Daniel Gómez (ALN).- La multinacional española, en colaboración con la Agencia Valenciana de Turismo y la Universidad Politécnica, equipó los arenales de Gandía, Benidorm y Benicasim con sensores que permiten saber a qué temperatura está el agua, cuál es el estado de la arena y si quedan tumbonas libres para alquilar.
Aunque no tengan sentimientos, cerebro, ni neuronas, las playas pueden ser inteligentes. En la Comunidad Valenciana, en España, hay hasta tres con estas características. Son los arenales de Gandía, Benidorm y Benicasim.
Telefónica, en colaboración con la Agencia Valenciana de Turismo y la Universidad Politécnica, equipó las playas con sensores para dotarlas de inteligencia en cuestiones de movilidad, seguridad y accesibilidad.
En todas hay medidores que identifican el estado de la arena y la intensidad de los rayos de sol. Boyas que establecen la zona de baño por sí solas y controlan las especies que pasan bajo el mar. También hay cargadores para móviles que funcionan con energía solar, así como semáforos que regulan el tráfico por sí solos.
Estos sensores también registran información. Datos útiles para bañistas y trabajadores. Un policía puede monitorear cuánta gente hay en la playa y detectar incidencias con sólo mirar el móvil. Desde el teléfono, quien quiera, también puede reservar una tumbona y pedir un cóctel. Así de fácil.
Aunque parezcan avances pequeños, para algunos intrascendentes, estos avances están provocando toda una revolución. Las empresas y administraciones lo notan porque ofrecen mejores servicios. Los bañistas también porque tienen toda la información que requieren en la palma de la mano.
El medio ambiente es el otro gran beneficiado. Desde el equipo de trabajo del proyecto detectan “una sensibilidad especial” de los usuarios. Les hace más conscientes de su entorno. De que la arena, el mar, los peces y todo lo que les rodea merece cuidado.
El internet de las cosas
No basta con equipar una playa con sensores para hacerla inteligente. Hay que lograr que estos interactúen entre sí. Eso es lo que se conoce como el internet de las cosas, una tecnología en la que Telefónica está poniendo mucho empeño. De hecho, en las oficinas de Madrid, hay un equipo de 110 especialistas trabajando en ese campo.
Telefónica facturó en concepto de internet de las cosas 290 millones de euros en 2017
Una de las oportunidades de negocio más suculentas que ofrece el internet de las cosas son las ciudades inteligentes. Los técnicos de Telefónica calculan que el tamaño de este mercado crecerá hasta el billón de euros en 2022, y hasta los dos billones en 2025. Eso es mucho dinero.
Proyectos como el de las playas forman parte de este mercado de ciudades inteligentes. Otra iniciativa que desarrolla Telefónica se llama Smart Alba. A través de esta, con el apoyo del Gobierno español, quiere convertir a Almendralejo y Badajoz en ciudades del futuro.
Además, ninguno de los esfuerzos ha sido en balde. En 2017, en concepto de internet de las cosas, Telefónica facturó 290 millones de euros.