Caleb Zuleta (ALN).- Los actores económicos en Cuba se diversifican. El Estado sigue siendo el sector de más peso. Sin embargo, los nuevos agentes toman fuerza. ¿Qué significa esto en Cuba?
“Más de una década después de las transformaciones impulsadas en el marco del proceso de Actualización del Modelo Económico y Social cubano, se puede constatar la concurrencia de diferentes actores y espacios económicos”.
Esto pasa en Cuba. Y esto es lo que dicen dos autoras. Dos analistas que residen en Cuba. Se trata de Dayma Echaverría León y Milena Rojas Piedrahita. La primera es doctora en Sociología en la Universidad de La Habana. La segunda, magíster en Sociología e investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, Cuba. Acaban de publicar en la revista Nueva Sociedad un trabajo que titulan “Mercado y nuevas desigualdades. ¿Qué está pasando en Cuba?”.
Las autoras identifican una gama de actores y espacios económicos que enumeran de la siguiente manera:
Estatales.
Mixtos, integrado por el Estado e inversión extranjera.
Cooperativistas del agro.
Cooperativistas no agropecuarios.
Trabajadores por cuenta propia.
Dueños de negocios.
Asalariados privados.
Sujetos económicos procedentes de los más diversos hemisferios.
Personas que desempeñan trabajos que no están regulados por el Estado ni registrados estadísticamente.
Señalan que “en 2017, 69,1% de las personas ocupadas trabajaba en el sector estatal”, y que “del sector no estatal, 40,7% se desempeñaba como trabajador por cuenta propia”. Este segmento “ha tenido el mayor dinamismo en los últimos 10 años”.
Está pasando en Cuba. Está ocurriendo en el país con el sistema político más cerrado de América Latina y el Caribe. Así, Echaverría y Rojas apuntan que “esta heterogeneidad de empleadores, con diferentes modelos de gestión y de propiedad, formaliza en sí misma la construcción social de un espacio de intercambio de fuerza de trabajo donde se demandan diferentes conocimientos y habilidades”.
Y apuntan que al mismo tiempo “pone de manifiesto las diferentes retribuciones existentes por el trabajo. Los procesos relativos al reclutamiento, selección, contratación, remuneración, evaluación, formación y desarrollo de la fuerza de trabajo se realizan en este contexto de forma cada vez más heterogénea”.
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Todo esto aparece en el mercado, si es posible hablar de mercado. Al menos, en escena se identifican también expresiones de algún tipo de competencia. Porque hay cambios en los esquemas de contratación. Y esos esquemas de contratación, “aun dentro del sector estatal, hacen pensar en la existencia de competencia entre los demandantes y los oferentes de empleo para aquellas plazas más especializadas y con mejores condiciones de trabajo (salarios, condiciones materiales asociadas como autos, celulares, viajes al exterior, etc.)”.
El ejemplo más evidente tiene que ver con el turismo, las tiendas de recaudación de divisas y los llamados espacios emergentes. Estas actividades “cuentan con sus propias oficinas empleadoras”. De igual manera, “la Zona Especial de Desarrollo y las empresas mixtas también cuentan con oficinas. De esta forma, la diversificación del acceso a empleos más atractivos en términos de condiciones salariales y materiales cada vez es mayor”.
Dicen que “esta realidad muestra la heterogeneización del mercado de fuerza de trabajo cubano actual, en el que cada vez más actores participan en un espacio de poder por recursos laborales calificados o habilitados en una profesión específica. Al mismo tiempo, se cuenta con una amplia gama de personas graduadas y calificadas en ocupaciones que no son las más demandadas o las que no encuentran empleos suficientemente atractivos, ya sea por los bajos salarios que predominan en el sector estatal, principal oferente de empleo o porque las condiciones de trabajo no son las más idóneas”.