Rafael Alba (ALN).- El artista madrileño C. Tangana ha cimentado su fama en las polémicas públicas, las canciones impactantes y un olfato espectacular para encontrar espacio en los medios de comunicación. Los duetos con Rosalía y Becky G y la capacidad de agitar las redes sociales le han ayudado a encontrar el camino del éxito.
Imaginen. Hay días en que te lo juegas todo y puestas en escena que conviene cuidar hasta el más mínimo detalle. Periodos de tres minutos (y pico) que requieren una planificación perfecta. Todo lo que haga falta para conseguir el impacto deseado en el público. Citas decisivas. Momentos cruciales con vocación histórica. Así suele ser siempre la primera aparición en un programa de máxima audiencia de una cadena nacional de un artista revoltoso -¿o revolucionario?- con intenciones de subvertir el orden establecido y poner patas arriba las jerarquías del mainstream. Lo que hizo Elvis Presley en el Ed Sullivan Show en septiembre de 1956 (Elvis the Pelvis). Un blanco con voz de negro y un movimiento de caderas simplemente… ¡¡¡obsceno!!! O lo que hizo Ramoncín, con el ojo derecho rodeado por un insinuante y amenazador rombo de color negro, frente a una arrobada Mercedes Milá y una estupefacta Isabel Tenaille en el programa Dos por Dos de la primera cadena de TVE en abril de 1978. O, claro que sí, lo que hizo Antón Álvarez Alfaro, más conocido como C. Tangana, en la novena gala de la última edición de Operación Triunfo (OT). Hace muy poco. En noviembre de 2018.
Bravo Tangana. Buen trabajo. Ya estás a la altura de tus mitos. Llámenlo provocación. O gusto por la polémica. Se trata de llevar la irreverencia hasta la cota máxima permitida por las líneas rojas de los programadores. Buscar la tensión. Esas son y han sido siempre las claves fundamentales del éxito en el pop
Sé que saben a lo que me refiero porque si no lo vieron en directo, seguro que han podido capturar ese impagable momento en YouTube. La comedia se convirtió en viral con todos los honores. Allí, colándose en todos los hogares hispanos con pobladores millennials, estaba él, C. Tangana. Sujetaba en las manos un vaso que contenía un líquido ambarino. ¿Whisky quizá? Vestía como un émulo moderno de un bolerista mexicano de la época de Xavier Cugat. Y entonó Veneno, una pieza perturbadora de aire latino acompañado a la guitarra, coros y jaleos por El Niño de Elche, otro que tal baila, y un percusionista profesional y preciso. Tangana interpretó una letra irónica sobre el efecto del desamor en los deseos voraces de popularidad mediática y la hipocresía de los aduladores que rodean a las estrellas. Lo hizo bien. Usó toda la toxicidad gestual disponible. Todos los recursos a su alcance. Pero la representación no terminó a la vez que la canción. Luego, el artista concluyó su performance dejando con la palabra en la boca a Roberto Leal, el amable presentador del programa que interpretó a la perfección el papel que el cantante le había asignado en una comedia guionizada al milímetro y despidió la actuación de la estrella invitada con un lacónico “Hasta luego Maricarmen”. Pura gasolina para unas redes sociales siempre al borde del incendio.
Y por si alguien lo dudaba, allí estuvo para confirmar todas las sospechas de premeditación y alevosía, esa píldora colgada en el Instagram del cantante para el solaz de sus 599.000 seguidores. En ella, el rapero (o trapero, o ninguna de las dos cosas) se reía a mandíbula batiente. (¡¡¡Ja, ja, ja!!!). Bravo Tangana. Buen trabajo. Ya estás a la altura de tus mitos. Llámenlo provocación. O gusto por la polémica. Se trata de llevar la irreverencia hasta la cota máxima permitida por las líneas rojas de los programadores. Buscar la tensión. ¿Explotar el postureo? Claro. Por qué no. Esas son y han sido siempre las claves fundamentales del éxito en el pop. Ahora y antes. La música que acompaña el devenir de las turbas juveniles sirve siempre como banda sonora de una película donde los malotes triunfan. Y los ídolos del público post-adolescente son conscientes de que este les adora porque les considera capaces de desafiar al sistema.
Pablo Iglesias y Los Chikos del Maíz
Aunque estos gestos, estos brindis al sol, tengan, en realidad, muy poco recorrido. Porque la actualidad, como Saturno, devora rápidamente a sus hijos más queridos. Y más aún en un momento en el que la proliferación de las pantallas disponibles abona las distracciones. Todo se desvanece muy rápido, desde luego. Pero el artista que supo encender la llama alguna vez, siempre tendrá otros recursos para seguir en la brecha. Como, por ejemplo, la explotación perenne de su repertorio y su marca en los rentables mercados de la nostalgia. Y C. Tangana se ha colocado por derecho propio en ese lugar sólo reservado a los tipos cuyas canciones y cuya actitud marcan una época. Porque todo esto empezó hace mucho tiempo y ha trabajado muy duro desde el principio para llegar hasta ahí. Nadie parece concederle ahora el crédito que merece, pero él fue el primero en darle una oportunidad a Rosalía cuando le concedió el protagonismo compartido del tema Antes de morirme, cuyo video, publicado en 2016, acumula ya 38,5 millones de visualizaciones. Entonces ella, La Rusa, como al parecer se la conoce en los ambientes de la música urbana, no era nadie. O casi nadie. Y nuestro protagonista, líder del colectivo Agorazein, ya llenaba salas con capacidad para unos cuantos miles de espectadores. Ahora las cosas han cambiado y ella parece haber tomado la delantera gracias a la repercusión de El mal querer, un disco multilaureado.
Todo esto empezó hace mucho tiempo y ha trabajado muy duro desde el principio para llegar hasta ahí. Nadie parece concederle ahora el crédito que merece, pero él fue el primero en darle una oportunidad a Rosalía cuando le concedió el protagonismo compartido del tema Antes de morirme
Pero no deberíamos olvidar que C. Tangana ha participado en la composición de casi todas las canciones de ese álbum. Así que el éxito de su antigua partenaire también le pertenece. Admitámoslo. El mainstream es él. Como el Estado francés era Luis XV. Aunque, magnánimo como es, a veces, acepta compartir los focos y los méritos con compinches y rivales como Dellafuente y Yung Beef. Pero ninguno tiene el olfato mediático de nuestro protagonista. Un tipo capaz de acrecentar su fama declarándose en una canción a Carlota Cosials, la vocalista de las Hinds, uno de los primeros grupos madrileños en asaltar la fama internacional con su pop cantado en inglés, fresco y de fácil asimilación. Una provocación para las huestes del indie, y para sus propios seguidores, a quienes antes ya había acostumbrado a sus constantes batallas con los raperos más clásicos y comprometidos que le criticaban el romanticismo exacerbado y el culto a la personalidad de unos textos que giraban siempre alrededor de su ego.
En esos tiempos iniciales los entendidos aseguraban que la música de C. Tangana era una copia sin mérito alguno de la que realizaba con gran éxito internacional el canadiense Drake. Un artista que le había inspirado algunos temas y a quien el madrileño no tuvo problema en declarar admiración. Entre sus múltiples polémicas y enfrentamientos públicos hubo uno que también iba a contribuir muy especialmente a cimentar su leyenda. El beef (la bronca según la jerga de los nuevos músicos urbanos) con cruce de canciones y de golpes en una algarada callejera que sostuvo con Nega, componente de Los Chikos del Maíz, la banda de rap favorita de Pablo Iglesias, el líder de Podemos que, en ese momento, hace casi tres años, gozaba de su mejor momento de popularidad. En otro golpe de suerte, provocado o no, Tangana consiguió que Iglesias intercambiará un par de tuits con él, cuyo impacto supuso otro empujón para consolidar su, entonces, incipiente popularidad. El cantante había tuiteado: “Tronco @Pablo_Iglesias_ pasa del Nega, llámame 📲” y el político le respondió por la misma vía con un lacónico: “.@c_tangana Disculpa man, somos más de Common que de Drake 😎”. La operación fue un éxito para el cantante. En total unos 9.000 retuits de la época y un montón de atención mediática de primera calidad.
.@c_tangana Disculpa man, somos más de Common que de Drake 😎https://t.co/UiwReswnXj
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 12 de mayo de 2016
El próximo dueto será con Aitana
Pero todas esas polémicas han quedado atrás. En la prehistoria del mito. Lo mismo que su fichaje por Sony, el inmenso cartel situado en la Gran Vía madrileña con el que su nueva discográfica celebró la llegada de la estrella al equipo para promocionar la aparición del álbum digital Ídolo. Un anuncio gigantesco para el que el artista también contó con el patrocinio de Spotify, en el que Tangana aparecía vestido de Loewe bajo la supervisión del estilista Alex Turrión y fotografiado por Javier Ruiz. Hecho un pincel. Pero, siempre atento a lo que su público espera de él, el gran C. Tangana aderezó el desembarco en la multinacional con un par de oportunos desplantes a los correspondientes locutores de radiofórmula y una foto casual en la que parapetado tras una botella de champán francés lanzaba al aire billetes de 100 y 20 dólares con el logotipo de su nuevo sello discográfico detrás. Todo muy emotivo, a la par que elegante, y muy del gusto de la afición de un artista que presume de ser capaz de pactar con el diablo y hacer sólo lo que le place.
Entre sus múltiples polémicas y enfrentamientos públicos hubo uno que también iba a contribuir muy especialmente a cimentar su leyenda. El beef (la bronca según la jerga de los nuevos músicos urbanos) que sostuvo con Nega, componente de Los Chikos del Maíz, la banda de rap favorita de Pablo Iglesias
Aunque esa no era la opinión unánime entonces de las hordas más fundamentalistas del emergente trap español. La nueva música del divo, en especial el single Mala mujer, apuntaba ya ciertas querencias latinas. Pero conservaba el sello inconfundible de las bases fabricadas por Alizzz, el productor barcelonés Cristian Quirante, un gran aliado cuya contribución ha sido decisiva a la hora de que C. Tangana encontrara un sonido único y característico. Claro que también esa etapa ha quedado atrás. Ya antes de que el inesperado éxito de Rosalía lo empañara todo, el madrileño había paseado por Los Ángeles, y preparado el éxito internacional con entrevistas en grandes publicaciones globales como la estadounidense Billboard. Y había encontrado una nueva compañera de canciones con la que atacar la cima de las listas. La mismísima Becky G, ultrafamosa diva latina en la cresta de la ola junto a la que ha protagonizado la canción Booty, un zambombazo cuyo video acumula más de 93 millones de visualizaciones y que consolida la imagen internacional del madrileño que, últimamente, se enfrenta a lo políticamente correcto cultivando una imagen de playboy diletante y fumando puros habanos en las fotos promocionales.
Así que, cuando Tangana preparó cuidadosamente su aparición en OT, de la que hablábamos al principio, ya era un puntal de la industria. Pero le faltaba la confirmación de alternativa. Esas imágenes para la posteridad que encienden la llama de la siguiente generación de ganadores. Dicen que Bruce Springsteen aprendió a tocar la guitarra después de ver a Elvis en el programa de Ed Sullivan. Y que Loquillo se decidió a apostar por el rock después de presenciar la performance de Ramoncín en la tele pública. En algún momento, seguro, conoceremos a alguien que situará el inicio de su vocación en el desplante de C. Tangana al presentador y los participantes del talent show más famoso de la televisión española. Pero antes, nuestro protagonista habrá alimentado aún más la leyenda. Con éxitos y duetos pensados para ganar. El próximo, ya saben, va a unirle a Aitana, otra cantante de moda que acumula seguidores, clicks y visualizaciones, y que es un producto genuino de la factoría de OT. Ambos han desvelado en Instagram que trabajan juntos en una canción. Y la prensa ya nos ha dado algunas pistas sobre ella. Va a ser un tema de estilo urbano, sexy y con un video rompedor. ¿Les suena de algo? Es cierto que todavía los verdaderos número uno de la nueva ola de la música latina están un poco lejos. C. Tangana aún no es tan grande como J. Balvin o Bad Bunny. Ni como Maluma. Ni como Ozuna. Pero todo se andará. Denle tiempo al tiempo.