Daniel Gómez León (ALN).- Latinoamérica es la región más afectada por el covid-19. Y también es uno de los lugares con mayores índices de corrupción. De hecho, esta última se ha disparado a causa de la pandemia, con funcionarios públicos de varios países aprovechándose de la coyuntura para enriquecerse ilícitamente. La buena noticia es que existe una solución, y esta, dicen los expertos, pasa por un mejor uso de los datos y de la tecnología.
“Este virus estará con nosotros por un tiempo. Sin una vacuna, continuará durante años. Esta no será una pelea que ganemos una vez, sino una que durará varias rondas. Es por eso que necesitamos aplicar lecciones de lugares que han controlado el virus y dejar que los datos guíen nuestras acciones”.
Son palabras de la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa F. Etienne. Considera que la analítica y el procesamiento de datos son la mejor arma que tienen los países para combatir el coronavirus. Y esto en América Latina es una prioridad.
Latinoamérica es el epicentro de la pandemia en este momento. Cinco países ocupan los 10 primeros puestos en número de contagios: Brasil, Perú, México, Colombia y Chile. Pese a los indicadores, no todos lo están haciendo mal. De hecho, para Etienne, Chile es un ejemplo de cómo usar la tecnología para combatir el virus.
“En junio las infecciones en Chile estaban aumentando rápidamente. Por lo tanto, las autoridades nacionales analizaron los datos y adaptaron su enfoque: expandiendo drásticamente las pruebas, aislando casos y desplegando órdenes para quedarse en casa en las áreas más afectadas. Funcionó. Desde hace seis semanas, Chile ha visto cómo el covid-19 pierde fuerza y está reportando menos casos”, dijo la doctora Etienne en una conferencia este fin de semana.
Identificar casos lo antes posible, aislar a los contagiados, rastrear a las personas que han entrado en contacto con los enfermos… Son algunas de las acciones que se pueden tomar para contener el virus a través de los datos y la tecnología.
La corrupción, la otra pandemia
A la par de los contagios en América Latina se está disparando la corrupción, la otra pandemia de la región.
En Perú, cuando el virus llegó al país, entre marzo y abril, fallecieron más de 200 policías. Muchos por la negligencia de un ministro y un jefe de Policía que tuvieron que dimitir al probarse que entregaron a sus trabajadores material sanitario de baja calidad.
En Ecuador un grupo de fiscales reveló la semana pasada cómo funcionarios de salud y una red criminal conspiraron para vender bolsas para cadáveres 13 veces por encima de su precio real.
En Bolivia el gobierno compró 170 ventiladores a la compañía española IME Consulting, aunque otra empresa se los ofrecía a mitad de precio. Además de que compraron los más caros, resultó que los ventiladores no funcionaban.
A las corruptelas y negligencias relacionadas con la pandemia se suman los problemas de siempre. El caso Odebrecht, que salpica a una decena de países de América Latina desde 2016, está golpeando a México.
Emilio Lozoya, exdirector de la petrolera estatal mexicana Pemex, ha acusado a cuatro exmandatarios, cuatro exministros e incluso, a Morena, el partido del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de corrupción.
Este lunes, y también a propósito del caso Odebrecht, en Perú comenzaron las investigaciones contra el expresidente Ollanta Humala y tres de sus ministros por irregularidades en la licitación del Gasoducto del Sur.
Datos contra los corruptos
¿Pero qué pueden hacer los datos con todo esto? La respuesta la tienen los investigadores del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, Carlos Santiso, director de Innovación Digital en Gobiernos, y Camilo Cetina, líder de Integridad Pública.
En un artículo para el blog del Foro Económico Mundial, Santiso y Cetina comparten dos formas de utilizar la tecnología para vencer la corrupción.
Una es la apertura de datos por parte de los gobiernos. Para eso sugieren la utilización de plataformas como The Open Contracting Data Standard. Esta permite a los gobiernos, por ejemplo, monitorear el proceso de una contratación pública y replicar modelos de otros países donde la corrupción se combate, como Canadá, Reino Unido y la Unión Europea, que también forman parte de The Open Contracting Data Standard. Y es que al igual que se pueden rastrear los contagios, se puede rastrear qué se hace con el dinero que proviene de las arcas públicas. De hecho, Colombia, Paraguay, Chile y la ciudad de Buenos Aires se han unido a esta plataforma.
La segunda acción que proponen los técnicos de CAF son herramientas avanzadas de análisis e inteligencia artificial para organizar los datos.
“Tener datos de calidad, abiertos y reutilizables, permite una implementación más ágil de técnicas analíticas avanzadas. Pero la ausencia de datos suficientemente estructurados y refinados no es una barrera infranqueable en el mundo actual de análisis de datos y aprendizaje automático”, explican en el blog del Foro Económico Mundial.
Como ejemplo señalan a Brasil. Allí cuentan con Alice (Analisador de Licitações e Editais). Esta herramienta permite generar informes de riesgos y fortalezas basándose en los datos divulgados por el Ministerio de Economía. También procesa datos de forma independiente agilizando los procesos.
Un último ejemplo es Colombia. Allí la Contraloría General cuenta con Océano, un sistema que ha analizado más de 10 millones de transacciones hechas en los procesos de compra pública. Con Océano se puede prevenir el fraude fiscal porque detecta movimientos sospechosos en cualquier parte de la operación, incluso al comienzo. Esto permite a las autoridades estar alerta y anticiparse a cualquier corruptela.