Rafael Alba (ALN).- La toma de control de Planet Events por Live Nation forma parte del desembarco en España de las grandes multinacionales del sector de la música en directo. Pino Sagliocco aspira a convertirse en la figura clave de la explosión internacional de la música latina.
Da pena tener que admitirlo, pero seguramente estaba cantado. Si no hubiera sido por el público estadounidense, y algún que otro avispado magnate de Wall Street, aquí jamás nos hubiéramos percatado de las inmensas posibilidades que tenía la música hispana para convertirse en la fuente generadora de un negocio global de alta rentabilidad. Siempre pensamos que es mejor lo que viene de fuera. Y no parecemos ser demasiado conscientes de que poseemos un idioma, el castellano, que hablan más de 300 millones de clientes potenciales. No hace tanto, los artistas latinos, especialmente los españoles, apostaban por escribir canciones en inglés para intentar asaltar los mercados internacionales. El disparate llegó a tener una dimensión tal que hasta llegó a ser habitual que en las radios y televisiones públicas españolas sonaran muchos solistas y grupos, presuntamente vanguardistas, que se expresaban sólo en la lengua de los promotores del Brexit. Por lo visto, eso era lo pertinente, lo cosmopolita y lo moderno, mira tú.
Entre abril y julio del pasado año, la compañía californiana de venta de entradas online Eventbrite compró la española Ticketea; la compañía alemana CTS Eventim adquirió Doctor Music; la promotora de conciertos del histórico Neo Sala y Providence Equity Partners y The Yucaipa Companies entraron en el capital de Sonar y Primavera Sound
Y mientras esto sucedía, curiosamente, los ejecutivos anglosajones de las grandes majors de la industria de la música global que buscaban talento en España y Latinoamérica se interesaban por otra cosa. Por la música cantada en castellano y el poder de seducción masiva que atesoraban los ritmos autóctonos. Una verdadera mina de oro, plagada de canciones con capacidad para convertirse en hits. Y de artistas carismáticos, con directos atractivos y potencia llenapistas. Unas características de las que ahora nadie duda y que gracias al éxito imparable del reguetón y de la nueva música urbana -llámenla trap si lo desean- han adquirido en los últimos años una gran visibilidad en todo el mundo. El hispanoparlante y el que no lo es. No entramos aquí, no es nuestro papel, en otro tipo de consideraciones relacionadas con la calidad del producto en cuestión o los gustos personales de cada uno. Pero lo cierto es que gracias a Luis Fonsi y su Despacito, Bad Bunny, Maluma, J. Balvin, Becky G, Rosalía y C. Tangana, entre otros, la música latina ha logrado la verdadera mayoría de edad como fenómeno comercial.
Además, el éxito de estos jóvenes irreverentes ha servido para que artistas de otros géneros, desde los baladistas clásicos como Luis Miguel hasta cantautores singulares como Juanes o Ricardo Arjona, entre otros, vuelvan a situarse también bajo los focos. Y como siempre que se detecta el olor del dinero, las grandes operaciones corporativas no tardan en aparecer sobre el escenario. En un negocio en el que los talentos locales necesitan de la gasolina de las grandes inversiones para aspirar a la primera división, la toma de posiciones de la industria financiera se realiza habitualmente sin grandes sobresaltos. En principio, les basta con tomar participaciones de control en las empresas punteras de cualquier mercado para iniciar el desembarco y prepararse para la batalla final. Pero también han aprendido algo de la larga y dura crisis que sacudió a la industria musical en los primeros compases del siglo XXI. Que necesitan aliarse con gestores que conozcan el terreno, porque este negocio no es exactamente como los otros y requiere conocimientos específicos para el éxito y el buen fin de las operaciones. Lo mejor es comprarse a las empresas y mantener a los fundadores en el cargo. Por lo menos, durante un tiempo.
Los fondos de inversión y las nuevas estrellas
Y eso es lo que ha empezado a suceder en los últimos meses en España. En especial, entre las empresas especializadas en la organización de conciertos en directo, la venta de entradas online y la producción de eventos. Puntos clave en un sector en el que la integración es vital para aprovechar las sinergias y las economías de escala y las grandes promotoras se han convertido también en agencias de management y explotación de marca, propietarias de medios especializados y compañías discográficas con idea de tener presencia efectiva a lo largo y ancho de toda la cadena de valor del negocio. Así, el año pasado, en pocos meses, se produjeron unas cuantas operaciones corporativas importantes en España que, probablemente, están destinadas a cambiar las normas y ampliar el terreno de juego. Unos procesos corporativos que, cronológicamente, tuvieron lugar antes de que la explosión del fenómeno Rosalía lo arrasara todo y supusiera uno de los primeros frutos de esa deseada internacionalización de la producción nacional de la que hablábamos antes.
¿Cómo iba a responder a estas acciones Live Nation, el gran gigante mundial del sector? Más aún después de que en 2017 la empresa hubiera creado una división específica para el mercado latino de EEUU, Live Nation Latin
Y, por cierto, todo esto pasó también antes de que la prensa especializada hispana cayera rendida a los pies de los nuevos ídolos urbanos y de que algunas estrellas del género empezaran a ocupar las portadas de unos medios de presunta vanguardia que, anteriormente, habían sido los principales propagandistas del viejo fenómeno indie, cuyos artistas más punteros peinan canas hace tiempo, y los grandes adalides de los grupos españoles que cantaban en inglés. ¿Una curiosa coincidencia? Seguro que sí. Pero lo cierto es que, entre abril y julio del pasado año, la compañía californiana de venta de entradas online Eventbrite compró la española Ticketea; la compañía alemana CTS Eventim adquirió Doctor Music; la promotora de conciertos del histórico Neo Sala y Providence Equity Partners y The Yucaipa Companies entraron en el capital de Sonar y Primavera Sound, respectivamente. Y, además, en todos los casos, los antiguos responsables de las compañías beneficiadas por la correspondiente lluvia de dinero fresco se mantuvieron al frente de sus empresas.
Muchos movimientos, sin duda. Unos corrimientos de tierra cuyo impacto es difícil de valorar todavía, pero que comienzan a ser perceptibles en los ambientes relacionados con el negocio de la música. Y que también habían dejado una gran pregunta en el aire. ¿Cómo iba a responder a estas acciones Live Nation, el gran gigante mundial del sector que dirige Michael Rapino? En los últimos tiempos parecía que esta major no acababa de estar cómoda en el mercado hispano y había cedido demasiado espacio a la competencia. Cierto que no había llegado a perder la condición de gran organizador de los macroconciertos de estrellas internacionales en el país. Y que participaba activamente en el floreciente negocio de los festivales con marcas propias como el Mad Cool madrileño. Pero, según la mayor parte de los expertos, en el actual contexto parecía evidente que iba a necesitar reforzar su posición en España. Por eso, muchos esperaban una respuesta contundente y rápida. Más aún después de que en 2017, la empresa hubiera creado una división específica para el mercado latino de EEUU, Live Nation Latin, que puso bajo el control de Hans Schafer, el especialista en el sector de AEG, una de sus principales competidoras.
Live Nation creó una división latina
La verdad es que, de momento, Schaffer no ha podido marcarse demasiados tantos. Cuando llegó a Live Nation, ya andaban por allí algunos de los artistas latinos punteros de la empresa. Nombres sólidos como Enrique Iglesias, Pitbull o Shakira. Y allí siguen claro, pero poco más. Así que quizá era el momento de pensar en otras opciones posibles. Entre otras cosas, porque la firma de Rapino está también presente en el mercado hispano a través de la filial Live Nation Barcelona, que dirige el histórico promotor italiano Pino Sagliocco, un hombre fuerte del sector en España desde que llegó a Ibiza en 1978, y al que se deben algunos intentos notables de convertir en grandes estrellas a artistas hispanos como Camarón de la Isla, a quien llevó a tocar al Festival de Montreux gracias al patrocinio de Quincy Jones. De modo, que ¿quién mejor que él, para aprovechar los vientos favorables que parecen soplar ahora para la música latina?
Una buena opción para el Grupo Prisa era encontrar un socio con liquidez, que tomara una participación de control y se encargara de la gestión de Planet Events, pero permitiendo que el grupo siguiera presente en la empresa y participara de los beneficios futuros. Y por esa puerta se ha colado Live Nation
Probablemente nadie. Con una posible excepción: Chen Castaño, la directora general de Planet Events, la promotora de conciertos del Grupo Prisa, empresa editora del diario El País. Gracias a este periódico, la compañía española de medios de comunicación es una marca prestigiosa en todo el mundo hispano y cuenta también con el poderío adicional que le concede su división radiofónica, en la que están todas las radiofórmulas líderes de audiencia, entre ellas Cadena 40 y Cadena Dial, y Castaño tiene buenas conexiones en el negocio por su colaboración con Rebeca León, manager de Juanes, J. Balvin y Rosalía, y su relación privilegiada con artistas al alza como Jorge Drexler, que se ha revalorizado mucho este año gracias a su éxito en los Grammy latinos. Sin embargo, a pesar de todas esas cartas favorables, Planet Events tampoco ha logrado nunca unos resultados acordes con las expectativas despertadas. Tal vez porque la crisis de su matriz, el Grupo Prisa, se lo ha impedido. La abultada deuda, las luchas políticas, empresariales y accionariales que se han desarrollado en su seno han contribuido a limitar las posibilidades de todas las áreas de negocio.
Y la dedicada a los eventos y los conciertos en directo no ha sido la excepción. O no lo había sido hasta ahora. Hasta el punto de que la posibilidad de escuchar ofertas de compra sobre ella ya llevaba tiempo encima de la mesa. Aunque quizá tampoco era necesario desprenderse del 100% del capital. Una buena opción era encontrar un socio con liquidez, que tomara una participación de control y se encargara de la gestión, pero permitiendo que el grupo de medios siguiera presente en la empresa y participara de los beneficios futuros. Y por esa puerta abierta de par en par se ha colado Live Nation de la mano de Sagliocco y se ha convertido en el socio mayoritario de Planet Evens, sin que ninguna de las partes haya querido desvelar, hasta ahora, el dinero invertido en la operación. Tampoco eran unas completas desconocidas. Ambas empresas ya habían colaborado antes en la organización de un par de giras de éxito con Juanes y Luis Miguel, y en eventos singulares como en el concierto de Paul McCartney en Madrid en 2016. Ahora Sagliocco será el jefe de Castaño. Un dúo temible que puede hacer temblar a la competencia y extraer todo el oro que queda en la mina de la música latina. O eso piensan los que saben y no seré yo quien les lleve la contraria.