Daniel Gómez (ALN).- “Para los Derechos Humanos habrá esperanza cuando la parte más rica de la humanidad sea capaz de comprometerse con el resto”, dice el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
Mayo de 2005. El presidente afgano, Hamid Karzai, visitó el Parlamento Europeo. Le invitó Bruselas para premiar su labor democrática en un país acechado por la guerra. Allí estaba Josep Borrell. El hoy ministro de Asuntos Exteriores de España era entonces eurodiputado.
Borrell asistió con detenimiento al discurso de Karzai. El mandatario recordó cómo en su país, en una aldea remota, una niña fue apaleada hasta la muerte. Enterrada hasta la cintura, siendo blanco de piedras y objetos arrojadizos como castigo por tener un desliz sexual.
Aquello horrorizó al mundo. También a los parlamentarios europeos, quienes no dudaron en cuestionar a Karzai. Lo que este les respondió quedó grabado en la memoria de Borrell.
– No me griten. En Afganistán la realidad es esta. Si a ustedes no les parece bien, ayúdenme.
Borrell recordó esa frase este martes en un foro en Madrid. Era un evento en el que se celebraba el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Un documento que, según el ministro, hoy no se hubiera podido aprobar. ¿Por qué?
Para demostrarlo puso un ejemplo reciente. El texto que se firmó el lunes en Marruecos. El pacto global de las migraciones. Una iniciativa de las Naciones Unidas que suscribieron 160 países y que propone garantizar los derechos humanos de los migrantes y agilizar los procesos burocráticos de acogida.
“Hasta qué punto avanzaría el mundo desarrollado si nos comprometiéramos en respetar a los otros”
En definitiva, un compendio de buenas intenciones que ni siquiera es vinculante. ¿Por qué no firmarlo? “En Marruecos surgieron enormes resistencias para un texto sobre los Derechos Humanos que ni siquiera era tan ambicioso. Un texto que representa una idea de la humanidad en su conjunto. Muchos países, como el más poderoso de todos [dijo en referencia a Estados Unidos] se autoexcluyó desde principio”.
Borrell critica eso. La falta de entendimiento. La falta de unidad. “El retroceso de la capacidad política y de la capacidad del ser humano”.
Además, critica que se superponga la libertad política, económica y de como si el resto de libertades no existieran. “Hemos perdido de vista que hay unas libertades, como el subsistir con dignidad, tanto física como intelectual, que también están ahí”.
Borrell también critica el sentimiento de superioridad de las grandes naciones frente al resto. “Hasta qué punto avanzaría el mundo desarrollado, donde los derechos humanos se respetan infinitamente mejor que en otras partes del mundo, si nos comprometiéramos en respetar a los otros”.
A propósito de esta reflexión, Borrell, agregó: “Para los Derechos Humanos habrá esperanza cuando la parte más rica de la humanidad sea capaz de comprometerse con el resto”. Cuando, como dijo Karzai, la otra parte ayude y no grite.