Ernesto J. Tovar (Lima/ALN).- La impactante decisión de la Corte Suprema de Perú de anular el indulto presidencial dado a Alberto Fujimori en diciembre de 2017, reivindica los reclamos de defensores de DDHH y víctimas de las fuerzas de seguridad en su gobierno, pero también demuestra cómo pese a casi 20 años de haber salido del poder, su figura aún causa división y polariza a los peruanos.
Nueve meses y nueve días de libertad tuvo el expresidente peruano Alberto Fujimori, una vez que este miércoles 3 de octubre la Corte Suprema de Perú decidió anular el “indulto humanitario” que había recibido el pasado 24 de diciembre de 2017 del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski.
La sentencia del juez Hugo Núñez ordenó que Fujimori fuera ubicado y regresado a prisión para que cumpla la totalidad de su sentencia de 25 años, dictada en 2009, por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, perpetradas entre 1991 y 1992 por organismos de seguridad que en ese entonces perseguían al sanguinario grupo terrorista de izquierda Sendero Luminoso y su cabecilla, el encarcelado a cadena perpetua Abimael Guzmán.
El indulto a Fujimori consternó a los peruanos en la Navidad de 2017, cuando PPK dio un discurso apresurado, casi de forma clandestina desde una sala de su casa, donde anunciaba la libertad para el encarcelado expresidente. La puesta en escena pareció a todas luces improvisada y sobre todo, una componenda de favores políticos.
La sentencia del juez Hugo Núñez ordenó que Fujimori fuera ubicado y regresado a prisión para que cumpla la totalidad de su sentencia de 25 años
Y ahora, con el anuncio de su vuelta a prisión, de nuevo Fujimori fue la noticia que sacudió la cotidianidad, aun cuando el país se prepara para elegir el próximo fin de semana a casi 2.300 cargos en las elecciones municipales para el período 2018-2022 y las calles y avenidas de todas las ciudades -y sobre todo Lima– están sumergidas en propaganda y afiches electorales.
Entre la población de Perú hay opiniones encontradas sobre el balance y tenor de las acciones de Alberto Fujimori. Identificado como corrupto y violador de derechos humanos por algunos, y por otros como el presidente que trajo la paz y la prosperidad en medio del caos de violencia de Sendero Luminoso, y progreso a las zonas más pobres de la provincia peruana.
La división de opiniones es notable. Según un sondeo de la firma Datum realizado en junio (cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, planteó a Perú que realizara una revisión del indulto), 43% de los peruanos consideraba legal el perdón dado a Fujimori, mientras que 48% lo calificó como ilegal.
El propio día del indulto se produjeron protestas en el centro de Lima, donde la policía debió usar gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que reclamaban la gracia presidencial en favor del anciano expresidente.
Al difícil ambiente político peruano, con el fujimorismo en mayoría en el Congreso enfrentado al presidente Martín Vizcarra, se suma ahora la discordia por una figura como Alberto Fujimori.
Con la anulación del perdón ha sido el partido del fujimorismo, Fuerza Popular, el que ha manifestado a través de sus congresistas y portavoces que la maniobra contra Fujimori no es más que una “venganza política de nuestros enemigos”, en palabras de la congresista Keiko Fujimori, hija mayor del expresidente y jefa de Fuerza Popular, a las puertas de la residencia de su padre, mientras sorprendía mostrando lágrimas.
Las palabras de Keiko eran previsibles, pero lo que sí llamó la atención fueron las lágrimas y sollozos de la hija del expresidente, al momento de referirse a la situación de su padre. Esa manifestación de sentimientos no pasó desapercibida y fue comidilla en las redes sociales.
Por su parte el también congresista del fujimorismo Héctor Becerril dijo que la anulación del indulto “no es justicia sino venganza”.
Asimismo, en el Congreso de Perú, donde este miércoles se discutían las reformas políticas propuestas por el presidente Martín Vizcarra, los parlamentarios de Fuerza Popular enseñaron carteles con consignas como “Alberto Fujimori Fuerza”, “No más rencores”, “Basta de odios” o “Fuerza Keiko”. Y en respuesta a ello desde las curules de los partidos de izquierda Frente Amplio y Nuevo Perú se enseñaron pancartas con frases como “No a la impunidad”, “Cantuta no se olvida”, “Dictadura nunca más” y “Justicia, no odio”.
No obstante, en las calles aún no se detecta que el nuevo encarcelamiento de Fujimori tenga respuesta de parte de sus seguidores. En esto puede incidir el hecho de que el aparato partidista del fujimorismo está por enfrentar las referidas elecciones municipales, mientras que en el Congreso están lidiando con las reformas políticas de Vizcarra y la presión para imponer su agenda.
Batalla política
Alberto Fujimori gobernó Perú entre 1990 y 2000, y en ese plazo redujo la violencia de Sendero Luminoso desarticulando a la organización, a la par que emprendió una serie de reformas económicas, sociales y políticas que se tradujeron en la erradicación de los grupos subversivos y en la recomposición de una economía estatista lastrada por la hiperinflación y la crisis generalizada en los años 80.
Sin embargo, Fujimori operó con métodos calificados como autoritarios o dictatoriales, como lo fue la disolución del Congreso peruano en 1992, la acumulación de los poderes públicos en su figura, o los reiterados ataques a la libertad de prensa e información, todo en el marco de un aparato de gobierno que se tornó muy corrupto, ejemplificado en la figura de su otrora hombre fuerte, Vladimiro Montesinos.
Con 80 años de edad y cumpliendo sentencia con reiteradas visitas a la unidad de cuidados intensivos por sus diversos problemas de salud, Alberto Fujimori se encontraba libre después de que su hijo menor, el suspendido parlamentario Kenji Fujimori, negociara su indulto con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski a cambio de que los aliados de Kenji salvaran la cabeza de PPK en una trascendental votación del Congreso para destituirlo en diciembre pasado, a raíz del escándalo de corrupción de Odebrecht.
Ahora, con este nuevo escenario, dentro del mismo partido Fuerza Popular debe observarse cómo puede haber reacomodos en la relación de poder entre Keiko Fujimori y su hermano Kenji Fujimori: el hermano menor siempre ha sido más próximo a su padre y podría capitalizar la situación para mejorar su propia valoración política ante el fujimorismo, muy lastrada tras ser separado de su curul en el Congreso al descubrirse cómo negoció con Kuczynski el indulto presidencial. Por su parte Keiko ha sido cuestionada por su posible relación con algunos jueces del escándalo de corrupción del Poder Judicial y actualmente, según una encuesta de Datum, es percibida por los peruanos como la política más corrupta, con 29%.
Keiko, desde la residencia en el distrito La Molina de Lima, donde se suponía se albergaba su padre, anunció este miércoles que darán “la batalla legal para recobrar la libertad de mi padre, batalla legal amparada en la Constitución, y la batalla política acompañada por millones de peruanos que creen que mi padre es el artífice de haber logrado la paz”.
El juez Hugo Núñez ordenó su retorno a prisión en una sentencia que considera que en el procedimiento de indulto hubo “irregularidades en el acta médica” (sobre el estado de salud de Fujimori), una “ruptura del principio de imparcialidad”, una resolución “expresa” del caso para un enfermo que “padece de una enfermedad no terminal grave”, la carencia de la “debida fundamentación (y que no) expresa una suficiente justificación en la decisión adoptada” con el indulto, y además la “incompatibilidad” con la Convención Americana de Derechos Humanos, de la cual forma parte Perú.
Con este nuevo escenario, dentro de Fuerza Popular debe observarse cómo puede haber reacomodos en la relación de poder entre Keiko y Kenji Fujimori
Por su parte Kenji, quien acompañó a Fujimori a la clínica privada donde fue puesto en custodia policial mientras se evaluaba su estado de salud, dijo que “como hijo de Alberto Fujimori es mi deber humano estar con él en sus momentos más difíciles. Hoy nuevamente estoy contigo en una ambulancia, te amo y si tengo que dar mi vida y hasta mi libertad por ti, así lo haré. Siento mucho dolor”.
Para Alberto Fujimori aún resta una apelación puesto que, a juicio de su defensor, Miguel Pérez Arroyo, el indulto fue una medida humanitaria que además debe atenderse de inmediato por el delicado estado de salud del exmandatario.
Asimismo cabe destacar que el expresidente Pedro Pablo Kuczynski está siendo investigado preliminarmente por la Fiscalía de la Nación por el procedimiento administrativo mediante el cual otorgó el indulto a Fujimori en 2017.