Juan Carlos Zapata (ALN).- Habrá diálogo. Habrá negociación. Porque los contactos ya comenzaron, y en otra dimensión. Lo adelantamos: El diálogo entra en otra etapa y desde Francia este martes vino la confirmación. La iniciativa, de inmediato, contó con el apoyo del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y desde Santo Domingo se produjo un comunicado conjunto entre el canciller de República Dominicana, Miguel Vargas, y el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero anunciando la apertura de la nueva ronda. La nueva oportunidad que no hay que descartar. Una oportunidad “para un proceso de encuentro, reconocimiento mutuo y reconciliación”. Eso dice el comunicado.
Ya la dinámica del diálogo en Venezuela adquiere otro juego. Sigue José Luis Rodríguez Zapatero. Salen del equipo los expresidentes Martín Torrijos y Leonel Fernández. Ernesto Samper tampoco asomará. Pero se mantiene el Vaticano, y la novedad, como lo adelantamos: el presidente de República Dominicana, Danilo Medina. Zapatero y Medina llevarán la agenda, por decirlo de alguna manera. Y a esto responde la declaración del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, respaldando la iniciativa del exmandatario de España y del jefe de gobierno de República Dominicana.
Nicolás Maduro también respondió. Falta que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) oficialice, aunque los primeros encuentros ya se dieron, y también los primeros gestos desde el Palacio de Miraflores. Fuentes gubernamentales dejaron filtrar que representantes de la MUD arribarían este miércoles a Santo Domingo. En los contactos previos estuvo involucrado, por el régimen de Maduro, el canciller Jorge Arreaza. No es casual, entonces, su encuentro en París con el canciller de Francia, Jean-Yves Le Drian, y la declaración de este apoyando la negociación.
La declaración de la ONU es tajante: “El secretario general anima a los actores políticos de Venezuela a aprovechar la oportunidad de demostrar su compromiso en abordar los problemas del país a través de la mediación y de forma pacífica”. Maduro señaló que “confío mi palabra y representación del Gobierno en el doctor Jorge Rodríguez, quien viajará en las próximas horas a República Dominicana para continuar los esfuerzos del diálogo”.
No ha sido fácil el proceso venezolano. No es el caso de Cuba. No es el caso de las FARC y el Gobierno de Colombia. El Vaticano, sin embargo, quiere resultados en Caracas
Esto significa que repite Jorge Rodríguez como negociador por parte del régimen, lo cual es una ventaja porque no implica un comenzar de cero. El alcalde de Caracas ya estuvo en las mesas de 2016 y julio de 2017. Dos experiencias fallidas.
El más abierto en el anuncio de este nuevo proceso fue el canciller francés Jean-Yves Le Drian, quien luego de reunirse este martes en París con Jorge Arreaza, dijo: “Estoy feliz de conocer que el diálogo con la oposición se retomará mañana en la República Dominicana bajo la égida del presidente dominicano, Danilo Medina, y el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero”. Se supone que la reunión entre ambos cancilleres no estaba pautada. Pero el ministro francés la calificó de “franca y productiva”. Al parecer, también fue directa, pues el funcionario francés declaró que le había recordado a Arreaza “el riesgo de sanciones europeas y la necesidad de que el Gobierno de Venezuela dé muy rápido señales concretas de su voluntad de relanzar las negociaciones con la oposición, en el marco de una iniciativa que sea sincera y creíble”. Estas palabras son clave. El régimen de Maduro anda en horas bajas en cuanto a credibilidad se refiere.
Puntos claros los del canciller de Francia. Como claro también el llamado del Papa Francisco en su viaje a Colombia y desde el avión que lo conducía de vuelta a Roma. El Papa no se rinde e insiste en el diálogo a pesar de que la Iglesia venezolana lo observa casi como un imposible en virtud del giro dictatorial del gobierno de Nicolás Maduro. Lo que sí resalta es que el Papa ha entendido que para alcanzar resultados había que involucrar factores de peso. No ha sido fácil el proceso venezolano. No es el caso de Cuba. No es el caso de las FARC y el Gobierno de Colombia. El Vaticano, sin embargo, quiere resultados en Caracas.
De allí entonces la declaración de Francia, de allí la incorporación del presidente Medina, de allí los contactos del secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, con el presidente Vladimir Putin, de allí el manifiesto de la ONU, aunque el secretario general, Guterres, nunca ha dejado de estar al tanto de la situación. En esta nueva etapa, tanto La Habana como Madrid, Bogotá y la Casa Blanca siguen empujando. Como dijo una fuente: Cada cual cumple su rol.
Hay que destacar el rol de Zapatero que ha logrado armar otra vez la mesa, pese al fallido diálogo de diciembre y pese al fracaso de la negociación en julio pasado
Y hablando de rol, hay que destacar el de Zapatero que ha logrado armar otra vez la mesa, pese al fallido diálogo de diciembre y pese al fracaso de la negociación en julio pasado, y pese a los ataques desde sectores de la oposición y pese a que en algún momento Maduro objetó que revelara aspectos de la última ronda.
Se recordará que el 29 de julio, Zapatero apuntó en un comunicado lo que estaba en la mesa de negociación: “La fijación de un cronograma electoral con fechas precisas para elecciones a las alcaldías y presidenciales; Avanzar de manera urgente en la Comisión de la Verdad para tomar medidas amplias e inmediatas sobre liberaciones de presos; Acordar de manera asimismo urgente, el procedimiento para poner fin al desacato de la Asamblea Nacional; Fijar nuevas reglas y garantías para que la Asamblea Constituyente se comprometa de forma inequívoca con el respeto a los principios de la República, a los poderes constitucionales y al sufragio universal como fuente exclusiva de legitimación del poder; y asumir el compromiso de compartir la aprobación inmediata de medidas económicas y sociales, apelando también para ello a la colaboración externa”.
También apuntó que “El proceso de concertación debería conducirse a través de la conformación de un Grupo con presencia junto a Gobierno y Oposición de países amigos y acompañantes, y adoptándose las garantías oportunas para su cumplimiento”.
En el texto, sentenció: “Pido, pues, que se pase de la dinámica de acumular fuerzas a la de hacer esfuerzos decididos de negociación”. Y dejó asentado que “El primer responsable es el Gobierno, a él apelo para que la facilite con nuevos gestos, aunque sin la voluntad y la determinación de la Oposición nada será posible”.
La respuesta de Maduro no se hizo esperar. Tachó el comunicado de “inconsulto”, pidiéndole a Zapatero rectificación. “Sacó un comunicado de manera inconsulta, no consultó al Gobierno soberano de Venezuela sobre el comunicado que sacó. Informando asuntos que hasta el día de hoy habíamos considerado necesario mantener en resguardo”.
Zapatero nunca rectificó. Pero se pasó la página porque antes de un mes, el expresidente volvía a reunirse con Maduro en el Palacio de Miraflores. Entonces, ya habían parado las protestas que dejaron más de 100 muertos. Entonces ya se había instalado la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente. Y entonces, ya la MUD había decidido participar en las elecciones regionales y se preparaba para los comicios internos (primarias) de escoger candidatos, realizados con éxito este fin de semana.
¿Cumplirá esta vez Maduro?
Este ambiente parece ser otro. El escenario es de dos sectores que siguen en pugna pero sin que ninguno pueda borrar al otro del mapa. Imposible. La oposición no pudo sacar a Maduro del poder en 2016 ni en 2017 por las distintas vías que se propuso. Tampoco logró impedir que Maduro impusiera la Asamblea Nacional Constituyente, hoy constituida en suprapoder. Aun así, la oposición sigue siendo mayoría. Así lo dictan las encuestas. De la política de calle se ha pasado ahora a la política electoral pese al ventajismo del régimen. Lo electoral, de todas maneras, ha sido un punto clave en las rondas de negociaciones. Así lo revela la agenda Zapatero.
Mientras, la crisis del país se profundiza. El régimen prometió que con la Constituyente llegaban las soluciones y aún no hay un plan económico que así lo indique. De modo que Maduro se ha puesto una camisa de fuerza que lo obliga a soluciones cuando en realidad no cuenta con recursos ni mecanismos. ¿Y por qué? Porque el régimen necesita de la Asamblea Nacional controlada por la oposición para romper el aislamiento y el cerco financiero internacional. América Latina y Europa, Estados Unidos y Canadá, han sido tajantes en el rechazo a la Constituyente y a todo acto que emane de ella. La comunidad internacional apoya a la Asamblea Nacional e insiste en una salida electoral y negociada a la crisis. Lo mismo solicita el Vaticano. El Papa observa que la situación es difícil, y ha pedido que la ONU se involucre más en la situación. Todo indica que las potencias también quieren hacerlo. Ya Estados Unidos decretó sanciones. Y como advirtió el canciller francés, Europa puede responder en consecuencia.
Maduro ha empeñado su palabra. La primera vez le quedó mal al Papa. No le cumplió. ¿Repetirá la historia?
De modo que esta vez la negociación parte bajo otras condiciones. Las dos partes se necesitan. La oposición, si quiere alcanzar el poder, está obligada a negociar y sacarle al régimen el cronograma electoral para derrotarlo en elecciones, primero en las regionales que serán el 15 de octubre y después en las presidenciales. La protesta es una vía que no funcionó. No con un régimen como el de Maduro, con los instrumentos de una dictadura, que prefirió un inventario de muertos, heridos, presos políticos y más éxodo de venezolanos al exterior, antes que ceder un milímetro de espacios de control y mando. De poder. Por lo pronto, la oposición ha dicho que “La invitación del presidente Danilo Medina NO representa el inicio de un diálogo formal con el Gobierno. El tiempo de gestos simbólicos se ha terminado. Para entrar en una negociación seria, exigimos acciones inmediatas que demuestren verdadera disposición a resolver los problemas nacionales y no para ganar tiempo”.
El régimen, por su parte, necesita el reconocimiento internacional y necesita levantar la economía, abatir la inflación, la escasez y la inseguridad para llegar en mejores condiciones que las de ahora a las elecciones presidenciales de 2018. Si no hay negociaciones no hay garantías de gobernabilidad ni ruta electoral y tampoco transición y alternabilidad del poder en paz. Zapatero ha insistido en un clima propicio para el reencuentro y la reconciliación. Y esto se consigue negociando.
Lo que el Papa solicitaba en el pasado, “garantías” para que la negociación llegue a pactos, en esta ocasión puede darse por la posición vigilante de los países y las organizaciones que han entrado a apoyar la iniciativa del expresidente Zapatero y del presidente Medina. Maduro ha empeñado su palabra. La primera vez le quedó mal al Papa. No le cumplió. ¿Repetirá la historia?