Daniel Gómez (ALN).- Ocho días de sol y playa en Málaga y Mallorca, y quién sabe si Granada. Eso le espera a la familia Obama tras un frenético fin de semana en Madrid en el que vieron museos, comieron pasta en el restaurante del chef brasileño Sandro Sil y se codearon con empresarios de la altura de Pablo Isla y José Manuel Entrecanales, presidentes de Inditex y Acciona, respectivamente.
Barack Obama ya está de vacaciones. Acompañado de su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha, el expresidente de Estados Unidos pasará ocho días en la costa española. Días de desconexión en Málaga y Mallorca tras un frenético fin de semana en Madrid.
Obama y su familia aterrizaron el viernes en la capital española. Apenas tocó tierra, el expresidente se subió a un coche negro, blindado y custodiado por guardaespaldas, en dirección hacia el Marriott Auditorium Hotel, situado a cinco minutos del aeropuerto.
Pasadas las 10 de la mañana llegó al hotel. Allí se celebraba la Cumbre de Innovación Tecnológica y Economía Circular. Obama era el invitado estrella. Su llegada despertó la expectación de los asistentes al foro. Todos querían verle, pero nadie lo consiguió. Sólo algunos elegidos, como el presidente de España, Pedro Sánchez.
Sánchez también llegó al hotel como un fantasma. Sin que nadie lo viera. En su reunión, que se extendió hasta los 15 minutos, Obama le comentó a Sánchez que España “volvía a dar señales de colocar la igualdad en el corazón de la democracia”. Así lo reveló este sábado Carmen Calvo, vicepresidenta española, en un acto del Orgullo Gay que reseñó el diario Abc.
Otros invitados al foro, como la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y el presidente electo de Colombia, Iván Duque, también conversaron con el expresidente. Todas estas charlas se dieron en un margen de apenas una hora.
A las 11 de la mañana, Juan Verde, presidente de la Advanced Leadership Foundation, exasesor de Obama en asuntos de política exterior y energías renovables en sus ocho años de gobierno, le esperaba en el auditorio. Un gran salón con 2.000 butacas que no fueron suficientes para acoger a todos los invitados.
La llegada del expresidente se produjo entre aplausos. Vítores a los que contestó con un grito: “¡Hola!”. Después del saludo, tan teatral como acostumbra, arrancó a conversar con Verde.
Tocaron temas como el medio ambiente, el empoderamiento de la juventud, la tecnología, el liderazgo y la democracia. La figura de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, también se coló en la conversación. Nunca se pronunció su nombre, pero en más de una ocasión Obama aseguró estar preocupado por el rumbo político de su país.
El fantasma de Obama
El conversatorio, que se alargó poco más de una hora, terminó con un aplauso igual de sonoro y con el expresidente volviéndose a convertir en fantasma. “¿Dónde se metió Obama? ¿Cómo salió? ¿Alguien lo ha visto?”, preguntaban los asistentes que esperaban a la estrella en la salida.
Parecía imposible salir sin ser visto. Del auditorio a la recepción había pocos metros de separación, de los que ni siquiera se libró el presidente Duque. El misterio lo reveló al diario ALnavío un miembro de la organización. “En la planta de abajo hay un hotel diferente al que estamos viendo”.
Contó que en el subsuelo del Marriott Auditorium Hotel hay una planta reservada para personajes selectos, como en este caso fueron Obama y Pedro Sánchez. Una planta que está conectada hacia el exterior por una serie de túneles. Así es como el expresidente se convirtió en fantasma, volvió a subir al coche y corrió al aeropuerto. Le esperaban en Oporto. Tenía que dictar otra conferencia sobre cambio climático.
Obama regresó a Madrid por la tarde-noche. Cenó con su esposa y sus dos hijas, quienes se hospedaron en el hotel Villa Magna. Estas, mientras el expresidente cumplía con la agenda, se dedicaron a conocer Madrid acompañadas de dos amigos de la familia: James Costos, exembajador de EEUU en España, y su pareja, el interiorista Michael Smith.
El tour de las Obama el sábado por Madrid
Los anfitriones Costos y Smith ofrecieron a las Obama un tour gastronómico y cultural. Según reveló la revista ¡Hola!, almorzaron en el restaurante italiano Numa Pompillo. Un local de moda, ubicado en la calle Velázquez, abierto por el tándem que protagonizan el brasileño Sandro Silva y la asturiana Marta Seco. Ambos, cocinero y economista, han abierto locales como El Paraguas y Amazónico.
Las Obama estuvieron en un café de venezolanas y en el restaurante de un brasileño
Visitar el Museo del Prado y el Thyssen-Bornemisza era la siguiente parada de las Obama. Pero antes, decidieron tomar café en el Café Murillo. Este local, famoso por los brunchs y la decoración parisina, es propiedad de las restauradoras venezolanas Eliza Arcaya y Johana Müller. En él estuvo Michelle en su visita en 2016 y quiso repetir en esta ocasión.
Luego de una tarde de cafés y cuadros, tocaba un cóctel organizado por Costos y Smith en su casa del Barrio de Salamanca. Allí estuvieron figuras como Pablo Isla, presidente de Inditex; José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona; y celebridades como Pedro Almodóvar y Penélope Cruz.
En ese cóctel Barack Obama se encontró con el resto de su familia. Los cuatro juntos, a eso de las nueve y media de la noche, acudieron al asadero El Filandón. Otro restaurante al que ya había acudido Michelle en 2016, y que tuvo como colofón un espectáculo privado a cargo del cantante Pitingo.
“He vivido muchas cosas en la vida y he cantado a mucha gente importante, pero cantarles a Barack, Michelle y familia ha sido para nosotros un sueño. Y no sólo por quienes son, sino por lo que son”, dijo el cantante en una publicación de Instagram, acompañado de su equipo, ataviado con guitarras y un cajón de flamenco.
El último día en Madrid
Barack Obama y el Rey de España, Felipe VI, se vieron las caras el sábado. Informó la agencia EFE que el monarca acompañó al expresidente de EEUU en una visita privada por el Museo Reina Sofía.
De la visita trascendió el especial interés de Obama por el Guernica de Pablo Picasso. Tuvo buen ojo el Rey ya que le regaló al exmandatario un libro sobre esa misma obra con una dedicatoria incluida.
Obama volvió a reunirse con su familia a las 11 de la mañana. A los cuatro les esperaba un coche rumbo al Monasterio de El Escorial. Allí pasaron todo el día hasta que por la tarde regresaron al céntrico barrio de Chamberí.
Costos y Smith habían reservado una mesa en La Parra. Un restaurante que mezcla el romanticismo inglés con el color de los azulejos mozárabes de Andalucía. Una fusión angloandaluza que también se refleja en los platos.
Tras esta cena, los Obama abandonaron Madrid. También como fantasmas. Ahora pasarán al menos ocho días entre Málagay Mallorca para disfrutar de las vacaciones familiares.
Seguro que Michelle Obama guiará a su esposo por la costa española. Hace nueve años, cuando apenas cumplía un año como primera dama de EEUU, decidió viajar con Sasha a Málaga. Sol, playa y cultura marcaron esa visita. Se hospedó en el hotel Villa Padierna de Marbella, desde donde incluso se escaparon hacia Granada a visitar la Alhambra.
En 2016, Michelle también estuvo en España. Fueron unos días por Madrid y Palma de Mallorca. En este instante, no se conoce el lugar exacto de los Obama.