Redacción (KonZapata).- La presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodríguez, utiliza las sanciones aplicadas por EEUU como excusa para justificar la nueva oleada de escasez e inflación que ya se siente en Venezuela.
A tono con lo que ha sido su trayectoria pública, la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Delcy Rodríguez, reinterpretó las medidas dictadas por Estados Unidos para justificar la nueva oleada de escasez y de inflación que comienza a sentirse en el país, y de la que llevan meses advirtiendo diversos sectores de la vida nacional ante el rumbo que de las políticas económicas del Gobierno. Un año atrás, Rodríguez hacía todo lo contrario, desestimando la crisis y negando la ayuda internacional para paliar la falta de alimentos y medicinas.
Rodríguez, en concordancia con la línea de discurso que el chavismo intenta colocar ante el mundo, afirma ahora que las sanciones de EEUU contra el régimen de Nicolás Maduro son realmente lanzadas en contra de la población y que impiden algo tan cotidiano como pagar el flujo de mercaderías al país.
Vale destacar que las sanciones lanzadas el viernes por la Casa Blanca prohíben todas las transacciones con bonos de deuda de Venezuela y de la petrolera estatal, PDVSA, emitidos después del 25 de agosto. Sin embargo, fijan claramente unos parámetros para impedir un bloqueo al financiamiento comercial de PDVSA o de la importación y exportación de petróleo.
De hecho, esta prohibición a las transacciones en EEUU de deuda nueva venezolana establece claramente que se refiere a aquella con vencimiento superior a 90 días en el caso de PDVSA y superior a 30 días en el de la República. Es decir, que no se ha cerrado el flujo de recursos con el cual atender el comercio, que sí está afectado por la estrechez de recursos que padece Venezuela.
Este es un hecho que viene profundizándose desde 2013 y generando señales de alarma a nivel internacional debido al deterioro en los ingresos de la nación. Esto se debe en buena medida al menor bombeo de PDVSA, a que una mayor porción de las exportaciones de crudo está comprometida en atender la diplomacia energética del Gobierno y en los pagos de asistencias financieras de Rusia, y al peso sobre las cuentas del sobreendeudamiento generado durante la gestión del chavismo en el poder.
Los hechos no suelen verse reflejados en las palabras de Rodríguez. A su juicio, la crisis humanitaria no existía hasta el pasado viernes
De acuerdo con cálculos del diputado y exgerente de Estudios del Banco Central de Venezuela, José Guerra, en 1998 (año en que Hugo Chávez ganó las primeras elecciones) la deuda total de la nación, incluyendo la de PDVSA, era de 31.548 millones de dólares (26.435 millones de euros). En 2016, el monto había escalado a 146.525 millones de dólares (122.778 millones de euros). En ese mismo período la producción petrolera cayó de 3,49 millones de barriles por día a 2,95 millones de barriles diarios.
La conjunción de menores ingresos con el período de concentración de altos pagos de deuda provocó una menor disponibilidad de recursos, ante lo cual el propio Gobierno decidió recortar drásticamente las importaciones y restringir divisas para insumos clave de áreas estratégicas como alimentos y medicinas, a fin de cumplir con el cronograma de compromisos de deuda externa.
Entre 2012 y 2016, las importaciones reportaron una caída de 57%. El año pasado sólo se registraron importaciones por 17.800 millones de dólares (14.915 millones de euros), equivalentes a unos 600 dólares por habitante, lo que ya evidencia la precariedad de la situación. En 2017, según la consultora ODH, si el precio promedio del barril se mantiene en alrededor 40 dólares y la actitud del Ejecutivo de pagar deuda “como sea” sigue siendo la norma, “podríamos esperar que las importaciones este año cierren en alrededor de 15.000 millones de dólares (12.568 millones de euros). Es decir, con una caída de 16% comparado con el cierre de 2016”.
Esta disminución en las importaciones limita la dotación de materias primas y otros insumos al sector productivo, lo que hace que la economía transite por su cuarto año consecutivo de contracción. Estimaciones de la firma ODH indican que en el primer semestre de 2017 la producción de alimentos habría experimentado una reducción superior a 20% y la importación, una caída mayor de 40%.
Faltan recursos para lo básico, pero no para los militares
En este cuadro de estrechez de ingresos, el Gobierno también decidió desatender obligaciones con proveedores internacionales y otros sectores. Es por ello que desde hace meses son frecuentes las informaciones sobre buques en espera de poder surtir a PDVSA con hidrocarburos importados de EEUU por falta de pago por parte de la estatal petrolera o de acciones drásticas para presionar a la nación a cumplir sus obligaciones financieras, como el embargo de un carguero con crudo venezolano por parte de la empresa rusa Sovcomflot.
Asimismo, se cuentan los 3.800 millones de dólares (3.184 millones de euros) retenidos a las aerolíneas internacionales y las deudas millonarias que el país mantiene por concepto de estatizaciones y expropiaciones registradas en más de una década.
En este sentido, destaca el caso de la minera canadiense Crystallex. En 2016 ganó una demanda contra Venezuela ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), un organismo dependiente del Banco Mundial, pero no ha podido concretar el pago de la indemnización. Por ello, emprendió otras acciones legales para tratar de cobrar, incluso tratando de bloquear activos de PDVSA.
En 2016, en un 32,5% de los hogares venezolanos comían dos veces o menos al día
La semana pasada, un tribunal de EEUU falló a favor de la minera y embargó 1.202 millones de dólares (1.007 millones de euros) que la República presuntamente mantenía depositados en el Banco Nueva York Mellow.
Este caso puso en evidencia que, aun con la crisis de ingresos y con los severos problemas para atender las necesidades prioritarias de la población, el Gobierno tenía un importante cúmulo de recursos para costear la reparación de unos buques del Ministerio de la Defensa a manos de la empresa Northrup Grumman Ship Sys., Inc. Este monto supera la porción de reservas internacionales líquidas de las que dispone la nación y casi es equivalente al monto que por concepto de deuda deben pagar la República y PDVSA en octubre.
El discurso de la negación
Los hechos no suelen verse reflejados en las palabras de Rodríguez. De hecho, según sus discursos, la crisis humanitaria no existía en el país sino hasta el pasado viernes, cuando Donald Trump firmó el decreto con restricciones sobre las operaciones con deuda venezolana en EEUU.
Aunque la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) mostraba que en 2016 en un 32,5% de los hogares comían dos veces o menos al día y a pesar de que los analistas calculaban que la escasez de algunos rubros básicos rondaba el 80%, Rodríguez, en plenas funciones como canciller, le aseguraba al mundo que la idea de que los anaqueles de los supermercados estaban vacíos era parte de la “infamia” de los medios de comunicación. De hecho, ante el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) lanzó la histórica frase de que “Venezuela ha importado alimentos para alimentar a tres países del tamaño del nuestro”.
De esta manera, la entonces ministra de Relaciones Exteriores iba de gira internacional asegurando que eran falsos todos los señalamientos acerca de la escasez de alimentos y de medicinas, descartando además que los venezolanos estuvieran afectados por esta situación, en línea con la negativa del Gobierno de permitir cualquier tipo de ayuda foránea que permitiera atender las necesidades de la población.
Entre otros casos destaca el de Cáritas, que denunció las dificultades impuestas por las autoridades para brindar ayuda al país. Ahora Rodríguez, cuando las circunstancias políticas se lo demandan, clama por respaldo internacional ante el “bloqueo”.