David Placer (ALN).- La crisis venezolana ha dejado de ser un problema interno para convertirse en un asunto de difícil resolución que depende de un complejo tejido de intereses. Así están enfrascadas las superpotencias en la salida a la crisis.
Las cuatro superpotencias con poder de influencia sobre la crisis venezolana están enfrascadas en un complejo juego geopolítico global en el que nadie quiere perder influencia ni ventajas comerciales. Estados Unidos recrudece su posición al dar un ultimátum a Nicolás Maduro para salir con garantías, pero Rusia y China se enfrascan en sus posiciones: no aceptan injerencias externas y mantienen su apoyo al régimen madurista. ¿Y Europa? ¿Qué dice Europa?
Las posiciones en el ajedrez geopolítico dejan a Venezuela en una posición importante y estratégica en la que ninguna de las grandes potencias está dispuesta a perder.
Estados Unidos:
El gobierno de Donald Trump se ratifica en su posición dura y firme: Nicolás Maduro debe abandonar el poder. El gobierno norteamericano ha informado al círculo de confianza de Maduro que tiene pocos días para hacerlo con garantías, es decir, con la seguridad de que no será perseguido por delitos cometidos directamente por él o por su gobierno.
La Administración de Estados Unidos, que ha pedido colaboración a los altos cargos del chavismo y militares, hasta ahora no ha tenido éxitos rotundos desde que reconoció a Juan Guaidó como presidente interino. Fracasaron la insurrección y la entrada de ayuda humanitaria. El régimen se ha mantenido aferrado al poder y no parece haber grandes quiebres internos, salvo deserciones como la del general Manuel Cristopher Figuera, exdirector de Inteligencia, Sebin, de Maduro.
Las acciones diplomáticas y de mayor presión podrían seguir asfixiando al régimen de Maduro pero no hay garantías de que precipiten el fin del régimen. Estados Unidos promete más asfixia financiera hacia los altos jerarcas del chavismo, con restricciones máximas, lo que denomina la Administración Trump como “la muerte civil”. La acción militar, única opción hasta ahora no probada, sigue sobre la mesa como amenaza.
“Se nos han acercado varias personas del régimen muy preocupadas por las sanciones y por levantarlas, sobre todo cuando afectan a su familia, porque este tipo de sanciones pueden hacerse extensivas a la familia del afectado, y hay quien tiene a sus hijos en universidades norteamericanas. Así que estamos convencidos de que estas sanciones tienen un impacto real y concreto”, explicó Elliott Abrams, enviado de Estados Unidos para Venezuela, al diario ABC de España, la semana pasada.
China:
Es la superpotencia que hasta ahora ha sido menos clara en la crisis venezolana. Aunque el gobierno de Xi Jinping ha apoyado y reconocido al régimen de Maduro, no lo ha hecho con una contundencia propia de un socio seguro e incuestionable. De hecho, China se ha negado a seguir concediendo créditos al régimen de Maduro por las dudas razonables acerca de su capacidad de pago.
Pero la posición tibia del gobierno chino no supone, ni mucho menos, una esperanza para la oposición venezolana que desea un rápido final del régimen chavista. China ha manifestado que reconoce y apoya al régimen y no ha dado ninguna esperanza a Juan Guaidó.
De hecho, el embajador de Venezuela designado por el Parlamento en el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, Ricardo Hausmann, no recibió el visado de China para acudir a su convención anual. Hausmann acusa a China de poner cláusulas leoninas secretas a los países que solicitan sus créditos para el desarrollo.
“No veo a China facilitando ninguna transición en Venezuela que favorezca los intereses de Estados Unidos ni que suponga una victoria política para el gobierno de Trump. Eso sólo sería posible si Estados Unidos negocia con China y con Rusia otras contraprestaciones en otras regiones del mundo. Venezuela es importante para China porque busca afianzar su posición en la región para garantizar recursos naturales, pero también es una posición relevante en su lucha comercial con Estados Unidos”, explica Andrés Herrera, sinólogo y asesor del gobierno de Navarra (comunidad autónoma de España) en China.
Pero el experto en asuntos comerciales chinos tampoco percibe como una posibilidad real que China intervenga en Venezuela en caso de que se produzca una intervención militar estadounidense.
“No veo a China en ese papel, porque no utiliza su ejército para esos fines. Tampoco creo que Rusia asuma un protagonismo dadas esas circunstancias, salvo el envío de brigadas no reconocidas”, explica Herrera.
China mantiene su política de no injerencia. “Respaldamos los esfuerzos del gobierno de Venezuela para mantener su soberanía, independencia y estabilidad”, explicó la portavoz de la Cancillería china, Hua Chunying, horas después de que la Asamblea Nacional proclamase a Juan Guaidó como presidente interino, en enero.
En estos momentos, Colombia, Chile y Brasil hacen esfuerzos para que China asuma un papel más activo en la superación de la crisis.
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Rusia:
Se trata de la superpotencia que ha mostrado mayor apoyo explícito al régimen de Nicolás Maduro.
El vicecanciller ruso, Serguéi Ryabkov, que visitó Caracas la semana pasada, reconoció que también ha mantenido contactos con portavoces de la oposición para conocer sus valoraciones sobre la situación política venezolana.
El presidente Vladímir Putin aprobó el mes pasado los nuevos planes de la empresa estatal Rosneft para explotar dos yacimientos de gas en el Oriente de Venezuela en condiciones ventajosas que incluirían la exención de impuestos, según explicó la agencia rusa Tass. El nuevo contrato supone una clara declaración de intenciones del gobierno ruso hacia su rival estadounidense.
Rusia se mantiene en Venezuela para negociar con Estados Unidos temas de interés en Ucrania y Siria, pero difícilmente intervendría de forma activa en caso de alguna acción militar contra Maduro.
“Venezuela sólo tiene dos amigos reales: Cuba y Rusia. Es necesario mantener esas dos amistades para que Maduro sobreviva. Eso incluye entregar bienes y recursos de su país”, explicó Fernando Cutz, exmiembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en una entrevista con CNN. “Rusia ha entrado en Venezuela con un costo muy bajo con el propósito de negociar otros asuntos en áreas que realmente le interesan como Ucrania o Siria”.
Rusia no parece dispuesta a involucrarse militarmente en Venezuela. No al menos de manera oficial.
El vicecanciller ruso, Serguéi Ryabkov, tras conversar con el subsecretario de Estado de EEUU para Asuntos Políticos, David Hale, aseguró la semana pasada a CNN que Rusia no tiene contingentes militares en Venezuela. “Todas las acciones de los especialistas se realizan en el marco del mantenimiento del equipo que se ha suministrado allí en virtud de contratos”, señaló.
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Europa:
Hasta ahora, Europa se ha alineado con las tesis de Estados Unidos pero sin implicarse con contundencia en la investigación y sanciones a los altos jerarcas del chavismo y sus colaboradores.
La Comisión Europea y el Parlamento Europeo parecen decididos a aplicar mayores sanciones de visados y económicas a los altos jerarcas chavistas si no se alcanzan acuerdos en las negociaciones entre los equipos de Nicolás Maduro y Juan Guaidó.
“En línea con el informe de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, sobre las violaciones de las libertades fundamentales en Venezuela, (el Parlamento) pide un mecanismo independiente para investigar ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo en operaciones de seguridad”, explica la resolución del Parlamento Europeo emitida la semana pasada.
Pero casi nadie espera que la Unión Europea, con una política exterior difusa y en ocasiones contradictoria por las distintas posturas de los gobiernos nacionales que la integran, sea decisiva en el caso venezolano. Curiosamente ha sido Noruega, país que no forma parte de la Unión, la que ha enarbolado la opción de la negociación como posible salida a la crisis venezolana.