Oscar Medina (ALN).- Chepe Express se desplaza por la Sierra Tarahumara. La centenaria línea férrea que conecta Sinaloa y Chihuahua acaba de estrenar remozados vagones, plenos de comodidades y bien dispuestos para degustar bebidas y disfrutar de una cocina de altura. El trayecto turístico que propone concentra aventura, cultura y vastos paisajes de costa y montaña.
La Sierra Tarahumara quizás no esté anotada como destino en la mayoría de las guías turísticas. Pero debería. Y más ahora que el tren que la cruza desde Sinaloa hasta Chihuahua estrena nueva cara y comodidades que le añaden atractivo a un paseo que, aunque poco conocido en el mundo, ofrece perspectivas muy interesantes de la extensa oferta turística de México.
La Tarahumara es una cadena montañosa que forma parte de la Sierra Madre Occidental, al noroeste del país. La línea férrea que serpentea por esa tierra escarpada tardó más de 100 años en completarse debido a los retos y dificultades de la topografía. Y fue el 24 de noviembre de 1961 cuando, finalmente, el expresidente Adolfo López Mateos inauguró el Ferrocarril Chihuahua-Pacífico, cuya concesión posteriormente –en 1997- fue entregada a la empresa Ferrocarril Mexicano, que comenzó operaciones el 19 de febrero de 1998.
A esa línea Chihuahua-Pacífico, con 653 kilómetros, 86 túneles y 37 puentes, se le ha conocido casi desde siempre como Chepe. Por sus rieles circulan dos trenes, el Chepe Regional y el Chepe Express, este último de una gama mayor que ahora, sin duda, es todavía más alta.
El Express tiene capacidad para transportar a 340 personas y lo conforman seis carros de pasajeros con clases ejecutiva y turista; un carro bar, un restaurante y un vagón terraza. Todos cuentan con pantallas HD y sistemas de sonido y el diseño se ajustó a algo fundamental: a la posibilidad de apreciar el paisaje a través de las ventanas panorámicas, especialmente en la terraza, donde además es posible bajar las ventanas para capturar la vista y disfrutar el clima de la sierra.
El vagón restaurante –de dos niveles- tiene nombre y chef: Urike, comandado por el cocinero Daniel Ovadía, quien ostenta un bien ganado prestigio por los restaurantes que tiene en Ciudad de México a través del grupo Bull & Tank. En Urike se trabaja con ingredientes de la región un menú de degustación que varía por temporadas. Y en el segundo nivel, por supuesto, se logran las mejores vistas del recorrido.
Hasta Creel
En Los Mochis comienza la ruta del Chepe Express. Esta es la tercera ciudad en importancia del estado de Sinaloa. ¿Y qué haría uno allí? Mochis significa “lugar de tortugas” y todo plan debe contemplar paseos por la Bahía de Topolobambo para visitar el santuario de delfines, la Isla de los Pájaros, ver los lobos marinos y las focas de la Isla Rocosa y practicar snorkel, buceo y pesca. Y, por supuesto, disfrutar de algunos buenos restaurantes especializados en pescados y mariscos.
En El Fuerte hace la primera parada el tren. Este municipio forma parte del Circuito Ecoturístico Mar de Cortés-Barrancas del Cobre. Debe su nombre a un fuerte construido por los españoles en 1610. Fue un destacado centro minero y la propuesta turística combina la riqueza de la arquitectura y algunas aventuras en la naturaleza como kayak y paseos en balsa por el río El Fuerte.
Divisadero es como para volver más de una vez. En este lugar se encuentran tres de los cañones más importantes de la Sierra Tarahumara: Urique, Tararecua y Del Cobre. Y no todo es contemplar. Hay rutas de caminatas hasta el fondo de las barrancas para conocer gente del pueblo tarahumara, otras a caballo y en bicicleta; miradores, puentes colgantes y en el Parque Aventuras Barrancas del Cobre existe la oportunidad de lanzarse por tirolesas, escalar, pasear en un teleférico y hasta acampar.
Creel es el destino final. O el principio de algo, porque se le considera el pueblo mágico de entrada a la sierra. Allí habita la mayor cantidad de población tarahumara y ofrece una de las mejores oportunidades de conocer esta cultura, sus tradiciones y su artesanía. A pocos minutos de Creel está San Ignacio de Arareko, donde se pueden hacer recorridos por los valles de los Hongos, de las Ranas, el Lago de Arareko y la Misión San Ignacio. A diferentes distancias se ubican impresionantes caídas de agua, entre ellas la Cascada Piedra Volada, que con 453 metros de altura es la mayor de México.