Leopoldo Martínez Nucete (ALN).- Putin apostó a la victoria de Trump porque con ello devalúa la Presidencia de los EEUU y socava sus instituciones. De hecho, las maniobras del mandatario ruso en redes sociales fomentaron la división en la sociedad americana. Obviamente, Putin sabe mucho del excéntrico magnate devenido en presidente. Y lo que persigue con Trump es debilitar la contención democrática en el hemisferio occidental.
Hace unas semanas, Donald Trump promovió profundos desencuentros comerciales con las economías aliadas del G8, luego de instalar una dinámica de “guerra arancelaria” con México y Canadá, los dos principales socios de los EEUU. Y esta semana, logró el mismo efecto desconcertante en las reuniones de la OTAN en Londres, socavando con ello la cohesión de una de las instituciones fundamentales para la seguridad global.
No contento con ello, Trump salió de allí a reunirse con Vladímir Putin, en un formato y con un tono que el prestigioso analista John King definió como “La rendición de Helsinski”. Mientras, el exdirector de la CIA John Brennan consideró una conducta rayana en la “traición” y que excede el estándar de “altos crímenes o faltas en ejercicio del poder”, que daría pie al impeachment (proceso de destitución) del presidente, bajo la Constitución de los EEUU.
Su razonamiento es claro, sencillo y contundente: Trump se reúne con Putin en clave “empática y con halagos”, en un momento en el que el Fiscal Especial Robert Mueller, del Departamento de Justicia de los EEUU, ha emitido cargos y órdenes de aprehensión contra 12 oficiales diplomáticos y militares del gobierno ruso por hackear la plataforma informática del Partido Demócrata con el propósito de sustraer y divulgar información privada, para producir una “disrupción” en las elecciones presidenciales del 2016, entre muchas otras inadmisibles violaciones de la soberanía de los EEUU.
Un resultado electoral en noviembre favorable a los demócratas puede ser detonante de un calvario para Trump
Como agravante, en esa reunión ataca la integridad de los órganos de justicia e inteligencia del gobierno de los EEUU en una oblicua maniobra para congraciarse con el agresor de la soberanía de su país. Ya de vuelta en EEUU, Trump se ha visto obligado a aclarar lo que declaró, pero como suele ocurrir, más bien oscureció las cosas.
Hay quienes piensan que Trump es rehén de intereses rusos. Es posible que haya inconfesables vínculos de negocios entre su organización y fortunas legitimadas por miembros de la corrupción que impera en las élites rusas vinculadas al poder de Putin. Y es obvio que ya está comprobada la espuria intervención rusa en las elecciones presidenciales del 2016, con indicios de cohecho entre los operadores rusos y la campaña de Trump (algunos ya han admitido culpabilidad), faltando por determinar hasta dónde llegan esas responsabilidades.
Siempre he pensado que Putin apostó por Trump porque con ello devalúa la Presidencia de los EEUU y socava sus instituciones. De hecho, sus maniobras en redes sociales fomentaron la división y polarización cada vez más difícil de solventar entre distintos grupos de la diversa sociedad americana. Y, naturalmente, un tipo como Trump encarna el rol de “demoledor” de la arquitectura y fundaciones de la potente alianza trasatlántica, tanto en lo comercial y económico, como en materia de seguridad, sin ningún costo para los rusos.
Ese escenario, tan gráfico como un elefante dentro de una cristalería, es la principal apuesta de Putin al favorecer a Trump. Obviamente, Putin sabe mucho del excéntrico magnate devenido en presidente. Las investigaciones revelan que el hackeo que se hizo al Partido Demócrata y figuras emblemáticas de la campaña de Hillary Clinton, ocurrió al Partido Republicano y a la campaña de Trump, quizás a sus propias cuentas personales y de sus empresas.
Los socios rusos que presuntamente han invertido o financiado a Trump como empresario, también saben mucho de él. Y toda esa información está a disposición de Putin, a quien no se le acredita un exceso de escrúpulos, precisamente. De allí, la “sumisión”. Del resto se encarga la excentricidad y falta de coherencia de Trump, que lo lleva a debilitar la relación trasatlántica sin que Putin dispare un tiro.
Es obvio que lo que Putin hizo en EEUU, y a lo que apunta con Trump, es parte de un modelo orientado a fortalecer a Rusia debilitando la contención democrática del hemisferio occidental. Hay indicios de que Brexit, el llamado “proceso catalán” en España, la polarización en Italia, así como el resurgimiento de los populismos extremistas de movimientos que cabalgan sobre la ansiedad de la población frente a los movimientos migratorios y otros problemas de orden social o económico, tiene mucho que ver con esta forma de guerra cibernética y operación en redes sociales con sello ruso.
Un tonto útil
No es que los fenómenos o problemas subyacentes que originan esas tendencias no existan, es su explotación -llevando a la sociedad a un grado de desencuentro sin piso común para encontrar soluciones razonables- lo que redunda en el debilitamiento de las instituciones democráticas al que apunta Putin. Es decir, se trata de una estrategia que va más allá de Trump, pero que cuenta con la torpeza de este como un activo crucial, en la misma forma que se cuenta con un tonto útil.
Los socios rusos que presuntamente han invertido o financiado a Trump como empresario, saben mucho de él
Es un gran desafío. Y ya comienza a despertar reacciones mejor pensadas en muchos líderes fundamentales del Partido Republicano. Es el caso del senador republicano por Tennessee, Bob Corker, quien difundió un explícito mensaje en Twitter, donde decía: “La presa finalmente se está rompiendo. Afortunadamente”.
A medida que el presidente grava a los estadounidenses con aranceles, ahuyenta a los aliados de EEUU y fortalece aún más a Putin. Es hora de que el Congreso respalde y retome las competencias. Tenemos legislación para ello. Vamos a votar.
Un resultado electoral en noviembre favorable a los demócratas, o que cierre el cuadro parlamentario, puede ser el detonante de un calvario para Trump. Y por muy buenas razones. El elefante podría verse en el centro de un corro de cristales… en filosos fragmentos que lo apuntan e inmovilizan.