Daniel Gómez (ALN).- La visita de la canciller alemana, Angela Merkel, a Bolivia tiene un fuerte carácter comercial. Más que ninguna de las que ha hecho en América Latina en sus 13 años como gobernante. En juego está un megaproyecto de 10.000 millones de dólares que promueve el presidente, Evo Morales, y que Alemania se comprometió a financiar. Ahora lo que busca es garantizar la seguridad jurídica.
El presidente boliviano, Evo Morales, quiere hablar de negocios con la canciller alemana, Angela Merkel. Les une un megaproyecto de 10.000 millones de dólares, y un historial de inversiones en energías renovables y minería. La visita, todavía sin confirmación oficial desde Berlín, está prevista para noviembre y tendrá un marcado carácter comercial. Más que ninguna de las que haya realizado Merkel anteriormente a Latinoamérica.
Ideológicamente nada tienen en común. Morales es la única voz con fuerza dentro de la órbita chavista, y la posición política de Merkel es más próxima a la centroderecha. Por eso lo que les atañe son los negocios. Sobre todo, la puesta en marcha del Tren Bioceánico.
Este tren es el megaproyecto de los 10.000 millones de dólares. Enlazará Brasil con Perú y atravesará Bolivia, uniendo las costas atlántica y pacífica a través de un corredor de 4.000 kilómetros. Dice Morales que gracias a este corredor se potenciará y estimulará el comercio mundial ya que se reducen los costos de exportación.
Ya en 2017, Alemania, junto a Suiza, mostró interés en financiar el proyecto. Luego hicieron lo propio Reino Unido y España. Este último país se adscribió al tren en el viaje de Estado a Bolivia del presidente, Pedro Sánchez, este agosto (Leer más: Morales ofrece seguridad jurídica a las empresas españolas).
En esa visita, Morales prometió seguridad jurídica. “Cualquier inversión española aquí está garantizada”, dijo. Y seguridad jurídica es lo que buscará Merkel en su encuentro con el mandatario boliviano.
Morales también sabe que por ahí van los tiros, y el tweet con el que invitó a Merkel es muy aclaratorio. “Estamos invitando a la canciller alemana, nuestra hermana Angela Merkel, para que visite nuestro país. Tenemos muchos proyectos sobre los cuales queremos dialogar, entre ellos la industrialización del litio, Tren Bioceánico, transferencias tecnológicas, energías limpias y otros”.
Morales, elogiado por la comunidad internacional por su lucha contra la pobreza y su gestión económica (Bolivia acumula una década creciendo a ritmo de 5% anual), también es cuestionado por algunas decisiones controvertidas.
Más allá de su abierto apoyo a las políticas del fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y su repudio a las instituciones de Washington, a Morales se le discute querer aferrarse al poder.
En 2016 perdió el referéndum en el que se preguntó a los ciudadanos si querían que optara a otro mandato, pero los desoyó y se volverá a presentar para las elecciones de febrero de 2019. Eso le pasará factura, como también lo hará su nueva casa presidencial. Un edificio de 120 metros de altura cuyo costo oficial supera los 34 millones de dólares (Leer más: Morales estrena palacio presidencial y bate récord en el poder).
El presidente boliviano, quien tiene más de 12 años y medio en el poder, comparte con Merkel esta particularidad. La alemana suma 13 años como presidenta. En 2017 Morales se animó a compararse con ella cuando Merkel ganó las elecciones y las críticas no se hicieron esperar.
Morales dijo en Twitter: “Pueblos sabios, reelección garantiza continuidad de proyectos a mediano y largo plazo. Alemania, referencia de desarrollo en el mundo”. A lo que el expresidente boliviano Carlos Mesa respondió: “En efecto, la sabiduría del pueblo boliviano se expresó el 21 de febrero diciendo no a una nueva reelección del presidente”.
¿Será la segunda gira de Merkel por Latinoamérica?
Polémicas al margen, se estima que la visita de Merkel será en noviembre. Cerca de la del G-20 que tendrá lugar en Buenos Aires. Esto invita a pensar que Berlín planea otra gira como la realizada hace una década, pero con un carácter comercial más intenso.
2008 fue el año de la primera gira latinoamericana de Merkel. El 15 y 16 de mayo se celebraba en Lima la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea. La canciller era una de las invitadas y aprovechó el momento para abrirse a la región.
Merkel aterrizó en Brasilia dos días antes de la Cumbre. La recibió el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, con quien -tras dos días de reuniones y paseos por fábricas como la de la marca alemana de coches Volkswagen– firmó un acuerdo bilateral para estimular la producción de biocombustibles.
De Brasil, la canciller voló a Perú. La esperaba el presidente Alán García y el resto de los mandatarios invitados a la Cumbre. También Chávez, quien días antes la tildó como cómplice del dictador alemán Adolf Hitler. “Es de la derecha alemana, la misma que apoyó a Hitler y la misma que apoyó el fascismo”.
Seguridad jurídica es lo que buscará Merkel en su encuentro con el presidente boliviano
Lo que se auguraba como una visita tensa se saldó con besos y sonrisas entre Merkel y Chávez. Todo quedó en un arrepentimiento público del presidente venezolano. “No he venido aquí para pelear. Me alegré de estrechar la mano de la canciller alemana. Le dije que lamentaba haber sido duro”.
De Lima, Merkel pasó a Bogotá. Allí estuvo un día y conversó con el presidente Álvaro Uribe. El estado del conflicto con las FARC fue lo que más preocupó a la canciller. Luego de Colombia voló a México, donde concluyó su gira mostrando especial interés por la inflación y los altos precios de la tortilla.
Como balance de aquella visita, Merkel se mostró sorprendida de “cuán profundos son los vínculos de los países latinoamericanos con Alemania”. Y es que en su visita primó más lo personal que lo comercial.
Ha pasado una década y los países han evolucionado. Aquella gira de 2008 fue una toma de contacto. El momento de medir el terreno, las relaciones y los vínculos de confianza para asegurarse de que las inversiones alemanas estuvieran seguras en la región.
Ahora en Bolivia hay mucho en juego. El megaproyecto de 10.000 millones de dólares por el que Alemania y sus empresas han mostrado interés. También hay litio y recursos energéticos muy útiles para la poderosa industria alemana. De ahí que la reunión con Evo Morales sea estrictamente de negocios.
Otros contactos de Merkel con América Latina
Ni en aquella gira, ni en las visitas posteriores, Merkel ha mostrado tanto interés en hacer negocios con un presidente latinoamericano. En 2017 la canciller visitó Buenos Aires para organizar la cumbre del G-20.
En 2016 no viajó a la región, pero en 2015 sí acudió a Brasil para reunirse con la presidenta Dilma Rousseff. Fue un viaje exprés. De apenas 24 horas, en el que coordinaron asuntos relacionados con el Acuerdo de París.
En Brasil también estuvo en 2014. En dos ocasiones, además. Pero dos ocasiones en las que el tema central fue el fútbol: la Copa del Mundo que alzó Alemania. Estuvo en el debut de la selección y en la final en el Maracaná. A México también viajó de visita exprés. Fue en 2012, cuando se celebró el G-20 en Los Cabos y se encontró con el presidente Enrique Peña Nieto.
A Merkel también la han visitado presidentes latinoamericanos. Este abril Peña Nieto se vio con la canciller enHannover. En mayo, el todavía presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se vio con Merkel en Italia y ella le felicitó por su éxito con los acuerdos de paz. En la última edición del Foro de Davos, en enero de 2018, Merkel se reunió con Mauricio Macri para tratar temas comerciales.
También Evo Morales se ha reunido con Merkel en Europa. En 2015 viajó a Alemania y estrechó lazos para potenciar las inversiones en energías renovables. Y respecto al litio, en mayo de 2018 la alemana ACI Systems GmbH se alió con la estatal Yacimientos de Litio Boliviano para producir hasta 400.000 baterías de litio por año.
Queda garantizar la seguridad de las inversiones en el Tren Bioceánico. Y al ser Alemania la primera interesada en el proyecto, eso será primordial. También lo será para Morales, quien sabe que con ese proyecto puede recuperar su debilitado crédito electoral.