Alonso Moleiro (ALN).- La habitual elocuencia del presentador y escritor venezolano en las redes está disuelta en sus textos o en las tomas de sus programas de televisión. Boris tiene tiempo que no tuitea nada: cuelga sus artículos y hace retuit a otras voces. Eso sí: el hombre no se ausenta de su cuenta. Hasta hace unos años, Boris Izaguirre se las arreglaba para que sus apostillas en Twitter culminaran con un saludo que, como figura pública, por enormemente descriptivo, lo retrata de cuerpo entero: “Love, Boris”. Todo, el comentario y la firma con la despedida del autor, siempre quedaba dentro del límite permitido de los 140 caracteres.
Convengamos en que el uso de las redes, sus estilos y hábitos, ha ido mutando con el paso del tiempo: ahora ya nadie utiliza, por ejemplo, el “Follow Friday”. También Boris, como todos, tiene derecho a mutar; a delegar, hablar menos y colgar más. A usar el Twitter como ahora lo usan los famosos. Las relaciones con las redes deben tener su métrica y su esgrima para las celebridades. No veremos allí, por supuesto, aquellos desafueros que lo hicieron famoso en la televisión española.
El saludo de Boris Izaguirre lo retrata de cuerpo entero: ‘Love, Boris”
Cada tantos días, Boris Izaguirre deja saber a los interesados su interpretación del registro que le ofrece la realidad, colocando los textos que escribe en el periódico español El País, o bien en El Nuevo Herald, de Miami. Quien asista a sus lecturas podrá palpar la textura y coordenadas, el universo del personaje. Un mundo donde abundan comentarios estéticos, pasión por la transgresión y un incuestionable sentido del humor. El pasado 10 de marzo, por ejemplo, es él quien coloca el retuit a este tuit de la cuenta del diario @elpais de España.
En este momento de la historia, Boris tiene una especie de dolencia de carácter leve, que aqueja de forma alternativa a los usuarios de Twitter y los conflictivos e inevitables hábitos culturales que genera su uso. Está el escritor y libretista venezolano encallado en la “zona del retuit”. Se trata de esos extraños momentos de mutismo sugerido, del que todos hemos sido presa alguna vez, en los cuales el dueño de una cuenta decide hacer toda la bulla necesaria apoyándose en la voz de otro. La delegatura del retuit, como mal sin consecuencias, tiene su duración. Tiene Boris Izaguirre, de mediados de febrero a mediados de marzo, más de un mes haciendo exclusivamente “retuits”.
Qué retuitea Boris
Versan los retuits sobre su persona, sus amistades o sus intereses: alguien recomendando uno de sus libros (10 de marzo); algún televidente celebrando sus salidas en el programa Suelta la sopa, emitido en la TV de Miami (7 de marzo); sobre su presencia en los premios Glamour México, en Miami (28 de febrero); o este otro, perfecto para el título de una revista de espectáculos, con su guiño incluido y su material para la cotilla: #El Nuevo Herald del 26 de febrero:
El 18 de febrero, Boris cuelga de nuevo su artículo, y esta vez lo hace con su marca personal; un clásico:
Es Boris Izaguirre: un excelente exponente de lo culto-popular. Un finalista del Premio Planeta que carga con más de 500 mil seguidores. Un escritor ovacionado en la tele. Adorado por las masas, tolerado por la crítica. Una cabeza fértil obsesionada con el fashionismo. Cuando nadie lo está calibrando, en la misma medida que le pueda provocar, un agudo observador del debate público y el hecho social. Un hombre nacido para estar parado frente a una cámara de televisión.