Daniel Gómez (ALN).- En los 80 amansó la fortuna que hoy le convierte en uno de los hombres más ricos de Chile. Un pasado empresarial al que renunció, asegura, cuando llegó a la primera línea política. Pero así no lo piensan los votantes. Sebastián Piñera presidió Chile entre 2010 y 2014. No renovó el cargo porque la ley no permite la reelección continua. Pero vuelve a aspirar a La Moneda en 2017. Las encuestas lo colocan como favorito, aunque por el camino siga recibiendo la misma zancadilla, la de su pasado.
Antes de político fue empresario. Piñera comenzó en 1978 en el sector inmobiliario con la constructora Coltén. Allí ganó los primeros millones y se pasó a las finanzas para presidir el primer banco de negocios de Chile, Citicorp. Casi en paralelo confeccionó la operación que lo convirtió en magnate: Bancard, la empresa que introdujo el pago por tarjeta en el país. La fundó a principios de los 80, cuando obtuvo la representación nacional de Visa y Master Card.
Piñera también destacó como inversor. Participó en LAN Chile anticipando su presente. La aerolínea, hoy Latam Airlines tras la fusión con la brasileña TAM Líneas Aéreas, es uno de los grupos más rentables de toda Latinoamérica. Asimismo, estuvo en la filial chilena de Apple, lideró la cadena Chilevisión y formó parte de la junta del equipo de fútbol Colo Colo con la sociedad anónima Blanco y Negro. Todos estos negocios, con Bancard a la cabeza, consolidaron el monto que le calcula la revista Forbes, de más de 2.500 millones de euros (unos 2.700 millones de dólares).
No hay día que no le critiquen su integridad. Tampoco hay día en que él no la reafirme
Por patrimonio es la séptima fortuna de Chile. Un estatus que no cuaja con la aventura en la que se adentró en 2009, cuando se presentó y ganó las elecciones presidenciales. Desde que accedió a La Moneda, no hay día que no le critiquen por no separarse del mundo empresarial. Tampoco hay día que el magnate lo niegue con rotundidad.
En mítines y entrevistas recuerda que entregó, tal como prometió en campaña, la dirección de las empresas a un fideicomiso ciego, es decir, a un gestor independiente. Así ocurrió con Bancard y filiales. El resto de títulos los vendió, como los de LAN Chile, Chilevisión y Colo Colo. Obtuvo 1.375 millones de euros (1.620 millones de dólares) por la aerolínea, 150 millones de euros (177 millones de dólares) por la cadena y siete millones de euros (8,2 millones de dólares) por el club.
La Fiscalía registró el conflicto de intereses
El ejercicio de transparencia de Piñera se vio salpicado por la revelación de El Mostrador y Radio Biobío. Ambos medios informaron de “una inversión relevante” en la Empresa Pesquera Exalmar al tiempo que Chile se jugaba en los tribunales 22.000 kilómetros de mar. Un dinero que inyectó a través de Bancard entre 2010 y 2011.
Exalmar es una de las pesqueras más poderosas. Posee un 5% de cuota y recibió una excelente noticia cuando supo que Chile debía ceder kilómetros de mar ante Perú. El Mostrador indicó que ese día lo que Sebastián Piñera perdió como presidente lo ganó como empresario. Le acusaron de manejar información privilegiada y de lucrarse a costa de Chile. El caso llegó a los tribunales este 2017 con una prueba: el correo de un analista de Bancard remitido a Piñera en 2010. Dicha versión fue desmentida por él.
“Respecto del correo que se me consulta, según me informó el abogado de la empresa, estuve copiado en un solo correo en que un analista, Cristóbal Silva, en un mail dirigido a Nicolás Noguera le comunicaba que se avecinaba la oferta pública inicial de acciones de la empresa Exalmar, lo cual me imagino fue un error del analista en cuanto a incluirme en un correo que no guardaba relación con mi labor dentro de la empresa. Debo decir que a mí no me llegó otra comunicación como esa más adelante”, dicta la declaración de la Fiscalía a la que accedió el diario La Tercera.
El escándalo hizo eco y afectó a la reputación de Piñera, quien asegura estar alejado de Bancard. En plena carrera presidencial, encara las elecciones con menos margen que antes del pleito. Aun así, todo apunta a que el 19 de noviembre lo nombrarán presidente. El único de la derecha en lo que va de democracia.
“No es un líder popular innato”
El espectro político de Piñera también le ha supuesto algún dolor de cabeza. Muchos de los rivales lo declaran próximo a Augusto Pinochet. Sin embargo, él siempre condenó las violaciones de los Derechos Humanos del dictador, al mismo tiempo que votó ‘no’ al plebiscito de continuidad del régimen en 1989.
Los padres de Piñera construyeron un ring de boxeo en casa para calmar su ímpetu ganador
A la condición ideológica y el pasado empresarial de Piñera se suma a otro aspecto. Le cuesta comunicar y transmitir emociones. Lo afirmó la escritora Bernardita Del Solar Vera, quien se reunió con el entorno más cercano del magnate para dar luz a Piñera: Historia de un ascenso. “No es un líder popular innato. No moviliza multitudes, ni genera gran entusiasmo partidario. Es torpe en lo emocional, y durante años se le vio incómodo en las actividades masivas, esquivo para besar niños, parco a la hora de vincularse afectivamente con la población”, afirma Del Solar en el libro.
La sonrisa de la victoria
Otro de los rasgos que condena el carácter de Piñera es la ambición. Es hiperactivo, como un niño inquieto. Quiere hacer mucho en poco tiempo y en ocasiones, agobia. Sin embargo, fue esa vitalidad la que le ayudó a afrontar uno de los momentos más duros de la historia de Chile.
Recién llegado a la presidencia, 33 trabajadores quedaron atrapados en el fondo de una mina. Lo que pudo ser una tragedia se convirtió en heroicidad: 69 días aguantó la lucha de los mineros, rescatados gracias a una de las mayores hazañas de ingeniería de la historia.
Durante todo ese tiempo a Piñera se le vio involucrado. Quería formar parte del rescate. Y no hay nada más grafico que la foto en la que muestra la carta de los mineros dando fe de vida. La sonrisa del empresario no cabía en el marco. Era real, no como el gesto robótico que en ocasiones luce ante las cámaras.
Sebastián Piñera nació en el seno de una acomodada familia chilena. Fue el cuarto de seis hermanos. Siempre estaban compitiendo. Por estudios, por deportes, daba igual el arte o materia. La cosa era ganar, aunque para ello tuvieran que llegar a las manos. Tal fue la situación que los padres construyeron un ring de boxeo en su propia casa para que los golpes quedaran entre guantes, según relata Del Solar en el libro.
Ese ambiente convirtió a Piñera en ganador, pero también en inconformista. Solo hay que ver cómo quemó etapas. Se licenció como ingeniero comercial en la Universidad Católica de Chile y recibió el título Raúl Yber por ser el mejor de la promoción de 1971. Luego fue a Estados Unidos para hacer la maestría, doctorarse y ser profesor asociado de la Universidad de Harvard. Esto fue en 1973, el mismo año en que Augusto Pinochet acometió el golpe de Estado a Salvador Allende en Chile y el mismo año en el que se casó con Celia Morel, actual esposa y madre de sus cuatro hijos: Magdalena, Cecilia, Sebastián y Cristóbal.
A continuación, se detuvo en el mundo académico. Ejerció de profesor en la Universidad Católica de Chile, Universidad de Chile y Universidad Adolfo Ibáñez. Al mismo tiempo, colaboró como analista en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Luego saltó a los negocios para después acceder al punto más alto, la presidencia.
En estos momentos, Piñera se aproxima a su segundo mandato. Ni los escándalos ni la falta de carisma le roban el sillón de favorito. Cuenta con el aval de conducir la economía como los negocios: con éxito. Nunca hubo más trabajo ni más productividad en Chile. Por eso, los ciudadanos no quieren que deje de ser empresario. Al menos en lo público, pues está dispuesto a dar un paso más y vender Bancard.