Patricia J. Garcinuño (ALN).- El economista y político boliviano Enrique García consiguió cambiar por completo la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina. Lo hizo buscando el equilibrio, huyendo de la euforia colectiva en los tiempos de bonanza y del pesimismo cuando hablaban del hundimiento de la región. Enrique García respira satisfecho. Después de 25 años al frente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), dejará su cargo el próximo 31 de marzo. Lo hace con la tranquilidad de quien ha tenido una larga e intensa trayectoria, en la que convirtió una modesta institución con cinco países miembros que prestaba 400 millones de dólares (378 millones de euros) anuales en una que integra 19 naciones -17 latinoamericanas más España y Portugal– y otorga más de 12.000 millones de dólares (11.340 millones de euros) en préstamos.
Para conseguirlo, este economista y político boliviano llevó a cabo importantes reformas en la institución. Algunas parecían tan arriesgadas en su momento que muchos en su equipo de trabajo lo tomaron por loco en más de una ocasión, como él mismo reconoció en una conferencia celebrada en la Casa de América.
Primero, García propuso aumentar el número de miembros del banco. Entonces, según contó, uno de sus gerentes levantó la mano y dijo: “No, presidente. Eso es muy difícil. ¿Para qué vamos a incorporar países a una institución que solo podría financiar el comercio de Brasil y los países andinos?”.
García mezcla razón y justicia. Es un banquero humanista”, aseguró Grynspan
Después, se enfocó en incluir a la CAF en puntos relevantes de desarrollo, especialmente en infraestructuras, marcando una ruta distinta a la del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que habían decidido dirigir sus esfuerzos a combatir la pobreza. Cuando lo dijo, otro levantó la mano: “Es que eso es para instituciones grandes”.
Por último, se puso como objetivo tener independencia. Para esto necesitaba un alto grado de inversión de los mercados. Ahí nadie hizo ningún comentario, pero los “espías” que García tenía en los corredores le comentaron enseguida cuál era el pensamiento mayoritario: “Este señor está perdido”. Viendo los resultados logrados, seguro que más de uno cambió de idea a lo largo de los años.
La importancia de evitar los extremos
La Corporación Andina de Fomento consiguió diferenciarse aún más de otros bancos de desarrollo por su filosofía de mantenerse al margen de disputas políticas. “Somos respetuosos con las diferentes ideologías, hemos trabajado con regímenes de distinta índole. Lo único importante es que los proyectos en los que invertimos sean sanos, transparentes y técnica, económica y medioambientalmente adecuados”, afirmó García en la conferencia.
Algo que también destacó Rebeca Grynspan: “Enrique mezcla razón y justicia. Es un banquero humanista”. La secretaria general iberoamericana de España subrayó el carácter moderado del presidente ejecutivo del principal banco de desarrollo de América Latina: “Como él siempre dice, la región no estaba tan bien cuando todos decían que estaba bien. Ni ahora, cuando dicen que está mal, está tan mal. La verdad es mucho más equilibrada. Él siempre ha sido una voz en este sentido”.
Somos respetuosos con las diferentes ideologías. Lo importante es que los proyectos sean sanos y transparentes”, según García
Para Fernando García Casas, secretario español de Estado de Cooperación Internacional y para Latinoamérica, Enrique García convirtió la CAF en algo mucho más que un banco: “Su labor ha beneficiado a millones de personas y ha contribuido a conseguir los tres grandes logros regionales: la preservación de la paz, la vigencia de la democracia y la reducción de la pobreza”. Tampoco se olvidó de su capacidad de interlocución, ni de “su empatía, simpatía y habilidad para el diálogo”.
La travesura que le hizo ministro
Cuando fue elegido presidente de la CAF en 1991, García ya conocía la institución, pero desde otro ángulo totalmente distinto. Había pasado 17 años trabajando en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nueve de ellos siendo tesorero. En ese tiempo tuvo relación con toda la banca de desarrollo del continente. “Al ser elegido, me dije: voy a llevar todo lo bueno que he aprendido del BID y a evitar lo malo”.
Allí tuvo como jefe a Enrique Iglesias, hoy amigo y mentor, al que le debe más de un salto profesional. Según contó el propio García, era un hombre feliz trabajando en el BID. Hasta que un día sonó el teléfono y le propusieron ser ministro de Coordinación y jefe de Gabinete de Economía en Bolivia. Acababan de celebrarse las elecciones presidenciales y se había dado un curioso acontecimiento: un triple empate entre los candidatos. La llamada provenía del tercero en número de votos.
García marcó la diferencia en la CAF con su filosofía de mantenerse al margen de disputas políticas / Flickr: Casa de América
Instintivamente, García llamó a Iglesias:
-Enrique, ayúdame -le dijo, esperando algo de solidaridad por su parte.
Sorprendido, se encontró con el entusiasmo de su colega: “¡Qué buena idea! Me parece fantástico. No, más aún, yo te recomendé”.
“¡Quería deshacerse de mí!”, exclamó entre risas el aún presidente de la CAF.
Lo que quedó en el tintero
Preguntado por el diario ALnavío sobre si se arrepentía de algo en tan prolífica carrera, García confesó que hay procesos que, echando la vista atrás, habría gestionado de otro modo: “Quizás no habría acelerado algunos de los ajustes en el modelo de la agenda de desarrollo integral. Por ejemplo, cuando yo llegué a la CAF, todavía no tenía la conciencia que he desarrollado luego con el tema ambiental. Aunque lo introdujimos rápido”.
Pero si dirige la mirada hacia el futuro, se siente optimista. Eso sí, para poder crecer, ve a los bancos de desarrollo con un papel imprescindible: “Aquí hay mucho que pensar y creo que el apoyo del BID y del Banco Mundial es fundamental. No solo por lo que dan, sino por la capacidad de conocimiento, de técnica y de competencia”.
Para García, al final todo se resume en dos ideas: la política con mayúsculas y la transparencia ante la corrupción.