Redacción (ALN).- El magnesio es un mineral esencial para el funcionamiento del organismo, ya que participa en más de 300 reacciones bioquímicas relacionadas con la producción de energía, la función muscular y nerviosa, y la salud ósea.
Sin embargo, su deficiencia puede pasar desapercibida hasta que comienzan a aparecer síntomas como calambres musculares, hormigueo en las extremidades o movimientos involuntarios del ojo, lo que puede afectar significativamente la calidad de vida.
El magnesio se encuentra de manera natural en diversos alimentos, como legumbres, nueces, semillas, cereales integrales y hortalizas de hojas verdes, como la espinaca. También está presente en algunos productos lácteos y en alimentos fortificados, como ciertos cereales para el desayuno.
A pesar de su disponibilidad en la dieta, muchas personas no alcanzan los niveles recomendados de consumo, lo que puede derivar en un déficit progresivo del mineral.
Según un ‘National Institute of Health’ de Estados Unidos, cuando el organismo no recibe suficiente magnesio, los riñones tratan de compensarlo limitando su eliminación a través de la orina.
Sin embargo, la insuficiencia prolongada puede provocar una deficiencia severa, que se manifiesta con síntomas como fatiga, pérdida del apetito, náuseas y vómitos. En los casos más graves, pueden aparecer convulsiones, alteraciones en el ritmo cardíaco y cambios en la personalidad.
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Signos de alerta
Uno de los primeros signos de alerta de una deficiencia de magnesio es la presencia de calambres musculares frecuentes, que pueden afectar tanto a las piernas como a otras partes del cuerpo.
Este síntoma se debe a que el magnesio desempeña un papel crucial en la relajación muscular, evitando contracciones involuntarias y espasmos. El hormigueo o entumecimiento en las extremidades también puede estar relacionado con una deficiencia de este mineral, ya que el magnesio es fundamental para la transmisión de los impulsos nerviosos.
Asimismo, muchas personas experimentan un parpadeo involuntario del ojo, una molestia que suele atribuirse al estrés, pero que puede indicar bajos niveles de magnesio en el organismo.
Algunas personas tienen una mayor predisposición a desarrollar deficiencia de magnesio debido a ciertas condiciones de salud o hábitos de vida. Entre los principales grupos de riesgo se encuentran las personas con enfermedades gastrointestinales, como la enfermedad de Crohn o la celiaquía, que afectan la absorción de nutrientes; pacientes con diabetes tipo 2, ya que los niveles elevados de glucosa pueden aumentar la excreción de magnesio a través de la orina; personas con consumo excesivo de alcohol, pues este interfiere en la absorción y retención del mineral; y adultos mayores, debido a que con la edad disminuye la capacidad de absorción de magnesio y aumenta su eliminación por los riñones.
Cómo prevenir y tratar la deficiencia de magnesio
Para garantizar un adecuado aporte de magnesio, es fundamental seguir una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en este mineral. En algunos casos, puede ser necesario recurrir a suplementos dietéticos, especialmente aquellos formulados con aspartato, citrato, lactato o cloruro de magnesio, que son las formas más fácilmente absorbidas por el organismo. No obstante, el consumo de suplementos debe realizarse bajo supervisión médica, ya que un exceso de magnesio puede provocar efectos adversos como diarrea, náuseas y, en casos extremos, alteraciones en el ritmo cardíaco.