Daniel Gómez (ALN).- En Venezuela hay un relato diferente al que cuentan medios de comunicación y políticos. Es el que ofrecen los youtubers. Las decenas de ciudadanos, que, con una cámara, valentía y gracia a la hora de comunicar, muestran a millones el día a día de los venezolanos. Muestran la realidad en su forma más cruda. La escasez en los supermercados, la inseguridad en las calles, la miseria, el miedo, pero también, es curioso, la alegría.
En el peligroso barrio de Petare los niños juegan baloncesto, vuelan cometas en los tejados, mientras en las calles amanecen cuerpos sin vida. En los supermercados sobra lo innecesario y escasea lo básico. Un robo en Caracas a plena luz del día no sorprende a nadie. Antes del apagón, en el Hospital Central de Maracay ya iba y venía la luz. Antes del apagón tampoco el Metro de Caracas funcionaba con regularidad. Cuando llegó el apagón el caos fue total. Tras el apagón sólo se sintió alegría. Así es la Venezuela que cuentan en YouTube.
Mientras el foco mediático se sitúa en la pugna entre el presidente encargado, Juan Guaidó, y el ilegítimo, Nicolás Maduro, los youtubers han salido a la calle para retratar el día a día de los venezolanos. Sin ideología, sin prejuicios.
Luis Arturo Villar, mexicano, cuenta con 22 millones de seguidores en su canal de YouTube, donde se hace llamar Luisito Comunica. Se ha hecho mundialmente famoso por recorrer el mundo, contar sus experiencias y plantear divertidos retos.
Con 20 millones de reproducciones, Así me asaltaron en Venezuela… es uno de los vídeos más virales de su canal. Era junio de 2017. Luisito decidió trasladarse a Caracas. Era un escéptico. “¿Realmente Venezuela está como nos dicen en las noticias?”, se preguntaba al comienzo de una serie de vídeos.
Tres días después respondió a la pregunta así: “En efecto, todo lo que me habían estado diciendo es verdad”. En sus vídeos muestra lo difícil que es conseguir pan, la escasez de productos básicos en los supermercados, el problema de la inseguridad. “Me choca tener que advertirlo, mucha gente me lo dijo, pero me acaban de asaltar en la calle. Fue en el mero centro. Se sintió raro. Se sintió la inseguridad”.
Un robo a plena luz del día
Luisito narró que le agarraron de la chaqueta, que le metieron la mano en un bolsillo y le robaron. La cartera y el móvil. Fue en pleno centro, mientras hacía cola para comprarse una chicha, una bebida típica de Venezuela en la que se mezcla leche con arroz (en ocasiones también maíz).
“Había muchísima gente y nadie me preguntó si estaba bien. De hecho, la señora que me vendía la chicha ni siquiera me hizo un comentario. Sólo me dijo que tenía que pagarle la bebida”, comentó.
A Luisito le sorprendió la inseguridad, así como lo politizado que está todo. Quedó sorprendido por la cantidad de grafitis con el rostro de Hugo Chávez y Nicolás Maduro que hay en el país. Pero también de Leopoldo López y otros líderes opositores.
Luisito también prestó atención al arte de protesta. Y es que el logo de la mujer que da imagen a la Harina Pan, extinta en Venezuela, aparece en muros donde hay pintas contra el chavismo.
Aun así, lo que impera es la propaganda chavista. Está en todos lados. Hay caras de Maduro y Chávez en las bolsas de abastecimiento que reparten, en los supermercados. Hasta en las farmacias, ahora cerradas porque no tienen insumos, tal como lo muestra el youtuber y abogado Neurokiller.
Este no se muestra escéptico. Siempre, desde que se creó el canal en 2016, ha sido crítico con el chavismo. Por otro lado, quizá también influya que es venezolano y sufra día a día las penurias del país.
Cómo se sufrió el apagón
A diferencia del relato de Luisito, el de Neurokiller es reciente. La imagen de las farmacias cerradas es de ahora. De ahora también es el apagón. De hecho, lo grabó para contarlo en un vídeo que avanza hacia el millón de reproducciones.
Mostró a la gente agolpada en los pocos restaurantes que contaban con una planta eléctrica. Mostró cómo los comerciantes pedían dólares, y algunos otros, sólo a los clientes más cercanos, les permitían pagar los productos con transferencias bancarias una vez se recuperase la normalidad.
Mostró las protestas de la gente, a los venezolanos con cacerolas haciendo ruido en la calle para que les devuelvan la electricidad, a otros prendiendo fuego a los contenedores. Y también mostró la alegría. Cómo tras tanta furia y desesperación luego de tantos días sin luz, lo único que les importó fue que regresara la electricidad. Hasta Neurokiller dejó la crítica para abrazarse con sus compatriotas.
Un aeropuerto internacional sin agua
Gladys Seara también es youtuber y venezolana. Es, además, una figura controvertida. Fue chavista. Contó en su canal que en ocasiones su “radicalismo le pareció asqueroso”. Ahora aprovecha su poder de influencia, cuenta con 291.000 seguidores en la plataforma de vídeos, para mostrar cómo está el país.
Ahora ha tomado fuerza relatando las miserias del apagón, pero uno de sus vídeos más impactantes se produjo antes de que el país se quedara sin electricidad. Seara mostró el día a día en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.
A simple vista parece un aeródromo de una pujante ciudad. Con tiendas en las salas de espera en las que existen franquicias de Carolina Herrera, Hugo Boss y Armani. Con restaurantes de todo tipo. Máquinas con bebidas. De todo.
El problema está en los detalles. El colorido mosaico que sirve de suelo en el aeropuerto está desgastado. Le faltan trozos de azulejo. Seara dice que está así porque “se los roban para tener un recuerdo”. Los baños los definió como “horribles”. Por la suciedad. La falta de mantenimiento y porque ni siquiera hay agua.
“Es demasiado loco que un aeropuerto internacional no tenga agua”, dijo.
Cómo se vive en Petare
Rubén Díez, español, lleva el canal Lethal Crysis. “Llegar hasta donde nadie llega” es su lema. Y estos esfuerzos, con los que ha conseguido estar en lugares delicados de la India, Israel, México y Colombia, también le han llevado a Petare, uno de los barrios más peligrosos de Caracas.
Los relatos de este youtuber son sorprendentes. “Dicen que hay niños con AK-47. Escuchad: niños con AK-47. Dicen que hay zonas en que las que si entramos no aguantamos más de dos calles sin que nos frían a tiros”.
Habla de oídas. No muestra imágenes. Y es que, hasta el momento, en Petare no se ha retratado a niños armados, como sí ocurrió, por ejemplo, en las favelas de Brasil. A excepción de este detalle, evidencia la realidad de un barrio inseguro, pero donde la gente hace su día a día ajena de los problemas.
Los niños juegan baloncesto y vuelan cometas en los tejados. La gente hace lo que puede para conseguir agua y productos básicos. Una señora lamenta cómo las bandas del lugar no trafican con drogas, sino que lo hacen con medicinas.
Otra señora celebra que la violencia ha disminuido en las últimas semanas. “Será porque las balas están caras, porque a los muchachos en sus tremenduras los mataron, porque han migrado…”, contó.
En cambio, otra lamentó cómo hace unos días “una muchachita”, vecina del barrio, amaneció muerta en la calle por “juntarse con quien no debía”.
El drama en los hospitales y el 23-F
Díez estuvo en Venezuela en febrero. Primero visitó Caracas. Luego se desplazó a Maracay. Allí logró infiltrarse en el Hospital Central y con su cámara enseñó las pésimas condiciones del lugar, el material quirúrgico acumulándose al no poder ser desinfectado, la presencia de moscas, el mal olor…
De Maracay marchó a Cúcuta, ciudad colombiana fronteriza con Venezuela. Era 23 de febrero. Día de la entrega de la ayuda humanitaria. Díez se puso junto a los voluntarios de Guaidó. En primera fila. Recibió gas lacrimógeno por parte de los militares de Maduro. Se le quemó la cara. Presenció el bloqueo a la ayuda humanitaria, y cómo los venezolanos, molestos por la situación, bajaban al río a equiparse de piedras para lanzar contra los policías.
La crisis en Venezuela es noticia. Y la prueba de ello es YouTube. Estas escenas son algunas de las que enseñan los canales más famosos. Hay otras tantas circulando por esta plataforma. De supermercados vacíos. De visitas a Petare. De la gente haciendo cola para poner gasolina. De cómo el bolívar, literalmente, no vale nada. Esta es la Venezuela que muestran los youtubers.