Daniel Gómez (ALN).- El magnate mexicano se declaró jubilado en 2013, el mismo año en que compró acciones del banco español. Confiaba en que Popular, sin Ángel Ron como presidente, recuperaría la senda del beneficio. No fue así. Con Emilio Saracho como presidente entró en caída libre y Del Valle terminó perdiendo 550 millones de euros.
En 2013, Antonio del Valle Ruiz se declaró jubilado. El agobio por las reuniones ejecutivas y los densos balances de cuentas le robaban un tiempo que ahora disfruta en noches de ópera y tardes en la madrileña plaza de toros de Las Ventas. Le ha costado llegar al retiro. Desde que lo dijo hasta que lo hizo tardó cuatro años. Aunque sigue sufriendo por los negocios.
La Bolsa de España abrió el miércoles con una mala noticia para él. Santander compró Banco Popular por un euro. El mexicano había invertido en dicha entidad 550 millones (aproximadamente 617 millones de dólares), equivalentes al 4,28% del accionariado. La jugada del Santander y del Banco Central Europeo (BCE) no dejó nada para los inversores, y el movimiento del magnate tuvo el mismo destino que el banco: la extinción.
La historia de Del Valle con Popular no podía terminar de otra forma. Desde que ingresó en el banco en 2013 solo sufrió dolores de cabeza. Y parece que los seguirá padeciendo. La Asociación Española de Accionistas Minoritarios (Aemec) presentó el pasado 8 de junio una denuncia en la Fiscalía Anticorrupción de la Audiencia Nacional que lo señala, junto con el presidente Emilio Saracho, como responsable de la desaparición del banco.
La Aemec les acusa, tal como reseñó El Mundo, “de enriquecimiento propio manipulando sobre la acción del banco mediante operaciones en corto [comprar barato, vender caro]”. Asimismo, creen que orquestaron una estrategia para filtrar “información confidencial” sobre la situación de Popular.
De momento, Del Valle guarda silencio. No siguió la pauta de Andrónico Luksic. El empresario chileno, miembro del clan latinoamericano del Popular, evidenció por Twitter su indignación cargando contra la “arbitraria” decisión del BCE. Mientras, el mexicano no abre la boca. Y eso que, sobre el papel, y sin atender a la versión de la Aemec, fue quien más dinero perdió.
De primeras, Don Antonio, como gusta que lo llamen, inyectó 450 millones de euros (505 millones de dólares) en Banco Popular. El dinero, equivalente a un 6% de los títulos, le permitió hacerse con un puesto en el consejo de administración.
Del Valle siempre tuvo en mente triunfar en la banca de Estados Unidos, pero no pudo ser. Entonces se fijó en España. Las reformas de Bruselas comenzaban a notarse en el país, y era cuestión de tiempo para que el negocio bancario resurgiera. Fue así, y Popular es la excepción que confirma la regla.
Cuando Don Antonio ingresó en el consejo, de inmediato detectó el porqué del naufragio. Ángel Ron, presidente desde 2006, no aplicó medida alguna con el fin de paliar los efectos de la crisis financiera de 2008. Una década de inmovilismo que convirtieron el banco en una institución arcaica y sin ideas, asfixiada por el peso muerto del ladrillo.
Aunque le costó tres años, Del Valle convenció al Banco Central Europeo, al Ministerio de Economía e, incluso, al accionariado del Opus Dei, afín a Ron, para que éste dejara el cargo. El 1º de diciembre de 2016, el Popular anunció que Emilio Saracho lo remplazaría en 2017.
Don Antonio lo había conseguido: Saracho quedó al frente del Popular. Sin embargo, lo que logró como empresario lo perdió como visionario. El banco no remontó con el nuevo presidente y se precipitó en caída libre. De momento, y hasta que la Fiscalía no diga lo contrario, el mexicano perdió 550 millones de euros.
La última aventura empresarial, por tanto, terminó en fracaso. Ahora tendrá más tiempo para centrarse en la misión que le ocupa desde que se declaró jubilado en 2013. Año en el que Del Valle cambió los negocios por la filosofía.
Adiós al empresario porque nace el filósofo
En 2015, en el Consejo Empresarial de América Latina, sugirió una unión iberoamericana de empresas: “La península ibérica, Latinoamérica más la comunidad hispana de EEUU, juntos, superarían el producto interior bruto de un gigante como China. Es una oportunidad única”.
Don Antonio cuestionaba que España, madre patria para los mexicanos, ignore a los que se suponen hijos, e igual con el resto de países latinoamericanos. Como ejemplo, aludió a la ahora fallida operación en Banco Popular. Mientras los socios mexicanos se hacían con el 6% de la entidad, los accionistas españoles adquirieron un 24,9% de BX+ (léase como “Ve por más”), grupo financiero de la familia Del Valle.
Del valle se mostró a favor de crear una alianza iberoamericana de empresas
Aunque esta alianza sea fruto de la lógica, lo cierto es que las raíces de Don Antonio cavan túneles hacia España, una tierra que siempre mira con cariño, dado que su abuelo nació en Asturias.
En pro de oportunidades, éste migró a México para lanzar “El Asturiano”, una textilería que heredaron los hijos y figura en el currículo de Del Valle como su primer trabajo. Tenía 15 años.
Los comienzos recuerdan a los de Carlos Slim. La mayor fortuna de México, y cuarta del mundo según la última lista de la revista Forbes, tiene orígenes libaneses y trabajó desde muy chico en la mercería familiar. Puede que esto explique la buena relación que une a ambos. Nexo que además de personal, es de negocios. Carso, el conglomerado de Slim, posee el 49% de Elementia, la cementera del Grupo Kaluz de Del Valle.
Un multimillonario pasional
Si bien no es tan rico como Slim, lo cierto es que Don Antonio y familia, según Forbes, reúnen casi 5.000 de euros en patrimonio (aproximadamente 5.282 millones de dólares). Y todo esto gracias a un arrebato.
Del Valle comenzó en la banca, pues soñaba con triunfar ahí antes incluso de que se formara en finanzas por la Escuela Bancaria y Comercial de Ciudad de México. En 1974, fundó junto a otros socios el Banco de Crédito y Servicios, Bancrecer. Era una marca que auguraba lo que haría esa entidad en apenas seis años: crecer. Pasó de 200 a 1.000 empleados y de una sucursal a 100, siendo la primera banca múltiple del país.
Pero en 1982 recibió un duro golpe. El Gobierno mexicano la nacionalizó en un acto para él, “injusto y desleal”. En ese instante, se sembraba la angustia e inquietud en el comedor familiar. Don Antonio, que por aquel entonces tenía dos de sus cinco hijos, debatía junto a Blanca Perochena Barquín, su esposa, si seguir en el país o buscar nuevas oportunidades en España o Estados Unidos.
Pese al disgusto con la administración, se aferró a la memoria de su abuelo para quedarse en México y triunfar. Fue una decisión pasional, como la de invertir en petroquímicas, un negocio desconocido para él pero que terminó convirtiéndose en la corona del imperio Del Valle.
Mexichem, que genera ventas por 3.500 millones de euros (3.697 millones de dólares), con presencia en más de 50 países, nació de las inversiones de Don Antonio con el dinero de la indemnización de Bancrecer. En 1984, adquirió Química Pennwalt junto a otras tres empresas del sector. De una mina de sales sacaron sosa caustica. Y así, paulatinamente, llegaron los plásticos que han convertido a la compañía -conformada como tal en 1998- en la líder de América Latina.
Cuando se habla de dinero, Mexichem suele ser sinónimo de buenas noticias. No obstante, trabajar con sintéticos y combustibles hace pasar tragos agridulces, mucho más amargos que un mal ejercicio económico.
La tragedia de Pajaritos
El 20 de abril de 2016, el complejo petroquímico Pajaritos, que Mexichem poseía junto a Pemex, sufrió una explosión que acabó con la vida de 32 trabajadores. Lo más grave no fueron los 244 millones de pérdidas, sino las acusaciones a Del Valle como responsable directo de lo ocurrido.
Varios blogs y vídeos insinúan que se oculta y no asume responsabilidades. Que se escuda en Pemex e incluso afirman que la retirada final de Don Antonio fue consecuencia de la tragedia en Pajaritos. Y pese a que ha guardado silencio, Mexichem se hizo cargo de los daños causados.
Del Valle se hizo de oro en la industria petroquímica, no en la banca
Los compuestos químicos son un negocio rentable pero no bonito, quizá por eso Don Antonio prefiere declararse banquero. Con los créditos agrícolas que ofrece BX+ (2004) consiguió triunfar en el mundo financiero. No obstante, entre la nacionalización de Bancrecer y el éxito final, se registró otro fracaso. En 1990, el Gobierno mexicano devolvió a manos privadas el sistema financiero. Allí Del Valle apareció junto a otros socios para, dos años más tarde, formar Banco Internacional, también conocido como Bital, al que logró situar en lo más alto de los rankings de México. Sin embargo, tras varios desencuentros con otros accionistas, se divorció de la entidad en 2002.
Finalmente, Don Antonio se retiró en 2016, con 78 años. Entre el éxito con Banco Popular y la explosión de Pajaritos puede que esté el porqué. El traje que ahora prefiere es el de relaciones públicas y mentor. Uno de los conceptos que más utiliza en las ponencias que lidera es el de “inversión paciente”. Es su gran consejo. Porque con paciencia logró todo lo que se propuso. Cuando el gobierno de México le arrebató Bancrecer, su primer impulso fue la huida. Sin embargo, se quedó en el país y aún con sangre en las rodillas, se levantó.
Del Valle está orgulloso de lo conseguido. También porque sabe que el Grupo Kaluz no morirá con él. Ha seguido el patrón de Slim: entregó la responsabilidad de las empresas a sus hijos varones. Antonio del Valle Perochena preside BX+; Juan Pablo, Mexichem; y Francisco, Elementia. Mientras, las hijas ayudan a los hermanos en sus responsabilidades. Blanca es la mano derecha de Antonio y Guadalupe trabaja junto a Juan Pablo. Con todo atado, toca descansar.