Moris Beracha (ALN).- El sector privado venezolano fue por casi 20 años víctima de expropiaciones, atropellos, controles, fiscalizaciones, violaciones de la propiedad privada y un sinfín de desmanes organizados desde la estructura estatal que lo dejaron menguado, agotado y casi inexistente. Pero el ímpetu de la fuerza laboral, así como la necesidad de emprendimiento para mejorar los sistemas de producción y el acceso a los bienes, están provocando que poco a poco las cosas cambien y allí la dolarización de la economía está jugando un importante rol.
Las transacciones en Venezuela han ido sustituyendo al depreciado bolívar -la moneda oficial- por el dólar estadounidense y el peso colombiano. Los precios están siendo fijados en dólares. Los sueldos -si bien no están indexados a los dólares- sí se calculan con equivalentes al tipo de cambio para obtener su poder de compra.
Mucho se ha dicho que puede ser esto producto del dinero del narcotráfico o de los empresarios cercanos al gobierno. Pero en una economía como la venezolana no se puede definir que estos dos elementos estén impulsando algo que ya no catalogan como burbuja, sino como un miniboom de la economía.
Las remesas que llegan desde el exterior y la inversión que privados están haciendo dentro del sector comercial están conduciendo a que en algunas zonas del país se vea esta Navidad un movimiento poco convencional.
En una economía destruida por el control de cambio y el de precios, el hecho de que se abran pequeños establecimientos que ofrezcan productos a precios menores que los de las cadenas comerciales tradicionales, nos dice que algo está cambiando. Asimismo, las importaciones privadas han ido aumentando y puede percibirse tal cambio a través de la presencia de productos en los anaqueles.
Al dejar de ser Petróleos de Venezuela la empresa que proveía todos los dólares a la economía comenzó a perder musculo. Su uso indiscriminado acabó con la que fuera una de las primeras industrias del mundo y hoy en día -azotada por la desinversión y afectada por las sanciones de Estados Unidos– se ha quedado en bancarrota.
Así es el fracaso de Nicolás Maduro con la inflación, el petro y la dolarización
Esa y no otra es la razón por la cual Nicolás Maduro y su administración decidieron levantar los controles de cambio y de precios. Su imposibilidad de controlar el flujo de divisas -porque ya no existe- los obligó a dejar sin tutelaje a los privados, a liberarlos de tanto control económico-social.
El mercado tiene su propia vida. Posee una fuerza que sobrepasa las barreras; es inteligente, planifica, emprende y busca la manera de imponer esa libertad de intercambio. La ley de la oferta y la demanda está comenzando a expresarse de nuevo en Venezuela y la circulación del dólar en cada una de las transacciones financieras que se hace es sólo la expresión de ello.
Ciertamente, la dolarización de la economía se ha hecho de facto y no forma parte de política alguna. Ha sido el mercado, la gente de a pie, los comerciantes, el pequeño sector industrial, quienes -para protegerse de la hiperinflación que ha dejado desolados a los individuos- han conseguido la manera de seguir en Venezuela por su propia cuenta. No es tampoco un fenómeno nacional aún pero su mayor expresión se ve en los sectores más afectados como el estado Zulia, donde es difícil ver circular un bolívar.
Este movimiento de comerciantes y de emprendedores que apenas vemos y que muchos catalogaron en un principio como una burbuja, comienza poco a poco a imponer sus propias reglas, a dar algo de respiro a una economía maltratada. Cómo siga evolucionando este proceso dependerá de cuánto avance la dolarización y eso con seguridad lo veremos en 2020.