Patricia J. Garcinuño (ALN).- El periodista argentino, ganador de un premio Pulitzer, se muestra preocupado por dos temas clave para el futuro: la educación y la innovación. Lamenta que América Latina solo invierta un 0,5% del PIB en investigación y desarrollo, frente a Israel y Corea del Sur que destinan un 4,2%.
Andrés Oppenheimer, presentador de CNN en Español, se muestra optimista sobre el futuro inmediato de América Latina. “Vamos hacia una continuación del ciclo de los gobiernos responsables interesados en atraer capital e inversiones”, señaló en una conferencia celebrada en la Casa de América de Madrid bajo el título El futuro de América Latina en la era de la innovación. Sin embargo, afirma estar muy preocupado por el medio y largo plazo: “En Latinoamérica no se está hablando de los dos temas clave que van a hacer o deshacer el futuro: la educación y la innovación”.
“Israel y Corea del Sur invierten en investigación y desarrollo un 4,2% de su PIB. América Latina un 0,5%”
Y no se habla, en su opinión, por la visión cortoplacista con la que funcionan determinados gobiernos. “Esperamos que la mejora venga del ministro de Educación. Cosa ridícula, porque la solución para lograr calidad educativa nunca vendrá de los gobiernos. La calidad educativa es un proyecto a 20 años y ellos piensan en plazos de cuatro a seis años. Cuando un presidente quiere mejorar la calidad educativa, su jefe de gabinete le va a decir: presidente, está muy bien, pero eso no sale en la foto. Haga el puente, eso sí aparece en la prensa, eso da votos”, sostuvo.
Según el ganador de los premios Pulitzer, Ortega y Gasset, y Rey de España, es imprescindible, antes que nada, analizar en qué estado se encuentra la educación de cada país. “Las cifras están ahí: si uno mira las pruebas PISA, los 67 países de Latinoamérica que participan están en los últimos lugares. Y algunos ni siquiera participan, como es el caso de Cuba, que supuestamente es un campeón en educación. Si son tan buenos, ¿por qué no participan en el test internacional? Venezuela tampoco se anima”, planteó.
A esto se suman los calendarios escolares tan dispares que hay en la región: “En Japón el año escolar tiene 240 días. En Corea del Sur, 220. En México son 200 días y si uno le mete las huelgas y los puentes, se quedan en 180. En la mayoría de países de América Latina el calendario tiene 180 días. Si además le metemos las huelgas docentes… Estamos hablando de una región que está compitiendo con otra donde los niños van prácticamente dos meses más por año que en América Latina. Imposible ganarles”, sentenció.
A la cola en innovación
Pero no solo eso. Los países latinoamericanos son de los que menos invierten en ciencia y tecnología de todo el mundo. “Israel y Corea del Sur destinan a investigación y desarrollo un 4,2% del Producto Interior Bruto (PIB). Japón un 3,5%. Finlandia y Suecia un 3,3%. Taiwán un 3,1%. Alemania y Estados Unidos un 2,9%. ¿Y América Latina? Un 0,5%”, cuestionó Oppenheimer.
“¿Cuánto del precio que uno paga por una taza de café en un Starbucks de Estados Unidos o en Europa vuelve al productor latinoamericano? Un 1%”
En materia de patentes, una medida muy usada para saber sobre la innovación productiva de los países, la región también se queda atrás. “Los inventores de Estados Unidos registraron casi 300.000 patentes. Corea del Sur, un país que hace 50 años era tan pobre como la mayoría de los latinoamericanos, 18.000. Y Alemania 16.500. ¿Cuántas registraron todos los países de América Latina juntos? 1.000. Es decir, la región, incluyendo a las naciones más grandes como Brasil o México, registraron el 5% de las patentes registradas por Corea del Sur”, explicó.
Por ello, el autor de ¡Crear o morir! apuesta por fomentar el trabajo mental en detrimento del manual: “Siempre uso el ejemplo de una taza de café colombiano o costarricense. ¿Cuánto del precio que uno paga por una taza de café en un Starbucks de Estados Unidos o en Europa vuelve al productor latinoamericano? Un 1%. El 99% del valor va a todo lo que tiene que ver con la economía del conocimiento”.
‘Todos por la educación’ como ejemplo
Así, Oppenheimer defendió que es necesario que la mejora educativa involucre a toda la sociedad. Para ilustrar esta idea explicó el caso del programa Todos por la educación de Brasil, que comenzó en el gobierno de Lula da Silva. “Se juntaron 50 de los empresarios más grandes del país y pusieron cada uno 50.000 dólares (44.744 euros). En los demás países cada empresario tiene su fundación. Allí dijeron: vamos a juntarnos, esta fundación no va a llevar el nombre de ningún empresario. Cojamos un director externo, contratemos los mejores educadores y que nos hagan un plan a 20 años”, explicó al respecto.
Y continuó: “Acto seguido se aliaron con los principales dueños de los medios de comunicación, contrataron a la mejor agencia de publicidad de Brasil y a los mejores artistas para hacer una campaña de comunicación masiva. Bombardearon a la opinión pública con el mensaje de que la educación es el pasaporte a la oportunidad a nivel personal, familiar y nacional. Si usted quiere que sus hijos tengan una vida mejor que la suya, edúquelos, invierta tiempo”.
Según Oppenheimer, el programa consiguió que la educación pasara en las encuestas de preocupación de los brasileños del puesto 13 al número dos, solo superada por la inseguridad. “¿Y entonces qué pasó? El gobierno de Lula, poco antes de salir, adoptó todo ese programa de la ‘A’ a la ‘Z’ y lo convirtió en política de Estado”, concluyó.