David Placer (ALN).- El hombre más escurridizo del chavismo, Hugo “El Pollo” Carvajal, se escapó de la justicia española en sus narices y demostró sus cualidades como jefe de Inteligencia y Contrainteligencia. La policía y la Audiencia Nacional de España guardan silencio ante una desaparición de película. ¿Dónde está Carvajal? Lo busca España. Lo busca Estados Unidos. Y también lo busca el régimen de Nicolás Maduro.
Cuando fue detenido en España, Hugo “El Pollo” Carvajal, exjefe de inteligencia y contrainteligencia militar de Hugo Chávez, contaba con el pasaporte en el que figuraba como José Mourinho, el mismo nombre del entrenador más controvertido que ha tenido el Real Madrid.
Pudo haber elegido un José Pérez o un Juan González, pero el hombre de las mil caras eligió una identidad que podía levantar la curiosidad de cualquier policía o funcionario de migración. Parece una provocación. Estoy tan seguro de lo que hago que puedo llamarme José Mourinho, Pep Guardiola o Mickey Mouse.
El viernes pasado, Carvajal, el pollo con las alas más largas del chavismo, desapareció y todavía no se sabe con qué nacionalidad ni bajo qué nombre. El exjefe de inteligencia de Hugo Chávez se esfumó cuando una filtración periodística se hacía eco de que el pleno de la Audiencia Nacional de España rectificó y aceptó extraditarlo a Estados Unidos por delitos de narcotráfico.
Tras la fuga, Carvajal ha perdido toda posibilidad de permanecer en España. Ahora sólo le queda cambiar de identidad y de apariencia, como cualquier buen jefe de inteligencia y contrainteligencia de película. A su manera, con aplomo, con sorna, con sus mentiras y medias verdades y con sus pasaportes falsos, podrá seguir burlándose de sus enemigos internos y externos, de la justicia española y de la de cualquier otro país. Así lo hará hasta que (si es que sucede) algún día sea detenido.
La Policía Nacional tenía orden de detención, pero la noche del viernes, su hijo, Hugo, declaraba al diario ALnavío que la Policía no se había presentado en el domicilio, que su padre se encontraba tranquilo en casa y que se entregaría en las próximas horas. Pero Carvajal tenía otros planes. En Twitter, aseguraba que se encontraba tranquilo. “Sigo en libertad y me encuentro en España”, publicó “El Pollo” el fin de semana pasado. Tal vez, ya se encontraba fuera del país. Todo era para distraer.
El viernes, cuando se produjo la decisión de la justicia de enviar a Carvajal a Estados Unidos, la policía comenzó a buscarlo, según ha publicado el diario El País. Pero ese mismo día, la Policía Nacional ni confirmaba ni desmentía el inicio de la orden de captura. Al menos no se la confirmaron al diario ALnavío.
Cuatro días después, el cuerpo policial reconoció, por primera vez, que estaba buscando a “El Pollo” Carvajal, pero que no había podido capturarlo.
Hasta este martes, la Audiencia Nacional no había redactado, firmado y sellado la decisión judicial que avala su extradición a Estados Unidos. “No nos han informado nada y por eso no podemos ejercer ningún tipo de acción en su defensa. No sé dónde se encuentra. Yo no he hablado con él. Normalmente no hablo con él, sino con su familia”, explicó este martes uno de sus abogados al diario ALnavío.
-Pero sí puedo decir que Estados Unidos lo quiere como sea allí. Yo no he visto en 30 años de carrera que la decisión de un pleno de la Audiencia Nacional se haga pública el mismo día de la deliberación -explica la fuente del equipo legal que sugiere presión estadounidense a la justicia de España.
Pero “El Pollo” ya no necesitaba a sus abogados para evitar la extradición, sino otro tipo de ayuda. Con su desaparición, Carvajal ha demostrado por qué fue jefe de inteligencia y contrainteligencia militar al burlar a la policía y la justicia. Hasta ahora, ni la Policía ni la Audiencia Nacional se han pronunciado acerca de la fuga. Tampoco han contestado si se abrirá alguna investigación para determinar el método de fuga y posibles complicidades que necesitó el hombre más escurridizo del chavismo.
Carvajal, íntimo de Diosdado Cabello, declaró ante la Audiencia Nacional con aplomo sorprendente. Hasta esbozó una ligera sonrisa cuando el juez le reprobó una de sus respuestas. En los pasillos de los tribunales, sus familiares se mostraban satisfechos de que, finalmente, Carvajal declarase en un juicio. Estaban confiados en su absolución. Tal como ocurrió.
Los tres jueces que celebraron el primer juicio consideraron que Estados Unidos no presentó pruebas sustentadas que probasen los delitos de “El Pollo”: narcotráfico y tráfico de armas. También fue considerado como perseguido político. Cuando fue puesto en libertad, el pasado 16 de septiembre, por la sección tercera de la Audiencia Nacional, Carvajal declaró, en las puertas de la cárcel, que permanecería en España.
-Sí, me voy a quedar en España. Por supuesto. Tengo prohibición de salida del país – explicó a su salida de la cárcel de Estremera en Madrid.
Los jueces de la Audiencia Nacional no impusieron a Carvajal medidas de vigilancia especiales. Sólo estaba obligado a presentarse cada 15 días ante los tribunales. Y tenía su pasaporte retenido. Pero no lo necesitaba. Cuando fue detenido en España, contaba con varias identidades.
Carvajal relató ante la Audiencia Nacional que entró a España con la colaboración de un alto responsable del Centro Nacional de Inteligencia, CNI, que fue a recibirlo al pie del avión, junto con otro alto cargo del Congreso y un responsable de seguridad del Aeropuerto de Barajas, Madrid. Dijo que ni siquiera pasó por el control de pasaportes y que había comenzado a entablar jornadas de trabajo para colaborar con la inteligencia hasta que fue detenido por petición de la justicia de los EEUU. Su anterior abogado también pidió al tribunal que investigase la implicación de los servicios de inteligencia españoles en el caso de “El Pollo”.
Ese nivel de conexiones demuestra que Carvajal no necesita demasiados esfuerzos para desaparecer frente a todas las autoridades de España, ante las que manifestó su respeto y su obediencia. “Confío y confiaré en la justicia de España, un país con una democracia plena”, dijo a su salida de la cárcel.
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Para demostrar el escaso riesgo de fuga, la familia solicitó arraigo, una condición migratoria que fue denegada. Sus cinco hijos pequeños están escolarizados y hacen vida normal en un barrio pudiente al norte de Madrid.
Carvajal no es el primer acusado por narcotráfico que desaparece frente a los ojos de la justicia de este país. Manuel Miranda, con muchos menos contactos de alto nivel, escapó tras su juicio por narcotráfico y desapareció por más de 15 años, oculto entre Marruecos y otros países africanos. Al ser detenido con un pasaporte falso peruano, la policía descubrió que se había incrustado injertos de piel para modificar sus huellas dactilares y se había hecho un injerto de pelo para transformar por completo su apariencia.
Pero el caso de Carvajal (que también es calvo) es muy distinto. Las autoridades de Estados Unidos moverán toda su maquinaria policial y diplomática para encarcelarlo y obligarlo a que aporte información vital para derribar el régimen de Nicolás Maduro, de quien dice tener valiosa información. No quieren que se repita su escape, como sucedió en Aruba.
Tras la fuga, Carvajal ha perdido toda posibilidad de permanecer en España. Ahora sólo le queda cambiar de identidad y de apariencia, como cualquier buen jefe de inteligencia y contrainteligencia de película. A su manera, con aplomo, con sorna, con sus mentiras y medias verdades y con sus pasaportes falsos, podrá seguir burlándose de sus enemigos internos y externos, de la justicia española y de la de cualquier otro país. Así lo hará hasta que (si es que sucede) algún día sea detenido.
¿Dónde está Carvajal? Lo busca España. Lo busca Estados Unidos. Y también lo busca el régimen de Nicolás Maduro.