Rafael Alba (ALN).- Wall Street empieza a manifestar dudas sobre las últimas estrategias empresariales de Apple. Tim Cook está forzado a encontrar nuevos sistemas para incrementar el peso del negocio musical en las cuentas de resultados de la compañía.
El año ha empezado con temblores sísmicos en la sede de Apple, la que fuera no hace tanto, en agosto de 2018, la mayor empresa mundial por capitalización bursátil, con un valor superior al billón de dólares (867.250 millones de euros). Una cifra casi equivalente al 90% del PIB español de un año. Pero, en los últimos meses, el panorama ha cambiado radicalmente y casi el 30% de ese majestuoso total se ha evaporado a toda velocidad. Una caída vertiginosa que se ha producido al calor de las cautelas generales de los inversores ante las múltiples evidencias de que el crecimiento económico mundial va a frenarse a medio plazo y también del final de la barra libre de liquidez propiciada por los bancos centrales en los años más duros de la última crisis financiera para tapar los agujeros contables de los grandes bancos internacionales. Aunque a la empresa de Cupertino le afectan, además, otros asuntos de índole más particular, porque muchos analistas han empezado a poner en duda las últimas estrategias empresariales puestas en marcha por Tim Cook, el multiplenipotenciario consejero delegado y supuesto depositario actual de la sabiduría legendaria acreditada por Steve Jobs, el mítico fundador de la tecnológica de la manzana.
El año ha empezado con temblores sísmicos en la sede de Apple, la que fuera no hace tanto, en agosto de 2018, la mayor empresa mundial por capitalización bursátil, con un valor superior al billón de dólares (867.250 millones de euros). Una cifra casi equivalente al 90% del PIB español de un año
Desde finales del pasado año, Apple dejó de tener asegurado el puesto número uno en la lista de empresas cotizadas más valiosas y su posición oscila entre el liderazgo y la cuarta posición, en una lucha encarnizada en la que también participan sus tres grandes rivales, Microsoft, Amazon y Alphabet (la corporación en la que se integran Google y YouTube), antaño simples comparsas sin apenas posibilidades de optar al campeonato. Y hasta han empezado a surgir algunas comparaciones, sin duda odiosas, entre el delicado momento actual de la compañía dirigida por Cook y el inicio de la decadencia de Nokia, aquella empresa finlandesa que maravilló al mundo en la prehistoria de la era moderna de la telefonía móvil. Puede que esos símiles sean interesados y simples exageraciones, pero todo parece indicar que el mercado de los smartphones, la principal fuente de poder de Apple, empieza a dar evidentes signos de madurez y que Cook debe tomar medidas para que la cuenta de resultados de la compañía sea menos dependiente de este negocio.
Ahora toca, según parece, apostar por los ingresos derivados de la venta de servicios a clientes y terceras empresas y jugar fuerte para aumentar las cuotas en el negocio del streaming. Tanto de video como de audio. O dicho de otra forma, y parafraseando el último post publicado en su blog por Mark Mulligan, un prestigioso analista del sector que trabaja para la consultora especializada Midia Research, de quien ya les hemos hablado varias veces aquí: todo parece indicar que ha llegado por fin la hora de que Apple Music juegue duro de verdad en la batalla de las escuchas y los visionados digitales de pago y empiece a ponerle las cosas verdaderamente difíciles a Spotify y YouTube. Dos compañías, por cierto, que también tienen sus propios problemas y una urgente necesidad de revisar en la medida de lo posible los términos actuales de su modelo de negocio. La primera ante la evidente necesidad de empezar a generar beneficios reales lo más rápidamente posible y la segunda ante la amenaza del nuevo marco regulatorio sobre la explotación de contenidos protegidos por los derechos de autor que ha aprobado el Parlamento Europeo.
Caída de la demanda en China
Pero, volvamos a Apple y al origen de la encrucijada corporativa en la que se encuentra en este mismo momento. El pasado 2 de enero, la compañía sorprendió a los mercados financieros al emitir un profit warning (advertencia de recorte de beneficios), algo que no había sucedido desde 2002. El motivo subyacente tras esta rectificación de los números previstos era, por supuesto, la desaceleración económica de China. Como consecuencia, y siempre según la versión de Cook y su equipo gestor, las ventas de iPhones en el gran país asiático en el cuarto trimestre del pasado año se habían situado por debajo de lo avanzado inicialmente. Sólo se consiguieron 84.000 millones de dólares (72.849 millones de euros) de ingresos en lugar de los 93.000 millones de dólares (80.654,3 millones de euros) con los que se contaba. Unos 9.000 millones de dólares menos (7.805,25 millones de euros). La primera respuesta al anuncio fue un batacazo en Bolsa. El precio de las acciones de la tecnológica de la manzana cayó un 10% en un solo día.
Desde finales del pasado año, Apple dejó de tener asegurado el puesto número uno en la lista de empresas cotizadas más valiosas y su posición oscila entre el liderazgo y la cuarta posición, en una lucha encarnizada en la que también participan sus tres grandes rivales, Microsoft, Amazon y Alphabet
Y aunque, desde entonces, la situación ha mejorado un tanto y el valor de las acciones se ha recuperado algo, la incertidumbre que pesa sobre el futuro de la empresa sigue ahí. Sobre todo, porque casi nadie se cree que el frenazo económico de China sea la verdadera causa de la caída de las ventas de iPhones. Es cierto que el aspecto de la macroeconomía del gigante asiático luce más complicado que de costumbre. Pero, por ahora, el consumo se mantiene bien. Hay algunas pruebas contundentes al respecto. Por ejemplo, el hecho de que las ventas cosechadas por portales de distribución minorista como Alibaba en su famoso Día de los Solteros experimentaran un aumento del 28% en 2018 con respecto a las cifras del año anterior. Más bien lo que sucede, según la mayor parte de los analistas que han emitido sus opiniones, es que los últimos modelos de smartphones que ha presentado la compañía tecnológica de la manzana son demasiado caros y no tan atractivos como deberían. Un pinchazo en toda regla.
La competencia es durísima, además. A corto plazo, quizá un nuevo modelo de iPhone, más en línea con las expectativas de la clientela, pueda servir para volver a remontar el vuelo, pero la necesidad de reorientar las líneas de negocio va a seguir ahí. Y todas las miradas parecen estar puestas en el capítulo de ingresos por servicios, como decíamos antes. Un rubro que, de momento, sólo significa alrededor del 16% de los ingresos trimestrales de Apple, con un especial protagonismo del negocio generado por la App Store, donde la tecnológica de la manzana gana mucho dinero como distribuidora minorista de las aplicaciones diseñadas por otros. Por empresas como Netflix con las que quizá tendrá que competir en el futuro e incluso por sus rivales directos de ahora mismo como Spotify. Pero esa dependencia de los proveedores exteriores también puede ser peligrosa a medio plazo. De ahí que, según han publicado estos días varias publicaciones especializadas, Cook y su equipo hayan empezado a buscar fórmulas para que los ingresos por servicios directos de streaming, como los que proporciona Apple Music, empiecen a subir también.
Un nuevo smartphone con tarifa plana
La solución más probable, según los rumores del mercado, es que Apple integre el poder de sus propios servicios de streaming en los nuevos iPhones que comercializa. Cargando en el precio inicial una tarifa plana ilimitada por servicios de música y video, en su solo pago. Antes, por supuesto, le tocará lanzar una plataforma de video, que incluya contenidos fabricados por estudios independientes, producciones propias y parte de la oferta de las marcas ya establecidas como la propia Netflix, Sky, HBO o Amazon. La empresa no puede perder demasiado tiempo en hacer este movimiento si quiere mantener vigente la ventaja competitiva que todavía supone la prima de prestigio de la que gozan sus teléfonos inteligentes en todo el mundo. La solución, por cierto, no es nueva. Ya fue probada antes, precisamente por Nokia. La empresa finlandesa se adelantó demasiado a su tiempo y fracasó. En 2008, lanzó un microteléfono musical, denominado Comes With Music (CWM) que proporcionaba a los compradores acceso ilimitado permanente a las canciones del catálogo de Nokia Music.
Ahora toca apostar por los ingresos derivados de la venta de servicios a clientes y terceras empresas y jugar fuerte para aumentar las cuotas en el negocio del streaming. Tanto de video como de audio. O dicho de otra forma, que Apple Music empiece a ponerle las cosas verdaderamente difíciles a Spotify y YouTube
Pero, ¿por qué lo que no funcionó entonces, ahora podría ser una buena opción para Apple? En primer lugar hay que considerar que el patinazo de Nokia sucedió hace más de una década, en un tiempo en el que el mercado musical aún estaba en crisis por culpa de las descargas piratas y cuando el streaming no se había consolidado como fórmula habitual de consumo de los melómanos. Además, Apple Music dispone de un catálogo equivalente al de la competencia, lo que no sucedía con la oferta disponible de canciones de la empresa finlandesa. Además, en este caso, la música sólo sería el 50% del cebo, porque la otra mitad del gancho quedaría en manos del catálogo de series, videos y programas de televisión disponibles. Según parece, el plan está sobre la mesa. Y no es del todo descabellado. La música ya fue el perfecto salvavidas que aseguró la supervivencia de Apple y permitió el inicio de la ascensión a la cima en aquel lejano 2001, en que Steve Jobs se lo jugó todo a la combinación de una librería digital de contenidos musicales de pago y aplicaciones variados, el Itunes aún en funcionamiento, más un reproductor de mp3 portátil, el famosísimo Ipod.
Aquel movimiento estratégico cambió la historia de los negocios tecnológicos y cimentó la aparición de los teléfonos inteligentes. Y, sobre todo, descolocó por completo a la competencia que tardaría algún tiempo en reaccionar. Ahora podría volver a pasar lo mismo, porque si los nuevos iPhones incluyeran esa barra libre ilimitada de música, series, programas y videos, las posibilidades de que las actuales plataformas pudieran sobrevivir en solitario, sin asociar el servicio con otras compañías fabricantes de terminales, serían más que dudosas. Y el poder de los sistemas operativos de los actuales smartphones, los todopoderosos iOs, de Apple y Android, de Google, sería más decisivo aún. Quizá YouTube pudiera sobrevivir, incrementando sustancialmente los actuales pagos por el uso de contenidos protegidos por derechos de autor y con una voluminosa reducción de los sobredimensionados márgenes de negocio actuales. Pero Spotify y Netflix perderían su actual condición, que aúna las ventajas de ser a la vez productoras y plataformas distribuidoras. Ambas tendrían que cambiar muy rápido para sobrevivir. Así que los analistas cruzan los dedos y los aficionados esperan más emociones fuertes para los próximos meses. Lo único que parece seguro es que la partida está completamente abierta, y que el próximo movimiento le corresponde a Apple. ¡¡¡Hagan juego señores!!!