Alonso Moleiro (ALN).- El exmandatario peruano se bate como un esgrimista para salir librado de los escándalos en que se ha visto envuelto. Algunos copartidarios lo acusan de “lavado de activos”. Él niega los cargos y en su cuenta de Twitter muestra el talante y la efectividad de sus banderillazos y respuestas.
La foto que domina la cuenta de Twitter de Alan García, dos veces expresidente de Perú, presenta una multitudinaria concentración pública. Es un recado de su arrastre como político, ofrecido al público como postal, navegando por encima de los escándalos, similar a una medalla deportiva que se cuelga en la cabecera de la cama. En ella distinguimos banderas peruanas.
García viene de regreso de las zonas traumáticas del ejercicio público
Excandidato, expresidente, expopular, eximpopular, García es un político que viene de regreso de las zonas traumáticas del ejercicio público, aunque nunca termina de salir de ellas. Su laguna natural es la de la polémica. Parece ser acreedor de un cuero que lo tiene acostumbrado a la zona de la estridencia, y que le permite recibir castigo verbal sin que se produzcan cicatrices.
Es un clásico de la política peruana: ha entrado y salido del Olimpo varias veces. Tuvo una desastrosa primera Presidencia, hacia los 80; luego una segunda, bastante más acertada, hace unos seis años, que le regresó pertinencia noticiosa y política, y lo colocó de nuevo “en su salsa”.
Como ya ha salido del poder, su cuenta en las redes sociales, con sus escándalos y su legión de seguidores, no parece tan activa. Poco más de 3.000 tuits: un dígito que podría sugerirnos que no es un dirigente que persiga las noticias o esté encima de la pulitura de su imagen. Lo último que ha hecho García es congratularse por la victoria de Emmanuel Macron en Francia, al derrotar a la ultranacionalista Marine Le Pen:
La victoria de Macron contiene la corriente irracional, xenofoba y antieuropea. ¡Libertad, igualdad y fraternidad!
— Alan García (@AlanGarciaPeru) 7 de mayo de 2017
Pero si García no persigue las noticias, en muchas ocasiones son las noticias las que lo persiguen a él. Hay otro tuit cercano, muy descriptivo de la interacción que mantiene con sus enemigos en el marco democrático.
Esto decía García en su cuenta, comentando un enlace en el cual quedan planteadas conjeturas en contra del también exmandatario Ollanta Humala:
Dedicaron 5 años a destruirme porque impedí la Reelección Conyugal. Pero sino, se hubieran quedado. https://t.co/XyRyoS6yCl
— Alan García (@AlanGarciaPeru) 7 de mayo de 2017
Con Reelección Conyugal y otros 5 años de humalismo, el país habría caído en la mayor miseria y el autoritarismo.
— Alan García (@AlanGarciaPeru) 7 de mayo de 2017
Con su éxito económico, Perú carga este momento con el fardo de sonoros escándalos de corrupción que han tenido como protagonistas a sus expresidentes del tiempo reciente. Entre los casos más sonados, se encuentra el carrusel de sobornos que protagonizara, en América Latina y en Perú, la tristemente célebre compañía brasileña Odebrecht. Hay casos que le llegan directamente a Alejandro Toledo u Ollanta Humala. García también ha recibido su parte.
Gracias a los malintencionados. Ellos han probado que nada se pagó. A otros compran. A mí, no.Ver attach. https://t.co/n9sPJWOj6Z
— Alan García (@AlanGarciaPeru) 5 de mayo de 2017
Y aquí vemos a García, dando y recibiendo en la línea de fuego de las acusaciones domésticas. A ratos, recuerda aquel relato del Gabo llamado “Buen Viaje, Señor Presidente”.
Mis enemigos de siempre y algunos caviares odiosos cumplen el dicho: El ladrón cree a todos de su misma condición.
— Alan García (@AlanGarciaPeru) 5 de mayo de 2017
Sin pruebas solo queda embarrar:Recibí a todas las empresas que decidían invertir en el Perú.Ninguna me sobornó ni coimeó.A otros sí.
— Alan García (@AlanGarciaPeru) 4 de mayo de 2017
Acusar, defenderse, agitar, contraargumentar. La salida de la Presidencia no parece haberle devuelto la tranquilidad a Alan García. A él parece que no le importa. Da la impresión de que las turbulencias son su hábitat, y que eso no tiene tanto que ver con los votos y el poder.