Pedro Benítez (ALN).- De los 2,4 millones de personas subalimentadas en América del Sur, 1,3 millones son venezolanos. La crisis del país está retrasando la tendencia de la región a suprimir definitivamente la pobreza extrema.
En una entrevista difundida este fin de semana en Venezuela por el diario TalCual el exministro de Planificación de este país Ricardo Hausmann presenta unas conclusiones desoladoras: “En Venezuela no tenemos las proteínas, ni las calorías, ni las medicinas para mantener a 30 millones de personas. De hecho, el año pasado en una encuesta se encontró que más del 70% de los venezolanos había perdido ocho kilos de peso involuntariamente”.
La catástrofe humana que acontece en este país sólo tiene precedentes en la Cuba del Periodo Especial (1991-1999), con una particularidad acotada por el propio Hausmann: en esa isla caribeña no ocurrió entonces un colapso de la moneda, cosa que sí está pasando en estos momentos en Venezuela.
Sin embargo, la comparación entre los dos países no es casual, pues sus respectivos gobiernos llevan años exhibiéndose como los paladines de la antiglobalización capitalista, intentando en la práctica llevar hasta las últimas consecuencias su prédica. Exactamente lo contrario de lo que viene haciendo el resto de los países latinoamericanos, incluyendo aliados políticos claves de esos regímenes como Nicaragua y Bolivia, ejemplos de la globalización al estilo chino, con apertura al libre mercado pero creciente autoritarismo en lo político.
“En Venezuela no tenemos las proteínas, ni las calorías, ni las medicinas para mantener a 30 millones de personas”, dice Hausmann
Hasta ahora Raúl Castro y Nicolás Maduro han sido más ortodoxos y consecuentes en su desconfianza a las fuerzas del mercado y a los empresarios privados. En nombre del socialismo han defendido a capa y espada los controles al movimiento de capitales, de los precios y de las ganancias, mientras mantienen amplísimos sectores productivos bajo un rígido control estatal, por lo general (en los dos casos) en manos de jefes militares.
En líneas generales han hecho exactamente lo que activistas y teóricos de la izquierda anticapitalista como Noam Chomsky han recomendado hacer, al intentar mantener a sus países al margen de la globalización.
Así por ejemplo, en noviembre de 2005 en la IV Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata, los expresidentes Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva organizaron un frente común para detener la propuesta de George W. Bush de crear una zona de libre comercio para todo el continente americano, que no incluiría a Cuba.
A continuación el subcontinente se dividió entre aquellos que por su cuenta firmaron acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y otros países del mundo y los que no lo hicieron. Han pasado los años y una evaluación de los resultados indica que a los países latinoamericanos que tienen tratados de libre comercio (México, Colombia, Perú, Chile, Nicaragua) les ha ido mejor que a aquellos que no los tienen (Venezuela, Brasil y Argentina). Basta con revisar las cifras de crecimiento económico, empleo e inflación de los últimos años y compararlas.
La pobreza disminuye en América Latina
Esto no es coincidencia, puesto que contrariando afirmaciones realizadas por personajes como Chomsky, el hambre, la mortalidad infantil y la desigualdad han venido disminuyendo drásticamente en las últimas décadas en extensas regiones de Asia, América Latina e incluso en algunos países de África, mientras que los niveles y la esperanza de vida han aumentado rápidamente gracias al desarrollo económico y tecnológico que la globalización ha contribuido a difundir.
Venezuela y Cuba se han quedado por fuera de ese proceso y hoy podemos ver las dramáticas consecuencias. Según la nutricionista y especialista en gestión de la seguridad alimentaria Susana Raffalli, de los 2,4 millones de personas subalimentadas en América del Sur, 1,3 millones son venezolanos. La crisis del país está retrasando la tendencia de la región a suprimir definitivamente la pobreza extrema y, tal como hace pocos días lo afirmara el presidente Juan Manuel Santos, amenaza con convertirse en una ola migratoria masiva hacia Colombia.
Dos países han llevado recientemente hasta las últimas consecuencias las políticas antiglobalización: Cuba y Venezuela
Este recuento tiene un aspecto políticamente siniestro, si se toman en cuenta las auténticas razones por las cuales Venezuela está en esta situación.
Hace una década el expresidente Chávez anunció públicamente su campaña contra los empresarios, a los que acusó de financiar a sus adversarios. En eso tenía razón. Un sector privado próspero e independiente del Estado benefactor siempre será una amenaza al gobernante de turno. Eso el exmandatario lo intuyó perfectamente. Por lo tanto empezó una cruzada de nacionalizaciones y expropiaciones, manteniendo el control de cambios contra viento y marea, no por razones económicas, sino políticas. Exactamente la misma razón por la cual nunca avanzaron las reformas anunciadas por Raúl Castro en 2009 en Cuba.
El fin de la historia no ha llegado; en cambio se está demostrando que sí hay alternativas a la economía de mercado y la democracia liberal: el hambre y la tiranía.