Pedro Benítez (ALN).- Como no podía ser de otra manera el kirchnerismo ha usado el frustrado atentado contra la vicepresidenta argentina Cristina Kirchner como arma arrojadiza contra sus adversarios políticos, medios de comunicación críticos, jueces y fiscales. En otro acto de prestidigitación, en las siguientes horas de ocurrido el suceso, sus partidarios, empezando por el presidente Alberto Fernández, aprovecharon la ocasión para colocarla a ella en el centro de la escena como la víctima de una campaña de odio en un intento de desviar el interés público de la severa crisis económica y social por la que atraviesa la nación austral.
El oficialismo argentino, con el respaldo solidario de sus connotados amigos y aliados internacionales (incluidos varios mandatarios latinoamericanos en ejercicio) ha intentado equiparar la integridad física de su lideresa con la democracia misma. Atentar contra Cristina es atentar contra la democracia y la paz en Argentina. Ella es la paz y la democracia. El pueblo soy. Populismo en estado puro.
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Un atentado conveniente
De ahí en adelante, el kirchnerismo ha redoblado los esfuerzos en aras de posicionar su guión. Todos los procesos judiciales abiertos contra la vicepresidenta por corrupción vendrían a ser parte de una campaña de acoso con motivaciones políticas. Se intenta destruirla. Punto. Por su parte, el presidente Fernández aprovecha para montarse en el mismo barco a fin de proteger su gestión bajo el mismo paraguas, aunque no sin ciertas resistencias por parte de la protagonista.
Criticar, cuestionar, oponerse, solicitar rendición de cuentas, irritarse por la crisis económica, todo eso entra, según el relato del oficialismo argentino, en la categoría de peligrosísimo discurso de odio. Y quienes los repitan en la condición de derechistas y gorilas.
Curiosamente el kirchnerismo tiene la habilidad combinada con desfachatez de, al mismo tiempo, convocar a la paz.
Otra muestra de la versatilidad del peronismo
Así, por ejemplo, el día siguiente al frustrado magnicidio, sin esperar que las averiguaciones policiales adelantaran el móvil y posibles cómplices del autor, el peronismo de izquierda se movilizó en plan de batalla en el centro de Buenos Aires en defensa de la democracia amenazada; es decir, como se apuntó más arriba, de Cristina Kirchner.
Luego, el pasado sábado, como parte de la misma cruzada, dos mil seguidores de la señora Kirchner hicieron acto de presencia en la emblemática Basílica de Luján en una “Misa por la Paz y la Fraternidad”. La sede religiosa, la principal de Argentina, se transformó durante poco más de una hora en el centro partidario del oficialismo en un acto político/religioso. Otra muestra de la histórica versatilidad que ha caracterizado al peronismo.
La prensa recogió las críticas de varios fieles católicos hacia la homilía de claro contenido político que el arzobispo de Luján, Jorge Eduardo Scheinig, pronunció en presencia del presidente Alberto Fernández, el gobernador bonaerense Axel Kicillof, gran parte del gabinete de ministros, más intendentes (alcaldes) del Gran Buenos Aires.
Menos de un año para las PASO
Ante la polémica desatada, que volvió a distraer la atención de los medios argentinos durante el fin de semana, el arzobispo Scheinig se disculpó “si metí la pata” y la cúpula de la Iglesia católica quedó atrapada en una incómoda situación provocada por el estilo kirchnerista de aprovechar cualquier oportunidad para hacer su proselitismo.
Sin embargo, más allá de los artificios pirotécnicos, ¿cuál ha sido el resultado político de esta operación? Veamos que dicen las encuestas, que es al final del día es lo que interesa a propios y extraños, a menos de un año de las PASO 2023 (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en las que se elegirán los candidatos presidenciales de las respectivas coaliciones.
Un estudio nacional de Management & Fit, publicado por el diario Clarín esta semana, que midió el impactó del atentado en la imagen e intención de votos de la vicepresidenta, indica que a propósito del juicio por presunta corrupción en la obra pública en la está involucrada, el 62,5% de los consultados cree que es culpable, debe ser condenada y privada de libertad. Otro 27,7% cree lo contrario, que es inocente y debe ser sobreseída.
Es previsible que el tribunal de la opinión pública, independiente de lo que resuelva la Justicia, ya la haya condenado mayoritariamente.
Apoyos al oficialismo no suben en Argentina
En cuanto a la intención de voto, ese mismo sondeo señala que un 34,8% cree que el ataque hará que la intención del electorado se mantenga igual y el 27,6% cree que hará que aumente a su favor.
Pero lo importante es ver si esta percepción se traslada a la intención de voto en concreto.
En ese sentido otra encuesta nacional de la consultora Escenarios, divulgada también esta semana pero por el diario La Nación, señala que la intención de voto de la alianza oficialista Frente de Todos bajó de 25% a menos de 20%, siendo casi duplicada por la coalición opositora Juntos por el Cambio, del ex presidente Mauricio Macri y el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. En tercer lugar se consolida el grupo La Libertad Avanza del economista y diputado Javier Milei, con la izquierda muy disminuida (siempre a la sombra del peronismo) y, ojo con este dato, un 23,25% en no sabe o no contesta. Éste es el grupo que va a decidir la elección en Argentina el año que viene.
Con estos números en la mano, que exhiben la consolidación de los bloques políticos, las perspectivas electorales del kirchnerismo no lucen halagüeñas y el reciente (y aún no aclarado ataque) no las ha alterado, pese al esfuerzo realizado por el aparato de comunicación oficial.
La crisis económica en Argentina
Porque más allá de las percepciones está la siempre terca realidad que tarde o temprano nos alcanza a todos. Y aquí es determinante el contexto económico y social. Uno en el cual el presidente Alberto Fernández se permitió celebrar los mil días de su Gobierno justo cuando los datos oficiales revelaron que el mes de agosto la inflación argentina superó el 7% mensual y se acerca al 100% anualizada. La más alta desde 1990 cuando el país salió de la hiperinflación.
Este es el inconveniente de hacer populismo sin dinero. No se encuentra el kirchnerismo en la época dorada de los altos precios de las materias primas de las primera década del siglo en la cual, desoyendo el consejo bíblico, no aprovechó los años de las vacas gordas para prepararse para los actuales de vacas flacas.
Con Sergio Massa al frente, para todos los fines prácticos, del Gobierno, todo parece indicar que el plan de la coalición oficial se reduce hoy a dos metas: conseguir la impunidad para Cristina Kirchner y llegar al 2023. El que venga después que arree.