energía. De hecho, su modelo podría ser un ejemplo para otros países de América Latina, con los debidos ajustes a las condiciones locales. Sin embargo, para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aún queda “un largo camino por recorrer” para que esas fuentes adquieran la importancia que deberían tener. La entidad señala que, además de la vinculación del sector público, que ya existe, es necesario que se dé un mayor compromiso del sistema financiero privado.
La inversión se duplicó en México
México fue en 2015 el segundo país receptor de inversión para energías renovables. Entre 2014 y 2015, la cifra se duplicó hasta alcanzar los 4.000 millones de dólares (3.705 millones de euros), lo que le sirvió para entrar por primera vez, junto a Chile y Brasil, en la lista de los 10 principales mercados de energías renovables del mundo.
Los datos de ProMéxico, organismo del gobierno para promover el comercio y la inversión internacional, señalan que la generación de fuentes alternativas representa poco más del 20% del total de la energía producida. Según la Ley General de Cambio Climático que rige en el país latinoamericano, uno de los objetivos para 2020 es reducir el 30% de las emisiones de gases con respecto a las emitidas en el año 2000. En esta reforma energética se recoge la obligación de que haya un porcentaje mínimo de energías limpias, por lo que se prevé que, para 2024, un 35% provenga de fuentes no fósiles.
Chile ocupa el tercer lugar en cuanto a inversión en energías renovables con 3.400 millones de dólares
Las subastas de energía han demostrado el creciente interés de los inversores por participar en este sector, ya sea estableciendo relación de compra o venta con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), con generación distribuida o por medio de Certificados de Energías Limpias y otros esquemas de comercialización.
Chile crece un 150%
Chile ocupó en 2015 el tercer lugar en inversión en energías renovables con 3.400 millones de dólares (3.149 millones de euros), lo que supone un crecimiento de un 150% respecto a 2014. Entre las razones de tal subida se encuentran las reformas que han realizado en los últimos años para atraer inversores.
El sector eléctrico chileno está totalmente vinculado al sector privado. El Estado, en este caso, se limita a controlar las funciones de regulación y fiscalización. De hecho, las actividades de generación y comercialización de energía se desarrollan en un contexto de libre competencia.
La política energética de Chile se organiza en torno a tres ejes de acción: promover la energía a precios competitivos, asegurar el abastecimiento, y que éste sea ambientalmente sostenible. Para implementar estos objetivos, en enero de 2012 se aprobó la Estrategia Nacional de Energía 2012-2030, la hoja de ruta que debe seguir el país con el desarrollo de energías renovables no convencionales y un fuerte impulso a la eficiencia energética como pilares fundamentales.
Chile cuenta con abundantes recursos renovables para todas las tecnologías, aunque no sucede lo mismo con los combustibles fósiles. No obstante, el 30% de la energía hoy generada proviene de fuentes renovables (una gran parte hidroeléctrica) y el 70% es de origen térmico (carbón y gas natural), según afirma el BID.
Los esfuerzos de Chile por transformar el sistema energético van dirigidos, sobre todo, a reducir la dependencia de la importación de combustibles fósiles que, debido a la volatilidad de los precios en el mercado internacional, impactan en la competitividad de las empresas exportadoras.
Para el BID, el caso de Chile demuestra que, a diferencia del enfoque tradicional, por el que se entiende que las energías renovables solo pueden desempeñar un papel complementario en la matriz energética, es posible dar un impulso significativo a las fuentes no convencionales, cumpliendo un importante papel en la oferta primaria.
El despertar de Uruguay
La solar representa tan solo 1% de la energía de los países que más invierten en renovables / Flickr: Codelco
Uruguay fue el cuarto país latinoamericano en inversión en esta área con 1.100 millones de dólares (1.018 millones de euros). El 55% de su energía proviene de fuentes renovables. De este porcentaje, las mayoritarias son la biomasa, con un 30%, y la hidroenergía, con un 14%. La eólica representa el 7%, algo poco común entre los países de la región.
Casi la totalidad de la energía renovable no convencional se ha incorporado después de 2007. En los últimos cinco años, ya representa el 20% del total.
El sistema eléctrico uruguayo se caracteriza por una robusta participación del sector estatal. Para fomentar el uso de este tipo de energías, el gobierno puso en marcha hace siete años la Política Energética 2030, consensuada por todos los partidos políticos con representación parlamentaria. En este documento se marcaron unas pautas con el objetivo de reducir la dependencia del petróleo, privilegiar emprendimientos que generan desarrollo local y mejorar su perfil ambiental.
Para el BID, el contexto de políticas y el marco institucional y regulatorio han cumplido un papel clave en generar confianza a los inversores, aportando seguridad jurídica, mostrando unas reglas claras y proporcionando tarifas que permiten la rentabilidad de la inversión.