Daniel Gómez (ALN).- En El Salvador, Guatemala y Honduras la violencia no sólo está matando gente. También está mermando las oportunidades de los que están vivos. Un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional lo demuestra.
Centroamérica está considerada una de las regiones más violentas del planeta. Un estudio publicado el viernes por el Fondo Monetario Internacional (FMI) analizando datos de 2015 y 2016, señala que en El Salvador, Guatemala y Honduras se concentra el 4,5% de los homicidios producidos en el mundo, cuando estos países sólo representan 0,4% de la población mundial.
No sólo es grave el dolor de las pérdidas humanas, sino cómo esta espiral de violencia golpea a la economía de estos países.
– En El Salvador la delincuencia le robó 27 puntos al PIB.
– En Honduras el impacto negativo fue de 16 puntos.
– Y en Guatemala de -7.
Dice el FMI que la economía en estos tres países “podría haber sido un 3% mayor si la delincuencia no hubiera alterado los incentivos económicos”.
Por un lado, el crimen, el narcotráfico y los asesinatos cuentan con una serie de costos directos: vidas, bienes, recursos, tiempo, salarios, costos de seguridad…. Estos son los que más impacto tienen en el PIB, apunta el FMI.
Pero igual de importantes son los costos indirectos. “Reducen la actividad económica puesto que las personas internalizan los efectos nocivos de la delincuencia”, apuntó el Fondo. Algunos ejemplos de estos costos indirectos son la reducción de las oportunidades de empleo, el aumento de la emigración, la erosión de las instituciones y la corrupción.
“A su vez, todas estas consecuencias exacerban la delincuencia, generando un círculo vicioso”, concluyó.
Y es que, como dice el FMI, se trata en realidad de un círculo vicioso. Los robos, los crímenes, el narcotráfico, afectan negativamente a la actividad económica. Y el mal rendimiento de la economía hace que las personas no encuentren mejores oportunidades para prosperar.
“El tráfico de drogas, la disponibilidad de armas de fuego y la violencia juvenil suelen citarse como causas de estos altos niveles de delincuencia. Sin embargo, como sugirió el ganador del Premio Nobel Gary Becker en 1968, los delincuentes son personas racionales que comparan los costos y beneficios esperados de cometer delitos con los de las actividades legales”, dijo el estudio.
No obstante, determinó que para romper este círculo vicioso hay que poner el foco en la delincuencia para reducirla. “Esto es lo más importante”:
“Nuestros análisis más recientes incluidos en un estudio del personal técnico muestran que un aumento de 1% del producto per cápita implica una disminución de alrededor de 0,5% de la delincuencia, mientras que una disminución de cerca de 5% de la delincuencia se traduce en un aumento de alrededor de 1% del producto per cápita”.