(EFE).- El presidente argentino, Alberto Fernández, ratificó este martes su apoyo al exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) de cara a las elecciones del próximo 2 octubre, al manifestar que «Dios quiera que le vaya bien».
«Lucho Arce volvió (para) ser presidente de Bolivia, Gabriel Boric ganó en Chile, Gustavo Petro ganó en Colombia y Lula está dando pelea en Brasil. Dios quiera que le vaya bien y los brasileros lo acompañen», aseveró Fernández durante una conferencia en la Universidad The New School de Nueva York.
El mandatario argentino señaló que «es posible» que, si los resultados electorales coinciden con las encuestas, que dan por ganador a Lula, pueda tenderse una «línea mucho más simple de comunicación y de trabajo» entre México, Brasil y Argentina.
«Hoy eso es un poco más difícil, porque los gobiernos no están alineados del mismo modo», reconoció Fernández, para ratificar su intención de «concretar» una moneda común con Brasil y con el resto de estados miembros del Mercosur en los próximos años.
«La integración a través de una moneda común sería maravilloso, y si lo pudiésemos concretar sería maravilloso. Sería el comienzo de salir de estos sistemas internacionales que nos ayudan poco, pero es mucho más lo que nos castigan», agregó Fernández, en una alusión indirecta al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las encuestas y Lula da Silva
Según la última encuesta del Instituto Ipec, encomendada por la red Globo de televisión, la intención de voto de Lula da Silva está en el 47 %, mientras que la del actual presidente, Jair Bolsonaro, se ubica en el 31 %.
En un eventual segundo turno, el líder del progresista Partido de los Trabajadores (PT) vencería con el 54 % de los sufragios, frente al 35 % que obtendría Bolsonaro, de acuerdo al sondeo.
Pese a que todos los sondeos apuntan a la victoria del antiguo líder sindical, Bolsonaro ha reiterado en que conseguirá la victoria en la primera vuelta de los comicios, marcada para el próximo 2 de octubre.
El capitán de la reserva del Ejército ha puesto en duda la fiabilidad del actual sistema electoral brasileño, pese que no existe ninguna denuncia de fraude desde 1996, y la oposición teme que no reconozca el resultado de las urnas en caso de una posible derrota.