Leticia Núñez (ALN).- Raúl Sendic se presentaba como licenciado en Genética Humana de la Universidad de La Habana. Resulta que no lo era. No tenía el título porque ni siquiera existe esa carrera. Terminó reconociendo que hizo un “curso rápido” y dimitió el pasado septiembre. Ahora, quien está en el ojo del huracán por una cuestión similar es el presidente del Partido Popular español. Una jueza considera que el máster en Derecho de Casado pudo ser “un regalo” de la universidad. Aprecia “indicios de responsabilidad penal”. Toca esperar a septiembre para conocer la decisión del Tribunal Supremo.
Currículos inflados, titulaciones que nunca se tuvieron… Es una práctica global. No conoce fronteras. Ahí está el caso del exvicepresidente de Uruguay Raúl Sendic. Renunció en septiembre del año pasado en medio de un escándalo por ostentar un título académico falso. Es un antecedente peligroso para el presidente del Partido Popular español. Pablo Casado está en el ojo del huracán por un máster de Derecho para el que según dice no se le exigió ni hacer exámenes ni ir a clase.
Pero esta semana, la jueza del caso elevó al Tribunal Supremo la causa al apreciar “indicios de responsabilidad penal”. El futuro del presidente del PP está ahora en manos de los tribunales. Y todo apenas 17 días después de elegir a Casado como nuevo líder.
A un Casado cuya elección se interpretó en términos de renovación, de regeneración democrática. Una cara nueva. No ocupó cargo alguno en gobiernos anteriores. No procede de las viejas guardias. 37 años y todo un futuro por delante.
Muy similar a lo que sucedía en Uruguay con Sendic. Se perfilaba como el cambio en el liderazgo de la izquierda uruguaya. Joven, de carácter sosegado, concitaba apoyos de todos los sectores del gobernante Frente Amplio, que congrega desde comunistas hasta ortodoxos económicos. Pero no sólo eso. Sendic, vicepresidente con Tabaré Vázquez, era una figura en ascenso. Según el periódico El Observador, podía incluso reunir los apoyos necesarios para convertirse en candidato del oficialismo a la Presidencia.
Sendic se perfilaba como el cambio en el liderazgo de la izquierda uruguaya
Hasta que estalló la polémica sobre su carrera. Llevaba en la picota desde febrero de 2016, cuando reconoció en una conversación con El Observador que no era licenciado en Genética Humana graduado en Cuba como había hecho creer hasta ese momento. Sendic se presentaba como licenciado, pero no lo era. Así se vendía en su espacio político y en decenas de entrevistas y publicaciones oficiales.
Pero lo cierto es que Sendic no terminó ninguna carrera universitaria en la Universidad de La Habana. En declaraciones a El Observador, él mismo lo confirmó: “No lo hice. Yo nunca lo hice. Nunca utilicé eso para absolutamente nada, nunca ejercí la genética ni hice presentación sobre eso porque en realidad lo único que hice fue una preparación para la docencia. Era un curso rápido”.
Además, tal como recogió el periódico, Sendic no puede ser licenciado en Genética Humana porque esa carrera universitaria no existe en la Universidad de La Habana. La genética humana es una asignatura dentro de la carrera de Biología.
Fue denunciado por el delito de “usurpación de título académico”, pero terminó exonerado porque en Uruguay la formación que decía tener no existe y, por tanto, no podía usurparla.
Otra sombra en la carrera de Sendic fue su gestión al frente de Ancap, la empresa pública encargada de explotar y administrar el monopolio del carburante, el cemento, así como importar, refinar y vender derivados de petróleo. Fue presidente de 2010 a 2013. Según datos publicados por la compañía, las pérdidas en los años que Sendic presidió el ente ascendieron a 602 millones de dólares.
Los antecedentes de Cifuentes y Rajoy
En el caso de Pablo Casado, el presidente del PP ha reconocido que no tiene el certificado de notas oficial ni el título del máster, pero asegura que se debe a que nunca ha ido a buscarlos a la secretaría de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Habrá que esperar hasta septiembre para conocer la decisión del Supremo. Queda un mes que puede resultar eterno. Y es que en el PP no hay tiempo para la calma.
Primero fue la renuncia a finales de abril de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, por las irregularidades que rodearon la obtención de su título de máster -el mismo que Pablo Casado- aunque la puntilla se la dio la publicación de un vídeo en el que aparecía robando dos cremas en 2011 (Ver más: 7 escándalos políticos que han estremecido a España).
Después llegó la moción de censura que en junio desalojó a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno tras la sentencia por la trama de corrupción Gürtel.
Y ahora la jueza Carmen Rodríguez-Medel considera que el máster de Casado pudo ser “un regalo”. Es decir, pudo implicar prevaricación administrativa y cohecho impropio.
Daño a la imagen de Casado
Casado, en declaraciones a los medios, negó cualquier irregularidad. “Lo que me han hecho a mí no se lo han hecho a nadie más en este país”, dijo. Independientemente de que todo pueda quedar en nada, el daño a la imagen de Casado crece.
El presidente del PP ha reconocido que no tiene el certificado de notas oficial ni el título del máster
“Todo esto le puede dañar mucho, muy considerablemente”, asegura al diario ALnavío José María Marco, profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Universidad Pontifica de Comillas en Madrid. Apunta que “la gente es muy susceptible ante los políticos, sobre todo por la obsesión que hay con la corrupción”. No obstante, critica que en España se haya pasado “de una tolerancia infinita con la clase política a una suspicacia generalizada”.
Preguntado sobre por qué los políticos mienten en los currículos y arriesgan sus carreras de forma innecesaria, Marco apunta que seguramente “lo hacen para ganar seguridad. Da la impresión de que los políticos como son sólo políticos de carrera parece que necesitan un respaldo. Por eso a veces recurren a ello”, subraya.
Así lo terminó reconociendo Sendic. “El error fue haber dejado que se pusiera un licenciado adelante del nombre y personalmente lo pagué caro”, dijo a la prensa.
Después está el vicio de la titulitis. Es decir, la fiebre por acumular diplomas universitarios, en un país donde las titulaciones de posgrado han proliferado como setas tanto en centros públicos como privados. “Este es el panorama de fondo”, zanja Marco.