Daniel Gómez (ALN).- Para Michael Wolff, autor de Fuego y furia, el presidente de los EEUU, Donald Trump, es, entre otros términos, “un muro”. No deja de ser una gran metáfora. El muro en la frontera con México es una de sus promesas más icónicas. Muro también como imagen de soledad, la que encarna el mandatario en la obra de Wolff.
El periodista Michael Wolff maneja muchos calificativos para definir al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. “Payaso, tonto y estúpido” fueron algunos de los que empleó este lunes en la presentación del libro Fuego y furia en la Casa de América de Madrid. Sin embargo, usó un término hasta ahora inédito.
“No puede hacer nada porque no sabe hacer nada. Es un muro. Un hombre que vive en su propia realidad. Es difícil que la información vaya en el otro sentido. Para sus asesores es muy difícil enviarle información porque no lee y tampoco escucha”, aseguró.
Que Wolff, de 64 años, defina a Trump como “un muro” no deja de ser una gran metáfora. El muro es una de sus promesas más icónicas, el gran muro que prometió construir en la frontera con México. Muro también como imagen de soledad y aislamiento. Del aislacionismo de sus políticas, y de la soledad que encarna el propio mandatario.
De las palabras del escritor se desprende que Trump es un hombre solitario. Y prueba de ello es que las figuras más fuertes de su Ejecutivo sean, en palabras de Wolff, un mecanógrafo y una asesora de imagen.
“Las dos personas que asesoran este gobierno son Hope Hicks, de 29 años, quien antes de la campaña era una especie de relacionista pública en el mundo de la moda. Y luego está Steven Miller, más conocido como el mecanógrafo de Steve Bannon”, apuntó.
“Trump no está capacitado para desempeñar las funciones que atribuimos al presidente de los EEUU”
Este último, Steve Bannon, es una figura muy importante en la argumentación de Wolff. Bannon fue despedido por la Presidencia en agosto de 2017. Este publicista republicano fue el asesor de campaña de Trump y más tarde consejero y asesor del presidente.
“Steve era el cerebro y Trump la imagen de la campaña. Era una relación que funcionaba. La verdad era que Steve había sido responsable de la victoria. Era la verdad, pero eso no se lo puedes decir a Donald Trump”, apuntó Wolff.
Este paso al frente de Bannon no gustó a Trump. Se sintió eclipsado y por eso decidió prescindir del “cerebro” que lo llevó hacia la Presidencia. “Sin Steve, una de las cosas que han quedado patentes es que el liderazgo de los republicanos se ha hecho con Trump. Un ejemplo es la reforma fiscal. Este es un logro de los republicanos tradicionales”.
Wolff quiso elogiar a Trump
Wolff, quien conversó en la Casa de América de Madrid con el editor de política de la agencia Bloomberg, Ben Sills, reveló que la intención del libro era totalmente contraria a lo que terminó siendo.
“Empecé con la mente abierta. Iba a escribir un libro contrario. Un libro en el que Trump fuese una figura política única. Pero ocurrió algo extraordinario. Experimentaba cómo mes tras mes personas más cercanas al presidente pasaban por una especie de transición: convicción, desilusión, incredulidad y, por último, una conclusión: que aquí teníamos a un hombre que está incapacitado para desempeñar las funciones que atribuimos al presidente de Estados Unidos”.
Publicado el 5 de enero, en poco más de un mes Fuego y furia ha vendido dos millones de ejemplares, en parte promocionado por el propio Trump, quien trató de prohibir la publicación del libro. Este lunes fue presentada en España la primera edición del libro en español por parte de Ediciones Península.
En el tiempo que pasó en la Casa Blanca, Wolff experimentó un fenómeno extraño. Y es que, desde que el magnate es presidente, parece que el tiempo se mide de otra forma. Cuando no llevaba ni un mes en la Presidencia, ya había gente que decía que la intensidad de esos primeros 30 días parecía todo un año.
Wolff también sufrió ese revés temporal. Desconcertado, primero tuvo que multiplicar por dos el número de días que iba a estar en la Casa Blanca. 100, una medida típica para valorar un mandato, no le parecían oportunos. Entonces pasó 200 en las entrañas de la residencia presidencial. Ahí fue cuando se dio cuenta de que Trump se estaba quedando solo.
“Las renuncias en un gobierno son normales al terminar una legislatura. No a los seis meses. He vivido un éxodo increíble”. Y aunque suene desalentador, esto para Wolff tiene una lectura positiva: “Trump no puede hacer nada. Se ve controlado porque no puede expresar sus impulsos a través de una de las burocracias más complicadas del mundo”. Y concluyó: “Por suerte no veremos un segundo mandato de este presidente”.