Redacción (ALN).- Mejorar la productividad, introducir a las empresas en las cadenas de valor globales, promover la economía digital, crear empleo… Estos son algunos de los retos que afronta Latinoamérica. Lo eran antes del coronavirus. Y lo serán una vez se supere la pandemia. Pero si algo ha quedado claro, es que ninguno de estos desafíos se superará sin reformas. Eso dice el Banco Interamericano de Desarrollo.
“Los países de América Latina y el Caribe necesitan urgentemente implementar reformas fiscales para preparar el terreno para una recuperación sustentable post-covid”.
Lo dice el Informe Macroeconómico que acaba de publicar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Según el documento, la región crecerá 4,1% en 2021 y 2,5% en 2022. Esto no es suficiente para recuperar la caída de 7,4% en 2020, año que elevó las tasas de desempleo y amplió las brechas entre ricos y pobres. A esto se suma que, según las previsiones de 2023 en adelante, el ritmo de crecimiento no cuenta con estímulos para remontar.
Por ello el BID insiste en que Latinoamérica “necesita implementar una serie de reformas que mejoren la productividad, ayuden a conectar a las empresas a las cadenas globales de valor, y promuevan la economía digital y la creación de empleo en forma inclusiva, sostenible y resiliente”.
La importancia de las reformas fiscales
“América Latina y el Caribe tiene por delante un sendero estrecho pero claramente definido para salir fortalecida de los shocks sociales y pandémicos de los últimos años”, dijo el economista jefe del BID, Eric Parrado.
“Los sistemas fiscales saludables pueden ayudarnos a liberar nuestro potencial, apalancando la reasignación de recursos en todos los sectores y así impulsar el crecimiento de la productividad, promover el empleo formal, y lograr un futuro más verde que desafíe la falsa dicotomía entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental”, añadió.
Según el informe del BID, los gobiernos latinoamericanos aportaron 485.000 millones de dólares de apoyo fiscal durante la pandemia. Estos paquetes representan el 8,5% del PIB regional promedio.
Este último indicador es engañoso. Mientras unos pocos países implementaron grandes paquetes, cercanos al 19% del PIB, más de dos tercios de la región inyectaron estímulos fiscales cercanos al 35%.
Aunque esos estímulos fiscales ahora se traduzcan en un aumento del déficit, los países que gastaron más para responder a la crisis serán más eficientes en la recuperación.
“Los países con altos ingresos tributarios y alto nivel de gastos se verían significativamente beneficiados de una mayor eficiencia tanto en el aspecto impositivo como en el de erogaciones”, explicó el BID.
En la actualidad, el balance primario del PIB de la región es de -5,4%, mientras que en 2019 era de -0,5%. El déficit fiscal también aumentó hasta el 8,3% del PIB, cinco puntos más que el año pasado. Y la deuda pública se elevó del 58% al 72% de 2019 a 2020 y al 76% en 2023, según estimaciones del BID. “Sin embargo, una fuerte recuperación acompañada de reformas estabilizaría la deuda en un 72% y esta luego podría comenzar a caer”, agregó.
Qué recomendaciones da el BID
“Dados los desafíos fiscales y los altos niveles de endeudamiento, la mejora de las instituciones fiscales debería ser un tema de alta prioridad”, dijo Andrew Powell, asesor principal del BID y uno de los coordinadores del informe.
“Instituciones más sólidas darían un mayor grado de credibilidad y permitirían un ajuste más gradual con tasas de interés más bajas para asegurar la sostenibilidad de la deuda”, agregó.
El documento recomienda a los gobiernos aprovechar las bajas tasas de interés internacionales vigentes para reducir su pago de intereses, con mayor financiamiento por parte de las instituciones financieras internacionales para reducir los pagos o reemplazar deuda más costosa.
También dice que los ingresos públicos podrían ahorrar más de un 4% del PIB “con un mejor direccionamiento de los programas de transferencia sociales, emparejando los salarios públicos con los del sector privado, y optimizando las compras gubernamentales, entre otras medidas”.
Los países con baja recaudación tributaria deberían buscar aumentar sus ingresos sin sacrificar el crecimiento. “Esos mayores ingresos y ahorros deberían destinarse a proyectos cuidadosamente seleccionados que puedan tener un fuerte impacto social y en el crecimiento, en particular obras de infraestructura necesarias para construir una economía digital que genere más oportunidades laborales para la economía del futuro”.