Pedro Benítez (ALN).- La sensación de desmoralización y derrota histórica es difícil de disimular por estos días en Cuba. En respuesta el gobierno de Miguel Díaz-Canel ha aplicado el viejo y gastado truco de organizar una jornada de solidaridad internacionalista en el Palacio de Convenciones de La Habana, donde 1300 apologistas del régimen comunista de la isla, provenientes de distintas partes del mundo, se reunieron para practicar ese tipo tan particular de turismo político.
Pero la vida real en las calles y campos del país es dramáticamente distinta. El cubano de a pie no está resistiendo (como le gusta pregonar a la propaganda oficial), está padeciendo contra su voluntad la incompetencia de sus gobernantes.
Esta semana dos hechos ha sido relevadores de una crisis que lleva años y que, por lo visto, no cesa de agudizarse: la suspensión del desfile con motivo del Día Internacional de los Trabajadores y la eliminación, a partir de este mes, de la ración de medio pollo en la libreta de consumo para los cubanos mayores de 13 años.
Una grave crisis
El primero es una celebración a la que las autoridades cubanas han otorgado particular importancia como símbolo de un sistema político que dice ser de los trabajadores y para los trabajadores, congregando, tradicionalmente, a miles de personas en las calles del país como acto de respaldo al régimen. Sin embargo, esta semana, se vieron obligados a suspenderlo por tercera ocasión desde la llegada al poder de Fidel Castro en enero de 1959. Las dos veces anteriores es debido a las restricciones impuestas por la pandemia (2020 y 2021); en esta oportunidad los medios oficiales alegaron inicialmente mal tiempo, pero luego admitieron la auténtica causa que, después de todo, era del conocimiento general: la grave escasez de gasolina que sufre el país.
Este año empezó con interminables filas para llenar de combustible los tanques de los vehículos del transporte público en La Habana. Hace un mes un reportaje del diario Granma reconocía el problema del suministro, pero pocas horas después la nota informativa dejó de estar disponible en el sitio web del diario.
No obstante, la situación debe ser tan grave que el propio Díaz-Canel admitió públicamente el problema haciendo uso de esas vueltas retoricas tan del gusto de Fidel Castro cuando exponía la gravedad de una situación pero, eso sí, transfiriendo la responsabilidad a terceros: “Los países que tienen con nosotros determinados compromisos para suministrarnos gasolina a partir de los convenios que tenemos han estado también en situación energética compleja y no han podido cumplir esos compromisos”.
Colas para comprar pan
Esos “países” es una indirecta al principal proveedor de combustible a fondo perdido que ha tenido la isla desde 1999; Venezuela. Los otros proveedores con compromisos de pagos en divisas fuertes son México y Rusia. Pero como es ampliamente conocido el petróleo venezolano ha sido vital para Cuba.
La economía de la isla entró formalmente en recesión (de la cual aún no ha salido) en 2016 cuando los despachos de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) empezaron a disminuir progresivamente. Ese mismo año las autoridades cubanas implementaron severas restricciones en el alumbrado público y al uso de aires acondicionados por primera vez desde 1999. Tres años después impusieron recortes al transporte público, a la producción industrial y se “animó” a la población a aprovechar al máximo la luz natural. Y con ello, regresaron las colas para comprar pan y otros alimentos en La Habana.
Los despachos de Pdvsa a Cuba
Según PDVSA en enero de este año despachó a Cuba el equivalente a 40.000 barriles por día (bpd), 52.000 bpd en febrero y 76.000 bpd en marzo. Lejos de los 120.000 de otras épocas y por debajo de las necesidades del país. Además, y esto es más importante aún, la agencia Reuters reportó que los mismos apenas han incluido productos refinados como gasolina y diésel. Esos combustibles son los más necesitados en la isla, pero la producción es insuficiente en las refinerías cubanas y Venezuela no los puede suministrar. Por lo tanto, Cuba se las tiene que arreglar para conseguirlos con otros proveedores a los que sí tiene que pagarles.
En otras palabras, la crisis económica cubana es la otra cara de la debacle venezolana.
Hay un dato que puede ser bastante revelador aportado por el profesor Carmelo Mesa-Lago, el académico que mejor conoce y más ha estudiado la realidad socioeconómica cubana: la tasa de mortalidad materna de ese país por 100,000 niños nacidos vivos, que en 2017 era de 39,1, en 2021 se disparó a 176,6. Un regreso a cifras anteriores a 1959.
Otro, la inflación, un fenómeno desconocido en Cuba durante la mayor parte del sistema socialista, ha aparecido. Según los datos oficiales fue de 60% en 2021, pero el profesor Mesa-Lago estima que realmente se encuentra entre 270% y 470% como consecuencia de la desastrosa unificación monetaria de 2021.
La precaria economía de Cuba
Detrás de esas cifras se esconde una economía extremadamente precaria, cuya zafra azucarera fue de 420.000 toneladas métricas en 2022, apenas una fracción de las 8 millones de toneladas que se producían en la década del ochenta, que ya entonces no era muy superior a la producción previa a 1959.
Para alimentar a su población Cuba requiere importar cerca del 80% de lo que consume; 2.000 millones de dólares al año. Por cierto, su principal proveedor es Estados Unidos. Eso en una tierra que, desde que los españoles llegaron en el siglo XVI, se ganó la fama de ser la más fértil de las islas del Caribe.
El pasado mes de septiembre el huracán Ian arrasó el occidente de la isla y dejó a todo el país sin electricidad durante todo un día y una noche completa. El suministro eléctrico se restableció después de 24 horas en La Habana, Matanzas y Villa Clara, pero recuperarlo en el resto de las provincias llevó varios días más.
Hoy, nuevamente, todo tipo de bienes escasean, desde alimentos, ropa, y electrodomésticos, y los cortes de energía eléctrica son continuos pues dependen del petróleo importado.
Migración a EEUU
Todo eso explica que en el transcurso del último año más de 330.000 cubanos han emigrado a Estados Unidos, la mayoría de ellos vía terrestre a través de la frontera sur, según datos del gobierno estadounidense. Una cifra que supera cualquier otra ola migratoria anterior; mayor a la de los primeros años del régimen castrista, superior a la crisis del Mariel en 1980 y a la de los balseros en 1994.
Por supuesto, no se puede pasar por alto que hay una serie de factores se han combinado para agravar la situación. La interrupción del apoyo ruso como consecuencia de la invasión a Ucrania, la caída del turismo, el paquete de sanciones impuestas por la Administración Trump (que dificultan la llegada de las imprescindibles remesas que se envían desde el otro lado del estrecho de la Florida) y la crisis de Venezuela.
Pero el factor fundamental de la situación cubana no es externo, es interno. Una prueba de esto se evidenció a raíz de las masivas protestas populares del 11 de julio de 2021, cuando Díaz-Canel, como forma de liberar la presión social, permitió por seis meses la importación, libre de aranceles, de alimentos, productos de aseo y medicamentos por parte de los viajeros que ingresaran al país, con la sola limitación de la aerolínea. Según la Aduana del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, en el primer mes de la excepción arancelaria al país ingresaron 112 toneladas de los artículos autorizados.
Cuba se aprovecha de Venezuela
El efecto en el mercado negro fue inmediato. Como por arte de magia por toda La Habana empezaron a circular alimentos, café y medicinas. Pocas veces quedó tan claro que en Cuba no hay bloqueo alguno, excepto el impuesto por sus propios gobernantes.
Fidel y Raúl Castro, desde hace cinco años Díaz-Canel, no solo no aprovecharon la masiva transferencia de recursos que se les hizo desde Venezuela por muchos años, sino que, además, en una muestra de su absoluta incompetencia pasaron más de una década prometiendo reformas económicas que no concretaron, o si lo hicieron las aplicaron de manera tímida o las retiraron, como ocurrió en 2017. No les fue suficiente tener en las narices los ejemplos de los camaradas chinos y vietnamitas. Prefirieron parasitar a Venezuela.
Sin embargo, y en una señal de que el suministro petrolero venezolano no está asegurado, el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) ha reiniciado los contactos con sus camaradas de Vietnam a fin de “intercambiar experiencias y debatir con sinceridad sobre los modelos de desarrollo de ambas naciones”. Como si los comunistas vietnamitas tuvieran algo que aprender de los cubanos.