Antonio José Chinchetru (ALN).- La propaganda independentista insiste en la naturaleza pacífica de sus partidarios. Sin embargo, el sector más radical de quienes propugnan la separación de Cataluña del resto de España ha protagonizado numerosos actos violentos en los últimos años. El riesgo de una escalada en este terreno es muy real.
El independentismo catalán hace un uso intensivo de la propaganda para lograr sus objetivos. Tiene unas pocas ideas centrales que repite con mucha intensidad. Las más conocidas son aquellas que ponen el foco en criminalizar o demonizar a España como país y a las personas y organizaciones que en Cataluña se oponen al separatismo. Sin embargo, también son fundamentales aquellas destinadas a generar el sentimiento de superioridad moral entre las filas secesionistas. Una de las más importantes, pero no la única, es que los independentistas siempre son pacíficos. La realidad, sin embargo, no es necesariamente esa.
La explosión de una bomba casera este fin de semana en un concesionario de automóviles de gama alta en Barcelona ha hecho saltar todas las alarmas. Los hechos recuerdan a lo que en el lenguaje de ETA se denominaba kale borroka, terrorismo callejero practicado por los miembros de organizaciones juveniles de las que se nutría la organización terrorista vasca.
Todavía falta por esclarecer quiénes son los autores del ataque, pero una de las vías de investigación que se manejan es que hayan sido miembros de los sectores más radicales del separatismo. El hecho de que se haya producido coincidiendo con las protestas por la detención de Carles Puigdemont en Alemania alimenta esa tesis.
Sectores del independentismo han protagonizado episodios de violencia de una intensidad menor
Hasta que se aclare esta cuestión, la realidad es que sectores del independentismo sí han protagonizado episodios de violencia de una intensidad menor. Este fin de semana, los denominados Comités de Defensa de la República (que comparten buena parte del nombre y las siglas, CDR, con los castristas Comités de Defensa de la Revolución) sabotearon los peajes de varias autopistas catalanas. Hasta el líder de Catalunya en Comú-Podem (la marca catalana de Podemos), Xavier Domènech, criticó la actuación de estas organizaciones en una entrevista publicada por La Vanguardia.
Preguntado sobre si apoya las acciones de los CDR, respondió: “El camino que puede llevar a expresiones de conflicto violento no creo que nos ayude. Por tanto, no”. Poco después, y tras las expresiones en sentido contrario de otros dirigentes de Podemos, se desdijo y aseguró que se había expresado mal y que no pretendía “criminalizar la protesta ciudadana”.
De todos modos, no eran tampoco esos los primeros hechos violentos protagonizados por los sectores más radicales del separatismo. Las sedes de Ciudadanos en Cataluña han sufrido numerosos ataques vandálicos de diferente tipo en los dos últimos años. Muchas mañanas han amanecido con pintadas amenazantes en sus fachadas y puertas, o han sido objeto de lanzamiento de excrementos. Lo mismo ha ocurrido con locales del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC-PSOE) y el Partido Popular (PP). En marzo del año pasado, un grupo de miembros de Arran, una de las organizaciones que forman parte de la ultraizquierdista Candidatura de Unidad Popular (CUP) asaltaron una sede del PP (Ver más: Cataluña | ¿Para los radicales primero es la independencia y luego la revolución?).
Ataques a medios de comunicación
No han faltado tampoco acciones violentas y amenazas a medios de comunicación conocidos por su postura contraria al separatismo. La redacción del diario digital Crónica Global, asociado a El Español, ha sufrido al menos cuatro ataques. El último, cuya autoría reclama Arran, tuvo lugar a finales de enero. Los considerados ‘cachorros’ de la CUP realizaron pintadas amenazantes y rompieron a martillazos la cristalera del local que da a la calle. Endavant, otra de las organizaciones integradas en la CUP, llegó a amenazar al periódico Abc por informar sobre sus vínculos con los actos violentos contra el turismo en Barcelona.
Incluso en la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, que el independentismo ha querido mostrar como una prueba del pacifismo de los separatistas frente al uso de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad, hubo actos de violencia por parte de los separatistas. El más conocido es el apedreamiento de miembros y vehículos de la Guardia Civil por parte de una turba en San Carlos de la Rápita (Tarragona).
La amenaza con el uso de la violencia ante los contrarios al independentismo ha estado presente en Cataluña desde hace mucho tiempo, aunque nunca se hablara de ella. Un destacado líder de Ciudadanos le contaba hace años, antes de su entrada en la política y cuando ya era un conocido periodista, al autor de estas líneas que había recibido cartas en su casa destinadas a amedrentarle. En alguna ocasión la misiva, en un sobre sin remitente, iba acompañada de una bala de pistola, según su relato.
Cuando el discurso político se radicaliza, crece la posibilidad de que derive en violencia. A eso ayuda también el elogio a determinados personajes. Una de las personalidades no catalanas más populares entre el independentismo es Arnaldo Otegi, antiguo miembro de ETA y destacado dirigente de las organizaciones políticas afines a este grupo. Es un habitual en actos organizados por el separatismo y son muchos los dirigentes secesionistas que se han fotografiado en poses sonrientes junto a él.
El separatismo catalán no ha recurrido en los últimos años al terrorismo, pero algunos de sus seguidores sí lo hicieron en el pasado
El separatismo catalán no ha recurrido en los últimos años al terrorismo, pero algunos de sus seguidores sí lo hicieron en el pasado. La organización terrorista Terra Lliure fue muy activa en los años 80 del siglo pasado. Con más de 200 atentados en su haber, dejó un saldo de cinco asesinados y decenas de heridos. Una parte de sus miembros se integró en Esquerra Republicana de Catalunya. La organización Poble Lliure, considerara ‘heredera’ de su brazo político, forma parte de la CUP.
La amenaza de una escalada terrorista o de otras formas de violencia política en Cataluña es real. Por el momento se reduce a lo que eufemísticamente se denomina ‘de baja intensidad’, pero ya es una realidad. La cuestión que no tiene respuesta, al menos por el momento, es si va a ir a más.