Rogelio Núñez (ALN).- Este 2020 va a ser un año decisivo para Jair Bolsonaro y para la construcción de su proyecto político. Un objetivo que pasa por conformar en torno a su figura y liderazgo un partido que se lo deba todo a él y le sea enteramente fiel. Y, sobre todo, que se alce como la plataforma y el trampolín para conseguir la reelección en 2022, derrotar al Partido de los Trabajadores que renace de la mano de Lula da Silva y, a la vez, evite que prospere cualquier tipo de alternativa de derecha moderada.
Jair Bolsonaro fue electo presidente en 2018 gracias al apoyo del Partido Social Liberal (PSL) al que el actual mandatario se unió sólo de forma instrumental. El presidente de Brasil se afilió al PSL pocos meses antes de vencer las elecciones presidenciales de octubre de 2018 tras haber pasado por varias formaciones durante su larga carrera como parlamentario.
Bolsonaro busca ahora construir una formación que se defina como “bolsonarista” tras haber desarrollado a lo largo de su vida una carrera en solitario, un proyecto unipersonal: en 1988 se inscribió como candidato a concejal de Río de Janeiro por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) con el que llegó en 1991 a la Cámara de Diputados Federal. Tras un breve paso por el Partido Progresista en 1993, se incorporó al Partido Progresista Reformador (PPR). En 2003 se unió al Partido Laborista Brasileño, heredero de Getúlio Vargas y en 2005 se marchó al Partido del Frente Liberal —ahora Demócratas—, donde solo duró un año. Entonces volvió a Progresistas (PP), sucesor del PPR. Los partidos han sido para Bolsonaro una mera herramienta: de hecho, primero anunció su candidatura a presidente, y después decidió, en 2016, entrar en el Partido Social Cristiano. Desavenencias con los líderes de esta fuerza lo llevaron al pequeño Partido Social Liberal, que apenas tenía un diputado en el Congreso.
Pocos meses después de llegar al Palacio de Planalto la relación entre Bolsonaro y el PSL, que actualmente posee 53 diputados, se empezó a deteriorar y antes de acabar 2019 el mandatario decidió romper amarras con la formación para crear por primera vez en su carrera política una fuerza enteramente supeditada a él. Se trata de la Alianza por Brasil, un partido que va a estar controlado por el “clan Bolsonaro”, que se basará en los principios ideológicos del bolsonarismo (mucho más que el PSL, una fuerza que nunca estuvo situada en la derecha extrema) y que poseerá un grupo de diputados que se lo deben todo al presidente.
Un partido bolsonarista a la medida
Es el acta de nacimiento del bolsonarismo como partido político. Alianza por Brasil, a diferencia del PSL, va a ser una fuerza bolsonarista porque responderá a un liderazgo personalista y carismático (Jair Bolsonaro).
Bolsonarista también en cuanto a ideas (“será conservador, religioso y liberal”), por su elite dirigente (los hijos del presidente, en especial Flavio y Eduardo Bolsonaro, tendrán un rol decisivo) y por objetivos (la reelección de Bolsonaro y dotarle de una plataforma de apoyo).
La ApB anunció que Bolsonaro sería su presidente y que su hijo mayor, el senador Flavio Bolsonaro, será su primer vicepresidente lo cual no hace sino probar que es un partido nacido de la nada, basado es el liderazgo carismático presidencial y en el clan familiar del mandatario.
Jair Bolsonaro anunció en noviembre su intención de fundar una nueva plataforma política tras su desvinculación del Partido Social Liberal. Alianza por Brasil tendrá como principales principios, los del bolsonarismo: “el respeto a Dios y a la religión” y “la memoria y la cultura del pueblo brasileño”, así como la “defensa de la vida” y las “garantías de orden y seguridad”, según dijo en el acto de presentación Karina Kufa, abogada de la nueva formación.
Bolsonaro ha trabajado por atraer a la Alianza por Brasil a muchos de los parlamentarios del PSL. El presidente no solo obtiene con ApB una fuerza que responde totalmente a sus ideas, sino que ya ha logrado que 26 diputados del Partido Social Liberal hayan solicitado autorización para abandonar sin sanciones (la posible pérdida del mandato) la formación oficialista, tal y como lo hizo en noviembre pasado el propio presidente brasileño. La mitad de los 53 diputados elegidos en octubre de 2018 se han declarado partidarios del jefe de Estado, entre los cuales se encuentra uno de los hijos del mandatario, el diputado Eduardo Bolsonaro.
Ignacio Pirotta, en el diario argentino Perfil, señala que “la creación de la Alianza por Brasil es un avance en la concreción del proyecto bolsonarista. Un partido a medida de Jair Bolsonaro, creado en torno a su figura y que refleja sus ideales: un partido fuertemente conservador, defensor de la portación de armas, marcadamente anti-socialista y a favor del libre mercado. Este avance del proyecto bolsonarista es elocuente de la forma de hacer política de Jair Bolsonaro: dinamita lo existente, sobre todo si de instituciones se trata, se radicaliza y entabla un diálogo lo más directo posible con su base de apoyo”.
Bolsonaro quiere convencer pero el entorno no ayuda a la economía
En un documento distribuido durante el acto de lanzamiento se señalaba que el nuevo partido reconocerá “el lugar de Dios en la vida, en la historia y en el alma del pueblo brasileño” y que “se esforzará para divulgar las verdades sobre los crímenes de los movimientos revolucionarios, como el comunismo, el globalismo y el fascismo”.
El primer paso para pedir la formalización del partido está siendo recopilar las firmas y adhesiones de un mínimo de 490.000 personas de, al menos, nueve de los 27 estados del país. Luego, el Tribunal Superior Electoral deberá verificar cada una de esas firmas para, finalmente, tras un proceso que suele durar más de un año, reconocer al nuevo partido político.
El trámite para reconocer a la ApB como partido debe concluir antes de marzo próximo, fecha que marca el plazo para la presentación de candidatos a las municipales. De no lograrlo, esta formación no podría tener candidatos propios para esos comicios ni podría optar a obtener recursos del Fondo Especial de Financiación de Campañas. Todo apunta a que ApB no conseguirá a tiempo participar en las elecciones municipales de 2020. El propio Bolsonaro reconoció que “las opciones son del 1%”. Por esa razón la estrategia actual del bolsonarismo está pasando por reducir el valor de las municipales para que las elecciones municipales no se conviertan en un plebiscito sobre la gestión de Bolsonaro.
Una plataforma para 2022
Porque, sobre todo, Alianza por Brasil es la plataforma de Bolsonaro desde la cual obtener la reelección, sin hipotecas políticas ni deber nada a nadie. Su primer paso es hacer campaña contra los partidos aprovechando los comicios municipales de octubre y pensando en las presidenciales de 2022. Se trata de una estrategia que consiste en hacer campaña sin estar en la campaña: presentarse como la única figura que mira por los intereses del país frente a los partidos que no solo miran por los suyos propios, sino que lo hacen con dinero de todo.
Por esa razón, Bolsonaro ha advertido que puede vetar un fondo de unos 500 millones de dólares aprobado por el Congreso para financiar las campañas para las elecciones municipales de 2020. Es el llamado Fondo Especial de Financiación de Campañas que, según el gobernante, es un dinero público destinado a los partidos que «difícilmente va para un candidato joven» que aspira a renovar la política y «solamente sirve para mantener a quien ya está», por lo que los técnicos del Gobierno analizarán el asunto para determinar si es posible vetar ese fondo. «No quiero enfrentar al Parlamento, pero, por el amor de Dios, si le damos esos 2.000 millones al Ministerio de Infraestructura van a ver lo que se puede hacer por Brasil», apuntó.
Sus últimas medidas no hacen sino reforzar el mensaje bolsonarista con vistas a su reelección: apuesta por la mano dura (sancionó con vetos la ley que endurece el código penal para combatir el crimen), por los valores tradicionales, por la lucha contra la partidocracia (con su amenaza de vetar el Fondo Especial de Financiación de Campañas) y la exaltación de los sentimientos nacionales (la frase que más destacó en su discurso navideño fue que “estamos terminando 2019 sin ninguna denuncia de corrupción. El mundo volvió a confiar en Brasil”).
El proyecto para la reelección de Bolsonaro se apoyará en tres pilares. El primero, la formación de una fuerza exclusivamente bolsonarista (la ApB).
Pedro Floriano Ribeiro, profesor de ciencia política de la Universidad Federal de San Carlos, en el portal Infobae explica que “Bolsonaro se unió al PSL solo para ser candidato presidencial. Esta es una estrategia muy común entre los líderes populistas de la derecha contemporánea: tomar el control de un pequeño partido existente, usándolo como su vehículo electoral personal. El problema es que, después de la victoria, empezó a darse cuenta de que no podría manejarlo completamente, ya que había líderes muy sólidos en el partido, con un control total sobre la máquina. Decidió irse porque perdió la guerra interna. Luego recurrió a otra estrategia común entre los populistas: fundar un nuevo partido con sus seguidores más leales. Como el discurso antisistema tiene un fuerte componente antipartidista, su preferencia personal podría ser incluso quedarse sin partido. Sin embargo, Brasil requiere afiliación partidista para poder postularse”.
El segundo es la recuperación económica: Brasil dejó atrás la crisis de 2016-17 y tanto en 2018 como en 2019 se ha expandido levemente por encima del 1%. Para 2020 está previsto que lo haga en torno al 2%. Esto, junto con la confianza en las reformas estructurales que impulsa Paulo Guedes, ministro de Economía, ha traído mejoras sociales: el índice de desempleo en Brasil se ubicó en un 11,2% en noviembre, lo que supone su menor nivel este año, aunque todavía afecta a 11,9 millones de personas. Tras la reforma de las pensiones en 2019, el objetivo es que las nuevas medidas impulsadas por Guedes en 2020 (privatizaciones, puesta en marcha de 44 proyectos de infraestructura con los que espera atraer más de 101.000 millones de reales -unos 22.200 millones de euros- y reformas fiscales) den un nuevo empujón al crecimiento.
El tercer pilar del proyecto bolsonarista para conseguir la reelección tiene que ver con la mejora de las cifras referidas a inseguridad y violencia. No por casualidad la propaganda oficial recalca y coloca en primer lugar, como uno de los grandes éxitos de la gestión bolsonarista, la apuesta por la “mano dura”.
Con la construcción de un partido bolsonarista el Presidente trata de preparar su próxima apuesta (la reelección en 2022) reforzando los pilares ideológicos y sociológicos que caracterizan su movimiento. Más táctico que estratégico, el Presidente, en palabras de Sergio Fausto en Veja, “es capaz de mantener su base permanentemente movilizada. Una novedad histórica en Brasil. Es un presidente de extrema-derecha que tiene enraizamiento popular”. Eso le permite contar con el 30% del electorado mientras sigue tendiendo puentes con el mundo evangélico, con la “familia militar” y mantiene el respaldo de las clases medias conservadoras de las regionales del Sur, Sudeste y Centro-Oeste. Un coctel que le transforma en un candidato muy competitivo para repetir en Planalto.